¿Hace falta una serie sobre política en España?

"Ay, no sé, que estoy aburrida", me decía el otro día una amiga mía, así, sin despeinarse. "¿Aburrida? ¡¿Aburrida?! ¿Pero cómo tienes el cuajo de decirme que estás aburrida si vives en España, mentecata?", tendría que haberle respondido yo. Pero como servidor de ustedes se encontraba bajo los efectos de una de esas resacas asesinas que sólo conocen los que han superado ya la barrera de los treinta tacos, decidí que lo mejor para mi salud mental era obviar los reproches y responder con un sonido gutural.

'Aburrida', decía estar la insensata. ¿Cómo puede alguien aburrirse en España? Por el amor de Dios, si sólo con echarle una ojeada a la web de cualquier medio uno ya tiene diversión, solaz y esparcimiento para varias horas. ¿Te aburres en España? Amiga, ¡dale una oportunidad a la política! ¿Quién necesita series de varias temporadas, tuiteros de amor absurdo o fotos de Kim Jong-Il mirando cosas para pasar la tarde? ¡Sólo con los nuevos desvaríos de nuestro sector político ya tenemos más que suficiente!

Leía yo el otro día en Bluper que Plano a plano, la productora de El Príncipe y Allí abajo, está preparando una serie política para Movistar+. Detengámonos un momento en cómo se relacionan los conceptos 'serie política' y 'España'. Si echamos la vista atrás, veremos que el ejemplo más claro de la combinación entre ambos conceptos es Moncloa Palace. ¿Deberían los compañeros de Plano a plano enmarcarse en Moncloa Palace para su serie?

Craso error. ¿Para qué hacer una serie satírica de la política cuando nuestra política ya es de por sí una astracanada constante? ¿Hay en España guionista tan genial como para inventarse personajes tan redondos como Rita Barberá, Jordi Pujol, Esperanza Aguirre o Jorge Fernández Díaz? ¿A qué persona podría ocurrírsele escribir sobre un ministro que confía en su ángel de la guarda que le ayuda a aparcar o sobre una ministra que se encomienda a la virgen del Rocío para solucionar los problemas del país? ¡Ni Aaron Sorkin sería capaz de tal proeza!

Para divertirnos con la política no hace falta ver El intermedio o comprar El Jueves u Orgullo y satisfacción (aunque ayuda). Sólo con echar la tarde viendo Más vale tarde, leyendo los editoriales de La Razón o abandonándose a la lujuria tertuliana de laSexta noche ya hay más que suficiente. Señores de Plano a plano, dejen la comedia a los profesionales del sainete: nuestros políticos.

Es por eso por lo que defiendo, pido, ruego e incluso imploro que esta serie política sea heredera de Crematorio. Por si alguien no la ha visto y quiere enmendar ese error tan fatalérrimo, le sugiero que la busque ya por los canales que pueda hacerlo y se deje envolver por esta historia de corrupción e hijoputismo levantino. En ella, Pepe Sancho bordó el papel de un constructor sin escrúpulos, empeñado en usar el ladrillo y todo lo que le rodea para forrarse en la España pre-burbuja económica.

Es decir, que si logran retomar el espíritu de Crematorio y parir una serie del nivel de Borgen o incluso de House of Cards, tendrán mi adoración absoluta e incluso les ofreceré a mi primogénito en la primera noche de luna llena que suceda a su alumbramiento. Porque el hecho de que sea Movistar+ quien apueste por este proyecto ayudará horrores a que la serie resultante no tenga episodios de duración eterna o tramas complacientes no-vaya-a-ser-que-alguien-se-nos-moleste.

Antes de que empezase la bacanal de elecciones en la que nos hemos visto envueltos en 2015, muchos políticos como Albert Rivera se llenaban la boca hablando de Borgen como su serie favorita. Amigos de Plano a plano, demostrad que en este país hay capacidad para crear series trepidantes, oscuras, llenas de intrigas y con personajes poliédricos. Si no, el único referente televisivos de entretenimiento que citarán nuestros políticos será Quién quiere casarse con mi hijo. Que, ojo, está muy bien, pero viste menos.

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