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El retorno de la caspa

Miércoles 25 de Marzo de 2015 16:31
 

El retorno de la caspa

Yo, que empecé la semana levantándome lozano y resplandeciente, consciente de la cercanía de las vacaciones a pesar de enfrentarme a un lunes largo y lluvioso. Yo, que a pesar de que fuese lunes decidí regalar sonrisas gratis a todo transeúnte con el que me cruzase por la calle. Yo, que me había hecho el firme propósito de no mandar a nadie a la mierda hasta -al menos- las siete de la tarde. Yo, que me envolví en un manto de optimismo y estúpida alegría para afrontar estos diez días que faltan hasta las vacaciones, vi como toda mi fe en la humanidad se iba a la mierda en cuestión de segundos. Y la culpa, para variar, la tuve yo al abrir Tuiter nada más salir de casa. Quién me mandaría a mí.

Y es que entre tuits de la victoria del Barça en Barcelona y de Susana Díaz en Andalucía, voy y me encuentro con que José Luis Moreno ha demandado a Bluper.es por 322.000 pavazos. Pero lo mejor es que les ha demandado por injurias y calumnias después de que ellos ejerciesen su derecho a informar y opinar libremente al respecto de La Alfombra Roja (Palace), el programa que el sábado por la noche se estrenó en La 1 con el lamentable porcentaje de 5,8% de cuota de pantalla.

Mucho se ha hablado ya de lo vergonzante, antiguo, pobre y pasado de moda que fue La Alfombra Roja (Palace). Por suerte para las pocas neuronas sanas que me quedan después de tantos años viendo Telecinco, esa noche estaba yo en el teatro descacharrándome vivo con los monólogos Joaquín Reyes y me salvé de presenciar tamaña afrenta al buen criterio y al sentido común. Y más allá de valorar esa realización chapucera, ese guión desastroso y lo antiguo de su planteamiento, a raíz de todo esto no he podido evitar pensar en hasta qué punto estamos viviendo el retorno de la caspa.

¿Cuál es el motivo de que la misma cadena que emite Alaska y Segura o El Ministerio del Tiempo recupere programas más propios de la segunda mitad de los setenta? La cosa llega a cotas más altas de sinvergonzonería cuando uno descubre que cada gala de La Alfombra Roja (Palace) cuesta 220.000 lereles, la mitad de todo lo que se gasta TVE en Eurovisión en un año. Es decir, que cuando acabe la gala de este sábado, todos los españoles nos habremos gastado en ese programa lo mismo que en 2013 cuando mandamos a El Sueño de Morfeo a desafinar como una condenada a representar a España en Malmö.

Y cuando yo creía que este ataque de caspa se quedaría en una mera anécdota, en cuestión de horas (72 para ser exactos), va Telecinco y estrena Aquí paz y después gloria, la nueva serie de Antonio Resines. El punto de partida no podía ser más terrorífico: Resines -el actual presidente de la Academia del Cine, ahí os dejo el dato para que reflexionéis sobre él cuando os vaya mejor- dando vida a dos gemelos tan parecidos físicamente como opuestos en su manera de ser. En un mundo paralelo en el que las series de gemelos no tuviesen precedentes como las obras de teatro de Lina Morgan ni Resines fuese famoso por interpretarse a sí mismo constantemente, la serie podría llegar a tener incluso un cierto interés. Pero lo que ha resultado ser es un intento de recuperar el espíritu de Los Serrano al que sólo le faltan Jesús Bonilla y Belén Rueda saltando del mástil de un velero. Y lo más sorprendente de todo es que anoche, en su estreno, logró congregar a casi un 21% de la audiencia.

En serio, ¿qué nos está pasando? Vale que estamos atravesando una época aciaga en la que se confunden los valores y la inmediatez de la vida moderna nos tiene a todos más desubicados que a Aguasantas en la zona de libros de la FNAC pero, ¿qué hemos hecho nosotros para que ya no podamos zapear tranquilamente sin el pavor a que un programa que rezuma cutrerío y antigüedad nos ataque cuando menos nos lo esperamos?

Ojo, tampoco quiero quedar yo ahora de ilustrado que solo ve programas divulgativos, espacios de reflexión de la actualidad y documentales sobre el apareamiento primaveral del urogallo; simplemente me asombra que en cuatro días se hayan estrenado semejantes regresiones a la televisión de los años noventa.

¿Qué será lo próximo? ¿Con qué terroríficas maniobras pretenden los directivos de las cadenas asustarnos para que no volvamos a ver la tele? ¿Pretenderán reponer Hostal Royal Manzanares? ¿Acaso querrán recuperar Furor? ¿Se les ocurrirá hacer una nueva versión de La casa de los líos para así darle otra ocupación a Lola Herrera más allá de la de anunciar yogures bebibles para señoras de una cierta edad? ¿Convertirán la última obra teatral de Bertín Osborne y Arévalo en una serie de televisión?

Que Dios nos pille confesados, amigos.

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