Hace pocas horas que Televisión Española ha confirmado lo que todos ya sabíamos, que Edurne será quien represente a España el próximo mes de mayo en Eurovisión. A falta de escuchar Amanecer, el supuesto temazo que ha compuesto para ella Tony Sánchez Olhsson (responsable del Más de Brequette, del Quédate conmigo de Pastora Soler o del -ehem- I love you mi vida de D'Nash), se abre ya la veda para que todos los que tenemos alguna que otra tribuna en el interné desde la que opinar de forma más o menos gratuita podamos alabar o poner a parir vilmente la decisión de TVE.
No os lo voy a negar: hace poco más de 24 horas no me hacía ninguna gracia que Edurne fuese la representante de España en Eurovisión. En mi mente pesaban demasiado sus actuaciones de hace ya (¡glups!) diez años en Operación Triunfo en las que podíamos ver a una chica rubia muy mona con voz de ardilla que entonaba regular y que transmitía menos emociones que una patata cocida. Para entendernos, como me decía hace un rato un amigo mío, Edurne venía siendo la versión en marca blanca de una diva del pop.
Sin embargo, esta década le ha sentado muy bien a la de Collado Villalba: ha tenido tiempo de sacar cinco discos, alguno de ellos incluso escuchable en su totalidad, y lo ha compaginado con otras ocupaciones como presentadora, concursante de talent shows o protagonista de musicales de éxito. Y son precisamente estas actividades más allá de las estrictas de cantante (single-disco-gira y vuelta a empezar) las que han hecho que Edurne haya podido evitar ser la versión OT 2005 de la errática cantante en que se ha convertido, por ejemplo, Natalia.
Igual que Ruth Lorenzo o Soraya (por citar dos de las más recientes), Edurne ha nacido artísticamente en un plató de televisión y sabe lo que es tener que cantar en directo ante millones de personas, jugarse el todo por el todo en 3 minutos, estar pendiente de varias cámaras y no hacer un ridículo calamitoso. Vamos, que es poco probable que haga como Raquel del Rosario y destroce su canción al segundo y medio de empezarla. Además, estos últimos años en Más que baile (edición que hubiese ganado de facto de no ser por el pucherazo de Belén Esteban) y en Tu cara me suena le han sentado tan bien que incluso ha llegado a regalarnos actuaciones como esta, en las que demuestra que puede cantar y bailar a la vez. Hasta aquí muy bien.
Y aunque tiene temazos como Oigo mi corazón o Amores dormidos, aún me sigue pareciendo que a Edurne le falta algo para emocionar y, en definitiva, para que me la crea en un escenario. Edurne es una notable profesional, pero todavía está demasiado rodeada por ese aura de diva del pop a la que encierran en un estudio con una lista de maquetas y le dicen 'anda, mona, vete cantando' para que un ejército de productores se encargue de que tengan un mínimo interés. Aún no sabemos cómo suena Amanecer, pero ya podemos pedirle a San Johnny Logan que no sea una balada: por mucho que se empeñe, Edurne jamás podrá llegar a emocionar tanto como lo hicieron Pastora Soler o Ruth Lorenzo.
Por suerte, todo apunta a que no va a ser una balada ya que en la rueda de prensa se ha dicho que es "un estilo con el que España no ha participado nunca" y como únicas pistas han dicho que es una canción "pop de calidad" y "un temazo capaz de romper todas las listas de ventas". Estas descripciones tan pomposas y grandilocuentes tienen más peligro que Olvido Hormigos en Tinder, por lo que habrá que esperar a escuchar Amanecer (dentro de dos o tres semanas) para opinar con fundamento.
Respondiendo a la pregunta que planteo en el titular; sí, Edurne es una buena elección para Eurovisión... al menos sobre el papel. Falta aún ver cómo es la canción, de qué manera será interpretada y cómo será la puesta en escena (por favor, que no sea Poty-style). Pero de momento, el punto de partida es bueno.
¿Os gusta Edurne como representante de España en Eurovisión?
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