Una vez leí en algún sitio que la vida nos iría mejor si pasásemos unas cuantas horas del día en pelotas. Y después de darle un par de vueltas (sí, esa tarde no tenía mucho que hacer) pensé que la idea no es demasiado peregrina: imagínate que llegas a casa, te quitas absolutamente toda la ropa y te pones a hacer lo que normalmente harías estando vestido. Es decir, fregar los platos desnudo, pasar la escoba desnudo, poner la lavadora desnudo, cocinar desnudo (con cuidado de no achicharrarse uno las partes pudendas tras el chisporroteo traicionero de un filete), tuitear desnudo. Todo esto con el fin de aceptar la desnudez, sentirse uno cómodo con su propio cuerpo y borrar los prejuicios y complejos que nos atenazan con las partes menos prietas de nuestra anatomía.
Y como la idea no es mala (aunque yo la deseché cuando me di cuenta de que estaba tendiendo la ropa con el culo al aire y les enseñaba mis vergüenzas gratis a medio vecindario), un espabilado creativo televisivo decidió inventarse un programa de citas en el que los pretendientes irían absolutamente desnudos todo el tiempo. Sí, estoy hablando de Adán y Eva, el programa cuyos derechos adquirió Mediaset y que podrá verse muy pronto en Cuatro.
La idea del concurso es sencilla, pero llamativa y susceptible de dar mucho juego: antes de comenzar el programa -que por cierto se desarrollará en un paraje natural tipo isla o bosque para fomentar el carácter naturista del mismo-, los concursantes deberán quitarse toda su ropa, y es en ese estado de desnudez absoluta en el que conocerán a la persona con quien mantendrán una cita de (atención) una semana. Y así, en pelota picada, deberán conocerse y se supone que enamorarse.
Para darle un poco más de alegría al asunto, durante esa cita de una semana puede que aparezcan personas que perturben el idílico momento El lago azul: estamos hablando de otros hombres u otras mujeres, familiares, ex parejas... lo que no se sabe es si estas personas harán acto de presencia también desnudos, porque imaginaos conocer a la suegra a los pocos días de conocer a tu pareja y que encima te la presenten con la mamella a la fresca. Un desasosiego, lo mires por donde lo mires.
El caso es que el objetivo de este concurso es, digo yo, ver cómo desaparecen el pudor y los prejuicios al presentarnos ante el otro tal cual somos, sin camisetas que te hagan unas tetas más grandes, sin pantalones disimulen que tienes el culo plano, sin chaquetas que oculten la lorza, sin faldas que distraigan la atención de tu poderoso muslamen, sin vaqueros que hagan que parezcas que vas mejor equipado que Nacho Vidal.
Lo que espero de este programa son dos cosas: la primera es que los concursantes no sean todos efebos de gimnasio y jamelgas de carnes turgentes y veamos señoras de carnes descolgadas, hombres fofos, barriguillas incipientes o culos celulíticos. Tampoco es que quiera que Adán y Eva parezca el Museo de los Horrores (a todos nos gusta ver individuos con cuerpos de quitar el hipo) pero, oye, que no nos encontremos con la versión desnuda de Mujeres y hombres y viceversa.
La segunda cosa que le pido es que siente precedente. ¿A qué me refiero con esto? A que se popularice la idea de hacer programas con sus protagonistas en pelota viva. No estaría mal un telediario con sus presentadores desnudos, una Ruleta de la Suerte con sus concursantes desnudos, un Ahora caigo sin ropa, un MasterChef sólo con delantales, o incluso un Sálvame Deluxe con invitados, presentadores y tertulianos sin más prendas que el micro y la petaca.
Sé que la idea es absurda y que precisamente el último ejemplo me sitúa en la fina línea que separa al entrañable pervertido de las parafilias más grotescas, pero al final acabo creyendo que eso que leí tenía razón: sin ropa, no hay manera de aparentar que somos algo que no somos y tampoco tenemos manera de ocultar eso que nos avergüenza. Desnudos somos todos iguales (algunos menos iguales que otros, porque si pones a Jon Kortajarena al lado de Jesús Bonilla parece que ni siquiera sean de la misma especie) y las barreras sociales desaparecen. Y así, libres de prejuicios y convenciones sociales, es como se conocerán los concursantes de Adán y Eva. No sé vosotros, pero yo tengo unas ganas locas de verlo.
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