4 razones por las que Sally no debería ganar 'Masterchef'

Sí, las galas son insufriblemente largas. Sí, con tanto product placement parece que estemos en un videoclip de Hilary Duff. Sí, hemos llegado a un punto en que el programa parece más un Gran Hermano entre pucheros. Y sí, el relleno que le meten a las galas hace que a uno le entren ganas de mandarles a freír espárragos. Pero, ah amigos, Masterchef enamora. A pesar de todo esto, el programa que sirve para que Eva González practique el uso de las eses a final de palabra es ya un imprescindible de las primaveras de La 1 y desde el león come gamba del segundo programa hasta el despechugue de Kevin de anoche -por el que muchos todavía suspiráis-, Masterchef está demostrando estar aún en muy buena forma y tener todavía muchas cosas que contar.

Ahora que nos acercamos peligrosamente a la final, creo necesario detenernos en analizar la figura de la aspirante que todos -servidor incluido- damos por sentado que acabará ganando el programa. A pesar de los más que capaces Carlos o Andrea, Sally se perfila como la tercera ganadora de Masterchef y a mí, queridos amiguitos, esa futurible victoria no me hace ni puñetera gracia. Creo que pocas veces había llegado a sentir tanta animadversión hacia el concursante favorito de un talent o reality, pero creo que está más que justificado lo que voy a decir ahora: Sally no debe ganar Masterchef. Y no porque a mí se me antoje o porque crea que se lo merece más Carlos -al fin y al cabo no he tenido la suerte de probar cómo cocina cada uno-, sino por estas cuatro razones que os explico a continuación.

1. Cree que lo sabe todo

Sally está de vuelta de todo. Ella se debe creer que ha venido a Masterchef a enseñarles al resto de aspirantes lo mucho que sabe, la de técnicas que controla y lo bien que cocina. Vamos, que si por la paraguaya fuese, ella tendría que haber entrado a concursar directamente en Top Chef. Es innegable que Sally Stefanih (yo también me pondré una hache al final del nombre, qué coño) tiene muchos conocimientos y que, le hables de la técnica de la que le hables, sabe cómo hay que proceder para sacar un resultado medianamente digno.

Sin embargo, eso no te capacita para tener ese aura de persona que lo sabe todo y que, no contenta con ello, mira a sus compañeros por encima del hombro como si de escoria se tratasen. Porque sí, Sally considera que el resto son un panda de patanes que suerte tienen de saber freír un huevo sin convertir la cocina en el ayuntamiento de Brunete, no como ella, que es tan lista y eficiente.

2. Es una envidiosa que adora hacerse la víctima

Creer que lo sabe todo y que los demás están ahí para hacerle de comparsa nos lleva a la segunda razón por la que no debe ganar Masterchef: le puede la envidia y adora hacerse la víctima. Y a las pruebas me remito: si visteis la gala de anoche, presenciaríais ese impagable momento en el que hace pucheros por la rabia que le da que le diesen a Kevin el delantal dorado en lugar de a ella. Lo que podría ser una muestra de sana competitividad, en Sally es un indicio de lo mal que lleva que otros le pasen por delante.

Seamos sinceros, si a Sally le jode que su mayor competidor sea Carlos es porque le da rabia que alguien absolutamente autodidacta que tiene dotes para la cocina solamente por su amor a la gastronomía tenga momentos de brillantez de los que ella carezca a pesar de saber tantas cosas. Lo mismo pasó anoche con Kevin, cuando anunció que debería haber sido ella la ganadora del delantal dorado porque tiene más técnica que el modelo. Vamos, que sólo le faltó calificarle de "inútil con suerte". Por ese motivo es por el que se toma como una afrenta personal cuando alguien hace un plato mejor que ella y se abandona al drama y a la evocación de su duro pasado para ver si surge algún efecto.

3. No sabe trabajar en equipo

Si hay algo fatal para trabajar en una cocina es, además de tener una cuestionable higiene, no saber trabajar en equipo. Y a Sally esto le repatea. Ella ha nacido para mandar y cuando le toca ser capitana se nota que tiene microorgasmos cada vez que le dice a alguien qué tiene que hacer. Todo esto está muy bien, pero sólo si además de convertirte en un sargento sabes motivar a tu equipo y hacerles partícipes también de los logros, no solo de los fracasos.

Fue muy paradigmático el caso de la semana pasada cuando tenían que dar de comer a varios centenares de militares. A ella, que sabía que debía lucirse porque les iban a valorar individualmente, le importó tres narices el equipo y reclutó al más voluble (Antonio) para que le hiciese de pinche mientras ella se dedicaba única y exclusivamente al postre mientras pasaba de los demás. Esto, que no es precisamente ser una buena líder, habrá que ver cómo lo resuelve cuando no sea la más lista del grupo, sino una aprendiz más en un equipo de profesionales de alto nivel.

4. No soporta perder

De hecho, no es que Sally no soporte perder, sino que lo aborrece. Las caras de odio que le hemos visto poner en lo que llevamos de temporada han sido antológicas y sólo imagenes como esta son capaces de expresar el veneno que habita en el interior de la paraguaya. No aguanta que le digan que algo no le sale bien y se justifica culpando a los demás, no soporta que alguien le pase por delante siendo ella tan lista y estupenda, no tolera el talento espontáneo cuando choca con su estudiado y trabajado método.

Ojo, que el traje que acabo de hacerle a Sally no nos distraiga del hecho de que es una gran cocinera. Estoy seguro de que será capaz de tener un futuro impecable en el mundo de la gastronomía, pero no creo que la victoria en Masterchef le vaya a ser de más utilidad que su propia capacidad de trabajo. Y si encima eso le sirve para darse un baño de humildad y aprender a encajar una derrota, oye, pues bienvenido sea.

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