Tristemente, ya sabemos la respuesta. La serie estrena su tercera y, seguramente, última temporada el próximo martes a las 23h55, relegada al late night tras más de un año en el cajón.
La ficción protagonizada por Daniel Grao se despedirá por la puerta de atrás tras una alegría inicial que la llevó a llegar lejos. ¿Por qué ese triste desenlace?
'HIT' llegó a La 1 en septiembre de 2020 como una apuesta arriesgada. La ficción protagonizada por Daniel Grao se posicionó como una alternativa juvenil en un contexto cada vez más envejecido.
En cualquier caso quedaba claro que no era una apuesta de altas audiencias, pero cumplió otros objetivos como atraer al público joven a la cadena y crear debate social. En ese sentido, podemos decir que la serie creada por Joaquín Oristrell aprobó con muy buena nota.
Tampoco la audiencia global fue nada mala: más de 1,5 millones (9,2%) vieron la primera temporada, resistiendo con un número muy defendible la franja con la que le tocaba competir contra 'El Hormiguero', algo que ni siquiera 'Cuéntame cómo pasó' fue capaz.
La segunda temporada decreció en audiencia pero mantuvo una media superior al millón con un 7,6%, datos lejos de ser brillantes pero que han superado a muchas apuestas posteriores de TVE.
Sus números fueron suficientes para renovar, ¿pero qué pasó por el camino? Un cambio de dirección que supuso un cambio de estrategias de programación. Eso guardó en el cajón para los restos esta importante apuesta.
La razón por la que 'HIT' ha sido guardada en el cajón es porque no les era útil para conseguir la segunda plaza contra Telecinco en una pugna indigna de la televisión pública, que debe utilizar los datos de audiencia como algo orientativo y no fijarse en cómo le va a las demás cadenas.
La BBC ha presumido del éxito en audiencias de 'Doctor Who' en el codiciado público más joven de 35 años, algo que la propia cadena reconoce que se le escapa. La mítica serie de ciencia ficción de la cadena pública británica es el principal escaparate de una de las televisiones más míticas del mundo para una audiencia ya no tan familiarizada con la pequeña pantalla.
'HIT', salvando las distancias, era el equivalente de TVE a ello, una serie que sin ser un fenómeno lograba gustar a un nicho valioso de espectadores, que si bien no era competitivo en datos globales contra determinados realities o telenovelas turcas, daba frescura a los resultados de La 1.
TVE ha intentado atraer a esa audiencia joven a base de realities imitando, en muchas ocasiones, los malos modos de Telecinco y se ha estrellado con resultados peores que los de esta serie, caso notable el de 'El conquistador', que estaba llamada a ser la mayor apuesta de la pasada temporada y terminó hundido en el 7% con poco más de 600.000 espectadores.
Queda claro que recientemente la televisión pública ha decidido priorizar el entretenimiento sobre la ficción, dado el éxito de los talent show en Antena 3 y los realities en Telecinco, La 1 ha querido competir con sus mismas armas pero yendo en contra de lo que su público demanda. Sin embargo, mientras las privadas siguen dedicando una parte de la programación a la ficción nacional, la pública tira las series de los más malos modos posibles y se pasa meses sin estrenar una nueva teniendo cada vez el cajón más abarrotado.
Al final es cierto que se estrenan el mismo número e incluso mayor de ficciones que en las cadenas privadas pero la pública le dedica menos prime time a ellas porque o las emite en plan maratón o acaban finalizando en late night, en los últimos dos años prácticamente ninguna se ha librado del evidente maltrato.
TVE debe ser el motor del audiovisual español, ya que -y esto lo pongo en mayúsculas para que se entienda bien- SU FUNCIÓN NO ES SER RENTABLE ECONÓMICAMENTE SI NO SER UN SERVICIO PÚBLICO PARA LA CIUDADANÍA Y LA PATA MÁS IMPORTANTE DEL SECTOR. La televisión pública no es un negocio, no pierde ni gana ni nada por superar o perder contra tal cadena, es una empresa de importante valor democrático que debe ser el altavoz de las voces más innovadoras del sector.
Claro que la audiencia es importante, la televisión se hace para ser vista, pero estamos en un contexto donde ser visto no tiene nada que ver con la audiencia que se hace en un determinado momento y que muchas ficciones pueden presumir de un alto rendimiento en diferido con un recorrido que va mucho más allá del éxito lineal.
TVE debe estar a la vanguardia y luchar por recuperar a los que se han ido de los medios tradicionales, pero evidentemente no los va a forzar a ver los contenidos en una hora determinada, si no que siempre estarán disponibles en su propia plataforma, la cual debe potenciar.
La reciente mejora de audiencias gracias a determinados programas diarios ha mejorado un poco la imagen de la cadena pero en contenido se ha convertido en un canal rancio y casposo que prioriza culebrones y realities morbosos sobre todo lo demás. Las telenovelas diarias pueden ser un buen contenido para la franja de tarde y gustar al público más fiel de la televisión tradicional pero se convierten en un arma de doble filo cuando un producto menor como 'La promesa' es tu marca referente de ficción al ser lo único que promocionas. TVE tiene series buenas pero el público la asocia a la caspa al sólo potenciar como producto valioso una telenovela clásica de las de toda la vida, con excesivo relleno y tramas carentes de coherencia.
Evidentemente, en su justa medida, pueden ser un buen acompañamiento, como ya he mencionado, ¿pero qué series de prime time le quedan ahora a La 1 que sean reconocidas? Prácticamente ninguna, en gran parte porque la cadena no lucha para que así sea.
TVE, como cadena pública que es, necesita ficciones de géneros variados que puedan presumir de una buena factura con un presupuesto adecuado, desde thrillers, hasta ciencia ficción pasando por dramas históricos y sociales, todo debe tener cabida en el canal principal, también productos de corte juvenil como 'HIT'.
No es lugar para contenidos de servicio público
En los últimos tiempos hemos visto cómo La 1 ha priorizado en su programación las mismas películas de acción en bucle y los talents y realities uno tras otro. Ya no es que haya únicamente un exceso de tal en la programación, si no que son los únicos programas que se promocionan en una cantidad razonable de tiempo que se estrenan siendo fieles al "Muy pronto".
Todos han sido un fracaso, incluso 'Masterchef', pero toleran audiencias nefastas en espectadores siempre y cuando den un share superior al doble dígito aunque sea a costa de terminar a las tantas, un modelo más propio de televisiones privadas como Telecinco que de una cadena pública.
Las series pueden pasarse con eternos "Muy pronto", así como otros contenidos que tienen mejor pinta que ver a famosos haciendo tonterías.
TVE prioriza formatos de corte neoliberal que, en muchas ocasiones, promocionan trenes de vida inaceptables por encima de contenidos sociales y educativos, para muestra el hecho de que el programa de los hermanos Iglesias decorando casas de pijos millonarios vaya a ir justo antes de 'HIT', relegada al late night.
En ninguno de los casos funcionan en audiencia, pero es llamativo cómo los formatos más alejados del servicio público, tienen prioridad en la programación aunque luego también sean maltratados cuando no cumplen las expectativas.
Todavía se salvan determinados eventos, 'La ley del mar' se emitió completa en una noche y fue una serie que mostró la realidad de la inmigración y la carencia de derechos humanos desde un punto de vista crítico.
También tuvimos en el Día de la Mujer 'Amparo Muñoz. La mujer que dijo NO', sobre los abusos de la industria, un notable documental sobre la ex-Miss España que renunció a su corona hace cincuenta años.
Y en el Día de la Fiesta del Orgullo, cayó la película 'Pride', sobre la lucha del colectivo LGTBI con la clase obrera contra el neoliberalismo de Thatcher en los años 80, una magnífica película británica programada con acierto aquel día.
No, no hicieron altas audiencias (bueno, la serie de Tosar sí), pero dieron una mejor imagen que la que dan otros espacios. 'HIT' es uno de esos contenidos que potencian la visión que se tiene sobre el canal.
Si TVE tuviera un objetivo claro y definido, a la larga en las múltiples ventanas de emisión, encontraría diferentes tipos de público dispuestos a ver sus productos pero no quieren ser una televisión pública, porque el neoliberalismo se apodera de la mentalidad de los medios de comunicación y la posición sharista arcaica que tiene tanta gente está destruyendo este servicio público y arrastrando consigo a un sector audiovisual que ya no tiene ese escaparate alternativo al alcance de todos por una guerra ridícula de cuotas de pantalla.
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