Como tal, el periodismo independiente sólo parece existir en medios que se financian por suscriptores, fuera de los propios intereses bancarios y publicitarios, cuando éste llega a la masificación sólo se convierte en puro espectáculo... Uno que puede ser peligroso para la democracia.
¿Se diferencian mucho Antonio García Ferreras y Jorge Javier Vázquez? Quizás sólo en que el primero se dedica a la política y el segundo al corazón, porque por lo demás utilizan los mismos trucos para atraer a la audiencia.
Y es que laSexta, televisión presuntamente de izquierdas que presume de ello, fue la primera en dar mucho espacio a VOX, un partido de extrema derecha sin representación parlamentaria, en sus tertulias, quizás no tanto invitando a sus miembros a los debates, puesto que habían vetado a la cadena, si no dedicándoles una cantidad indecente de horas.
¿Qué interés puede tener una cadena que dice ser progresista en darle espacio a VOX? Y es que mantener cierto status quo beneficia a una cadena que vive de denunciar la corrupción... Pero entonces ayudar a mantenerlo, no es nada progresista y encima te convierte en cómplice de ella.
Mucho mejores no son las cosas en Telecinco, Antena 3 y, desgraciadamente, RTVE, donde la extrema derecha ha ocupado mucho más espacio del que debería, por encima de otras formaciones que sí tenían representación parlamentaria, ayudando a normalizar su discurso xenófobo, racista y homófobo.
Especialmente triste es la situación actual de la televisión pública, sin gente al mando preocupada por ella, dando más rato del que debería a los duros reproches del PP-Ciudadanos-VOX, sin contextualizar sus mentiras, contra el Gobierno mientras determinados sectores ideológicos les acusan de estar a favor del PSOE y Podemos, siendo una burda mentira.
Cebos y periodistas reaccionarios
Ver a Cristina Fallarás discutiendo con Javier Negre no es quizás la idea que uno podría tener de debate plural y moderado, si no de la transformación de la política y los derechos sociales en un nuevo reality show al más puro estilo Mediaset.
Un juego peligroso sobretodo si se ejerce de altavoz de periodistas que han sido condenados por mentir y manipular, viendo cómo Ferreras intenta defender al indefendible Eduardo Inda.
Pero dan morbo, mucho morbo, y gritos, muchos gritos... Y eso da audiencia, mucha audiencia. Y es que laSexta es experta en traficar con nuestros derechos sociales por unas décimas más de audiencia mientras se ponen la inmerecida medalla de periodismo ejemplar sólo por haber sido durante años un mal menor respecto a otras cadenas (algo que ahora pongo bastante en duda).
Tampoco faltan los cebos, como dar paso a la publicidad anunciando un nuevo discurso reaccionario de VOX después, para así mantener al público durante las pausas publicitarias.
Pero ni 'Al rojo vivo' ni 'laSexta Noche' son información, son la transformación de la política en el espectáculo más degradante de la televisión sin el suficiente hueco para la sensatez, el equilibrio y el sentido común.
Cabe destacar también que Ferreras, Ana Rosa y el propio Eduardo Inda, tan defendido por ambos, son nombres que aparecen muy vinculados al comisario Villarejo.
En Telecinco las cosas son aún más peores cuando con el escándalo Merlos han querido convertir a Javier Negre y Alfonso Merlos en personajes del star system telecinquero, con extraordinarios datos de audiencia.
En esta ocasión la propia progresía defendía en redes a Jorge Javier Vázquez por sus ataques a VOX, alguien que a la hora de la verdad de progresista tiene bien poco, mientras el canal de YouTube de Negre iba ganando suscriptores subiendo como la espuma.
Preocupante también es el caso de Antena 3, ya que el programa de Susana Griso es lo que es pero ahora aprovechando sus grandes datos de audiencia gracias a 'Pasapalabra', Vicente Vallés se ha puesto a dar discursos tendenciosos repletos de media verdades para ganarse el aplauso del sector más radical, promoviendo sus propias teorías conspiranoicas de una forma que queda poco profesional en un informativo, donde sólo tiene que poner los datos como son y que sean los espectadores los que saquen sus propias conclusiones.
Mientras tanto, la televisión pública sigue en una lucha interna entre los que quieren velar por la independencia informativa y aquellos que son sumisos al poder, con unos Telediarios donde hay excesivo espacio a la derecha cayendo en las mismas malas prácticas que las privadas pero otras piezas informativas de gran calidad. Unos bandazos ideológicos que dejan a La 1 de TVE en una situación indefensa a la espera de una necesaria renovación.
Periodismo a pesar de todo...
La televisión pública es un caso aparte puesto que no está sometida tanto a las presiones económicas e intereses empresariales, si no a posibles presiones internas provocadas por los propios vaivenes políticos.
A la espera de una renovación que pueda provocar la despolitización (no es seguro pero ojalá llegue pronto y ojalá se haga bien), ahora mismo RTVE sufre la indefinición de una línea editorial que no quiere cabrear a nadie pero enfada a todo el mundo: sin contrastar, sólo poniendo en la pantalla las declaraciones, la mejor forma de informar sin informar.
Es extraño ver cómo una televisión que históricamente (salvo en los años de Zapatero) ha estado a favor del gobierno de turno ahora se muestre tan anti-gubernamental y azote, con términos propios de Ok Diario, al actual Gobierno de coalición, a veces sin razones claras, mientras intenta esconder todavía la corrupción de la derecha o de la monarquía.
Lo más triste de todo es cómo el verdadero servicio público es relegado a horas intempestivas, con reportajes de programas como 'En portada' o 'Crónicas' enviados al late night.
Descartamos la idea de que todo sea un voluntario acto de censura, dado que el primero de éstos fue emitido en pleno prime time con un pírrico 5,2% de audiencia, pero relegado los posteriores al late night.
Hablamos de algo que no es precisamente mejor: de una televisión pública que tiene miedo a hacer servicio público porque los datos de audiencia no acompañen, que le importa más lo que dice una estadística con alto margen de error que labrarse una marca a partir de la calidad (que, de aplicar una política a largo plazo podría remontar y salir de su actual crisis).
El reportaje que he puesto se titula 'La vida después', un altavoz a la gente que ha sufrido de una forma u otra esta crisis del coronavirus en una sociedad que ahora busca respuestas ante el nuevo mundo (que será igual que el anterior, desgraciadamente) que está por venir. Un extraordinario trabajo que es exactamente el periodismo que la sociedad merece y sólo una televisión pública puede dar.
Tristemente, el reportaje dedicado a los mayores denunciando la transformación de las residencias en fondos de inversión fue emitido en late night y no lo vio mucha gente.
Y seguramente en prime time se hubiera estrellado, pero lo habría visto aún así muchísima más gente y, al fin y al cabo, de la televisión de todos lo que esperamos es que muestre la realidad, por dura que sea, al mayor número de espectadores posible.
Unos reportajes duros que no se recrean en el morbo y en el dolor si no en el servicio público, que devuelve la fe en el periodismo y, sin embargo, tienen peores horarios que la intoxicación informativa que sufrimos en ésta y las demás cadenas.
El buen periodismo existe, pero hay que defenderlo y apoyarlo mejor... Y, sobretodo, no está donde verdaderamente creemos que está.
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