Sin embargo, el cambio ha reinventado la ficción de ABC hasta darle un nuevo tono y estilo que ha provocado mi reenganche y tener ganas e ilusión de ver más capítulos, ¿el problema? Llegó demasiado tarde.
La marcha de la gran mayoría de los actores ha sido detonante de tener que crear nuevas historias y adaptar a los únicos que se han quedado a ellas y el cambio no le ha podido sentar mejor.
Las relaciones de los personajes de la anterior etapa se sentían ya demasiado desgastadas y como si estuvieran en estado de bucle, los nuevos personajes han aportado cierta frescura y el cambio de actor le ha sentado de lujo al personaje de Henry y es que Andrew J. West está bastante correcto y se siente una gran mejora respecto a un Jared Gilmore que dejaba mucho que desear.
Nuestro nuevo protagonista tiene cierto carisma pero aunque los personajes nuevos están bien lo importante es que los mejores (Regina, Rumpeltinskin, Garfio y Zelena) todavía continúan en la serie y podemos disfrutar todavía de sus magníficas interpretaciones.
Pero si hay algo de lo que han estado repletos estos diez episodios ha sido de giros de guión sorprendentes, en todos los capítulos hemos tenido unos cuantos pero algunos han sido sorpresa tras sorpresa, dejándonos con ganas de ver cómo continuaba una historia que no para de rizar el rizo en un buen sentido.
Cerrando viejas historias con un gran final
Pero este reboot que ha supuesto la séptima temporada ha sido más, como dirían sus guionistas, una recuela y es que algunos episodios han servido para cerrar las historias que llevan abiertas desde la primera temporada.
En el segundo capítulo Emma y el Garfio de hasta ahora tuvieron su final feliz con ella embarazada volviendo a Storybrooke con su marido mientras nosotros nos quedábamos con el Garfio del mundo del deseo en un magnífico y sorprendente giro.
Pero el mejor episodio de la temporada y el mejor en mucho tiempo ha sido el cuarto, el de la muerte de Bella después de vivir su vida con Rumpel en una secuencia a lo 'Up', un final triste y conmovedor que cerró por todo lo alto una etapa y puede que no sean los únicos finales por ver, porque a la temporada aún le queda mucho por acabar.
Un cambio que ha llegado demasiado tarde
El problema es que este cambio ha llegado en la séptima temporada, que es cuando una serie está ya muy avanzada y desde luego no vas a enganchar a nuevo público.
Tras una temporada y media en la que 'Once Upon a Time' acusó un gran desgaste con muchos episodios que rozaron el aburrimiento esta mejora de calidad se ha visto afectada con una audiencia muy floja en el prime time de los viernes de ABC.
Mucha gente ha aprovechado su desencanto para abandonar la serie con este salto en el tiempo y tristemente se han perdido una reinvención que le ha sentado muy bien.
'Once Upon a Time' sabe cómo seguir adelante y ha vuelto a ser una buena serie, con sus virtudes y sus defectos, espero con ganas la continuación de esta notable séptima temporada en primavera.
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