Protagonizada por Alfredo Castro ('No') y dirigida por Nicolás Acuña ('Los archivos del cardenal', 'Inés del alma mía'), esta ficción se estrenó en Chile como conmemoración del 50 aniversario del Golpe de Estado de 1973.
A través de la narración de Manuel Ruiz (Pablo Capuz), un joven español de veinticinco años inspirado en el estudiante valenciano Joan Garcés, 'Los mil días de Allende' nos cuenta la difícil legislatura que tuvo el por aquel entonces presidente sin tapujos.
En 1970, Chile da un giro político histórico: el socialista Salvador Allende gana las elecciones presentándose por la coalición de izquierdas Unidad Popular. Un triunfo para la izquierda entrando el socialismo en las instituciones por la vía democrática como hasta entonces rara vez había ocurrido.
En este sentido, el país más sureño del mundo se convierte en un escenario clave de la Guerra Fría cuando Estados Unidos decide intervenir para evitar el triunfo del socialismo en el continente y su posible expansión en sus estados vecinos (la mayoría de ellos dictatoriales) así como la Europa occidental.
En los cuatro capítulos, la miniserie desgrana año a año los diferentes intentos de torpedeo por parte del país líder del bloque capitalista al gobierno de Allende, así como el control de los medios de comunicación, huelgas de grandes empresarios promovidas por la CIA y atentados constantes. Todo eso sin contar con la ayuda necesaria de la Unión Soviética.
Recorre la historia desde la campaña electoral hasta el trágico desenlace aquella mañana del 11 de septiembre de 1973, cuando una sublevación militar se hace con el poder de Chile provocando el suicidio de Salvador Allende y, con ello, el comienzo de un régimen dictatorial de diecisiete años que marcó para siempre la historia del país.
A lo largo de la serie aparecen también otros personajes clave de la historia reciente de Chile como Eduardo Frei Montalva (presidente predecesor de Allende en la legislatura de 1964 a 1970), Patricio Alwyn (primer presidente de la posterior democracia chilena, de 1990 a 1994), Carlos Prats (general leal a Allende, asesinado en 1974 por la CIA en Buenos Aires) y Augusto Pinochet (general servil a Allende y traidor, futuro dictador del país).
Muestran las traiciones de algunos, los intereses de otros y la tibieza de aquellos que más tarde sí escogerían el camino de la democracia.
Un espectacular Alfredo Castro se transforma en Salvador Allende
Por supuesto, los biopics para que de verdad funcionen, necesitan a los actores adecuados en los papeles adecuados.
Alfredo Castro está impresionante como Salvador Allende. El veterano actor chileno se mimetiza con la popular figura política en una interpretación cargada de simpatía, humor, ironía, cercanía y desgarro.
Castro impresiona con una interpretación magistral que se lleva de calle la serie y eleva el nivel general del producto.
El joven actor Pablo Capuz ('Merlí') cumple de forma aceptable como Manuel Ruiz, su estudiante español asesor que le estuvo acompañando hasta en los momentos más difíciles.
En general todas las interpretaciones son solventes, aunque no he terminado de ver a Benjamín Vicuña como Fidel Castro, ni el acento ni su oratoria.
Especial mención también para el humorista Daniel Alicaíno, que se pone en la piel de Augusto Pinochet, en la época que era militar antes de dictador, ¿y que le da un registro medianamente divertido al personaje? No queda del todo mal.
Un ejercicio de memoria histórica digno de la televisión pública
Chile conmemoró como pudo el 50 aniversario del Golpe de Estado de Pinochet que instauró aquella dictadura. Tanto el Palacio de la Moneda como el Estadio Nacional, así como otros lugares emblemáticos del país se convirtieron en el centro de grandes homenajes con familiares de los desaparecidos exigiendo justicia.
Las cosas van despacio pero se ha conseguido juzgar a los asesinos del cantautor Víctor Jara en una lección imperfecta pero digna de democracia que nos ha dado el estrecho país situado en el fin del mundo.
Sin embargo, algunas estadísticas son poco alentadoras, el 52% de la ciudadanía chilena consideraba que recordar aquello era reabrir de forma innecesaria viejas heridas.
Han pasado más de cincuenta años y las heridas están lejos de cicatrizar, las víctimas siguen exigiendo justicia y encontrar a los más de mil desaparecidos que todavía quedan por identificar.
En ese contexto de extrema polarización, Televisión Nacional de Chile (TVN), la televisión estatal del país, ha hecho lo que le tocaba hacer: una programación especial centrada en la memoria histórica, así como pedir perdón por la manipulación informativa a la que sometieron a la gente durante los años de la dictadura.
'Los mil días de Allende' ha sido el contenido estrella de esa programación especial, una producción de calidad sobresaliente financiada por el Consejo Nacional de Televisión, el Ministerio de Cultura, la propia televisión pública chilena y las alianzas con TV Pública (Argentina) y RTVE (España).
En nuestro caso, la apuesta se ha emitido con discretas audiencias en La 2 pero como un contenido a reivindicar en el segundo canal público que quizás hubiera merecido mejor promoción.
Sabemos que las series históricas no son el mayor activo de audiencias en la televisión actual en España pero es importante que RTVE visibilice de formas entretenidas la realidad que ha vivido tanto nuestro país como países con los que estrechamos importantes lazos culturales.
En términos de calidad, es probable que 'Los mil días de Allende' sea la mejor serie que ha hecho TVE en años y una de las mejores estrenadas en abierto aquí. Un ejemplo de que merece la pena coproducir con los países del otro continente con los que compartimos mucho más allá del idioma y que, a pesar de los datos de audiencia, son lo necesario de emitir en La 2.
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