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La guerra que SÍ debe batallar La 1 de TVE

Martes 12 de Marzo de 2024 18:42
 

Son tiempos extraños para la televisión pública. La nada desdeñable mejora de audiencia no está logrando tapar del todo la carencia de una gestión ingobernable en pleno año donde el Consejo de Administración va a sufrir importantes cambios que seguramente desemboquen en una nueva presidencia de RTVE.

La situación actual tiene un gran protagonista y ése es José Pablo López, expresidente de Telemadrid y actual Director de Contenidos de RTVE. La cabeza pensante de la actual programación de las cadenas de TVE, principalmente de La 1.

Este artículo se escribe tres días después de la emisión de 'Amparo Muñoz, la mujer que dijo no' y a la jornada siguiente del Telediario en Atocha y el estreno de 'Baila como puedas'. Que terminarán siendo los grandes protagonistas de este texto.

La mejora de audiencia

La guerra que SÍ debe batallar La 1 de TVE

No se puede negar que La 1 viene de una época demasiado difícil donde parecía estar fuera del mapa para la audiencia salvo en grandes eventos y algún que otro éxito como 'Masterchef' y 'Cuéntame cómo pasó', que ya acusaban cierto desgaste.

Algo que han demostrado gestiones anteriores de TVE, también defectuosas en otras características, es que la paciencia es una gran virtud a la hora de conseguir los mayores éxitos en televisión.

Y es que dos de los pilares de la programación actual de La 1, contenidos competitivos que destacan en su franja, como son 'El cazador' y 'Aquí la Tierra', nacieron como sendos fracasos en audiencia que necesitaron tiempo para asentarse hasta terminar convertidos en referentes del entretenimiento y la divulgación.

La cancelación de '¡Boom!' para sustituirlo por 'Y ahora Sonsoles' hizo que el público huérfano de concursos encontrara una alternativa en La 1 con el espacio que presenta Rodrigo Vázquez, que vio crecer su audiencia como la espuma tras meses de una tendencia al alza más moderada y ése fue el primer paso para el resurgir de La 1.

Después de la polémica emisión del Mundial de Catar, La 1 inició 2023 con noticias más esperanzadoras pero con mucho que pulir. En esas circunstancias llegó el que es su mayor éxito actual: la telenovela 'La promesa' se convirtió en su referente diario de ficción para las tardes, algo que no han podido igualar pero sí han cosechado aceptables datos '4 estrellas' y 'La Moderna'.

Las alegrías han ido a más cuando el canal ha recuperado el doble dígito de media y dado un sorpasso durante varios meses a Telecinco, cadena que hasta hace pocos años le doblaba en la media.

Con estos resultados podría considerarse un éxito la gestión del actual Director de Contenidos, pero lo cierto es que los escándalos le acorralan por diferentes malas prácticas.

El eterno debate: ¿Calidad o audiencia?

En el mes de febrero, La 1 ha perdido de nuevo el doble dígito de media y la segunda plaza y marzo tiene pinta de seguir el mismo camino, unos datos que no tendrían nada que lamentar ya que hay una notable mejora respecto al mismo mes en el año pasado, si no fuera porque la propia Dirección de Contenidos ha decidido entrar en guerra contra Telecinco como el principal objetivo frente a todo.

Y no deja de ser cierto que, si bien Telecinco se encuentra en una crisis de la que tardará tiempo en recuperarse, La 1 todavía tiene muchas carencias en su programación que no ha terminado de arreglar mientras deposita todas sus fuerzas en eventos. Tampoco merece la pena competir contra una cadena privada que exprime su único gran éxito ('Supervivientes') en varias noches a la semana para darle un oxígeno artificial a sus datos, que perderá cuando la edición acabe.

En 2006, la renovación de RTVE que puso fin al ente público e inicio a la Corporación, la actual gestión de la empresa pública, redactó un nuevo Manual de Estilo así como unos Principios Básicos de Programación que aseguran lo siguiente:

"La radio y la televisión públicas compiten consigo mismas y se miden por su

capacidad de respuesta a las demandas de la sociedad. Pero eso no obsta

para exigirle unos resultados de audiencia que prueben el valor de sus

contenidos y garanticen su funcionamiento de acuerdo con la normativa legal.

Los medios de RTVE no deben renunciar a conseguir una posición destacada

ante la audiencia. Sin embargo, este objetivo no puede justificar la falta de

calidad de los contenidos ni su alejamiento de los principios de servicio público.

El liderazgo de audiencia no es un fin para RTVE. El fin debe ser el

cumplimiento de sus propios objetivos."

Principios Básicos de la Programación de RTVE. Ley 17/2006.

Es evidente que TVE y, en particular La 1, no puede renunciar a tener una mínima preocupación por los datos de audiencia ya que la máxima debe ser llegar a todos los sectores de la población y que éstos se sientan atendidos. Sus contenidos deben tener un mínimo interés para justificar su existencia, pero sus criterios no pueden ser meramente competitivos contra empresas privadas.

También depende de la interpretación que le dé cada uno a una "posición destacada en audiencia", porque en un contexto de caída de consumo televisivo en lineal quizás las ventanas alternativas deberían cobrar más peso que la propia cuota de pantalla, que cada vez simboliza a menos espectadores.

El share, si bien representa cuánta gente hay viendo determinado contenido respecto al total que hay viendo la televisión en ese determinado momento, pierde importancia cuando se trata de programas estirados hasta la madrugada que en su tramo final se enfrentan contra la nada en otras cadenas de televisión y se aleja de los objetivos de la cadena pública respecto a esa posición destacada ya que esos programas hacen un dato irrisorio en espectadores.

Sea como sea, esta guerra contra Telecinco es contraria a lo que las propias normas internas piden y, se puede estar a favor o en contra de ellas, pero un directivo que trabaja en la cadena, sea trabajador interno de ella por oposición como fichaje externo, debe respetarlas, así como nosotros como espectadores tenemos la responsabilidad de que se hagan las cosas como se debe.

No es serio que una cadena pública persiga constantemente los estrenos de cadenas privadas sacando de su hora emisión éxitos como 'La promesa' para contraatacar, por ejemplo, al estreno de 'Sueños de libertad'. Tampoco que cambie constantemente las películas anunciadas o las repita en bucle, que tenga tres días seguidos de partido de fútbol o que el prime time esté lleno de realities y talent show, con o sin famosos, mientras se bloquean otras propuestas.

Al final lo que debe buscar La 1 es un equilibrio adecuado entre audiencia y calidad que combinen contenidos competitivos (que no recurran a malas prácticas para ello) con otros que no lo sean tanto pero aporten buen hacer, innovación y servicio público.

La guerra que SÍ debe batallar La 1 de TVE

¿Entonces qué es servicio público en el ámbito audiovisual? Aquellos contenidos financiados con dinero público ya sea en cadenas públicas -o incluso privadas- que tengan una función informativa, educativa, cultural, social, de innovación o simplemente intenciones de elevar la calidad media. Es un concepto muy amplio que puede abarcar desde un documental de nicho hasta una película. Cuando me refería a cadenas privadas, pensaba expresamente en aquellas películas de Atresmedia y Mediaset que tienen subvención gubernamental y, encima, son buenas.

No creo que los realities que emite La 1 en prime time sean ese servicio público que se exige. Quizás 'Masterchef' al principio antes de caer en las garras del morbo y la duración excesiva se podía argumentar que hacía una buena promoción de la cocina, pero hace ya tiempo de eso. Tampoco lo creo que lo sean los programas del corazón, aunque reconozco que 'Corazón' hace una buena labor divulgativa de festivales culturales en España y de contenidos de la propia TVE, así como 'Mañaneros'. El cine estadounidense que emiten con audiencias irregulares tampoco entraría en esa categoría, a pesar de hacer buenos datos en la noche del domingo.

Se puede defender que la programación de la cadena dedique una parte a esos contenidos para compensar la baja audiencia de otros de mayor servicio público, siempre y cuando las dosis de servicio público estén bien representadas en la programación de La 1, caso que ahora mismo no se da.

La oferta nocturna del principal canal de la televisión pública son hasta tres noches de talent show, luego un programa pseudocultural de lamentable audiencia y finalmente tres noches de cine, únicamente una de ellas de películas españolas.

La TVE de José Pablo López juega la baza del entretenimiento con una única carta que recuerda mucho a las formas de hacer televisión que tenía Telecinco hasta hace no mucho mientras guarda en el cajón muchas series que tienen pendientes todavía su estreno, entre ellas 'HIT'. La promoción de 'Detective Touré' se está haciendo eterna también. Luego las pocas que estrenan, encima son maltratadas.

En este panorama tan triste, hemos tenido algunos destellos positivos estos días: el primero, el documental 'Amparo Muñoz, la mujer que dijo NO' y el segundo el 'Telediario 2' emitido en directo desde Atocha en conmemoración al veinte aniversario del 11-M.

Lo primero fue emitido el pasado sábado en prime time, acusado de forma ignorante por algún que otro usuario de esta web de ser un espacio de marujeo, fue una exposición de las vergüenzas de la industria y un debate sobre feminismo adecuada para la programación especial del 8-M. Si bien el documental podría recordar a 'Lazos de sangre' (programa que es bastante más respetuoso en sus reportajes que en sus tertulias posteriores), el debate, a cargo de los Servicios Informativos de RTVE, trató temas sociales muy interesantes a través de periodistas, escritoras y movimientos estudiantiles feministas.

La audiencia del documental fue de 1.049.000 espectadores (8,7%), un dato si bien no excepcionalmente alto, sí aceptable y especialmente destacable para el contenido que era. Fue el segundo espacio nocturno de mayor audiencia de la semana, sólo superado por la emisión de 'Bullet Train' en 'La película de la semana', noche donde hay costumbre de poner el canal. Fue lo más comentado en redes sociales aquella noche, con muy buenas críticas (no tan buenas para la praxis de Rosa Villacastín).

Entonces llegó el lunes 11 de marzo, ese día La 1 tenía presente en su programación dos importantes eventos: los Telediarios especiales sobre el 11-M y el estreno de 'Baila como puedas'.

La audiencia de ambos fue bastante floja: 1,3 millones (9,8%) vieron el informativo especial presentado por Marta Carazo mientras que poco más de medio millón (7,1%) el talent show de baile. El relato cambia respecto a la acogida de cada producto.

Mientras el reality que acogía a rostros que ya no desea Telecinco se inundaba de malas opiniones, el Telediario especial era aplaudido por aquellos que lo vieron, a pesar de que la promoción del primero fue mucho más invasiva.

'Baila como puedas' es un programa con intenciones comerciales de atraer a la audiencia (algo válido) pero que recurre a rostros que quizás una televisión pública no debería tener en nómina (estafadores como el Maestro Joao), un formato clónico que, además, tiene características muy comunes con otros dos formatos como 'Bake Off' y 'Maestros de la costura', alejándose así de la diversidad que requiere la programación de un canal como La 1.

Pero dos horas antes, la misma cadena hacía el Telediario que hubiera deseado hacer veinte años cuando Urdaci manipuló los informativos para favorecer los intereses electorales del Gobierno. Los Servicios Informativos se habían pasado toda la jornada en la Estación de Atocha informando de forma muy especial sobre el veinte aniversario de la tragedia del 11-M.

El Telediario de la noche, en particular, combinó el homenaje a los fallecidos con la información incómoda con el poder y la cultura. Se habló con víctimas, se hizo una cronología de aquellos tristes días de marzo donde se exponían las mentiras del PP, se habló con periodistas y se concluyó con un íntimo número musical donde Leiva y Travis Birds versionaban la canción 'Yo me bajo en Atocha' de Joaquín Sabina y Pancho Varona, bajo la dirección de Fernando León de Aranoa, director de cine ganador de ocho Goyas. Ese mismo número lo tenéis aquí arriba en este artículo.

Los dos productos defendidos como servicio público en este artículo quizás no hayan destacado en audiencia pero han sido más vistos que cualquiera de los talent show de La 1, también 'Bake Off', que se intenta vender como éxito por hacer una cuota de pantalla medio aceptable terminando a las tantas, pero con un número de espectadores irrisorio.

El Telediario de anoche probablemente sea premiado más adelante por su buen hacer y puede que no llegara al doble dígito, a pesar de eso ayuda a consolidar a Marta Carazo como la nueva referencia informativa de RTVE, un rostro de la casa frente a tantos fichajes estrella de fuera que no están aportando nada.

Y es que la batalla por la que sí debe luchar TVE es la del prestigio, aquella donde sí puede ganar por no depender tanto de los datos de audiencia, donde puede presumir de su capital humano, de sus imponentes medios técnicos que las cadenas privadas no tienen, de narrativas audiovisuales ambiciosas... Y, aún con todo eso, se puede seguir compitiendo en audiencia, pero con sesera, con variedad y buen gusto. Lo que hace falta ahora.

No vas a poder luchar contra el liderazgo de los informativos sensacionalistas y politizados de Antena 3, gana la guerra del prestigio. El éxito que venga en forma de reconocimientos y buenas críticas, como ha pasado con este Telediario que se ha vuelto tan viral.

Es una pena que los directivos de TVE hayan tomado un camino que no contenta a nadie, ni siquiera a los amantes de las altas audiencias porque esos formatos comerciales son a la hora de la verdad fracasos muy caros que no aportan ninguna alegría, sólo escándalos y quebraderos de cabeza. Convertir La 1 en una cadena de realities y contraprogramaciones es una mala idea que le está pasando factura y estos días TVE se ha visto reforzada cuando ha sido un servicio público de verdad. El verdadero éxito está en ganar esta guerra ajena al share.

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