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'Doctor Who' necesita perder el miedo a ser de nuevo una serie diferente

Lunes 5 de Noviembre de 2018 11:15
 

'Doctor Who' necesita perder el miedo a ser de nuevo una serie diferente

En algún lugar exacto, en algún punto de la temporada el 'Doctor Who' de Chris Chibnall tendrá que tomar aspiraciones mayores porque de momento la undécima temporada se encuentra en un punto de estancamiento preocupante del que todavía puede salir.

La primera mitad se ha asentado como algo que está bien pero que es genérico y superficial que necesita perder el miedo a ser diferente antes de seguir asemejándose a otras series.

Una menor ambición

'Doctor Who' necesita perder el miedo a ser de nuevo una serie diferente

Con mayor o menor acierto, una de las características que siempre ha brillado en 'Doctor Who' son las ganas de hacer algo diferente que salen de los estándares de la televisión convencional.

Por supuesto, no todos los capítulos cumplen con eso, pero el tono ese único siempre estuvo allí, con un estilo más "cutre" con Russell T. Davies y más fantástico y oscuro con Steven Moffat, pero con Chris Chibnall al mando se ve como una serie decente más, sin mucha personalidad propia.

Esto se ha notado mucho en la narrativa de los capítulos, alguno de ellos como el de Rosa Parks incluso es similar a la serie 'Timeless' y también en la forma de desarrollar personajes pero sobretodo en la licencia artística de poner canciones pop en la banda sonora pareciéndose más a 'The Good Doctor y a 'Anatomía de Grey' en sus momentos emotivos que a 'Doctor Who'.

Los diálogos son menos inteligentes y en muchas ocasiones se sienten forzados hasta el punto de restarse cierta naturalidad y bastantes escenas humorísticas se sienten metidas con calzador.

Por supuesto, todavía se ve con cierto agrado pero el ritmo de los capítulos es preocupantemente genérico, ninguno ha llegado a sobresalir pero tan solo 'Rosa' ha probado a ser algo más que una aventura olvidable. Es cierto que todavía queda media temporada pero es un poco preocupante que todos los capítulos escritos por el showrunner sigan un mismo patrón sin haber variaciones destacables más allá del lugar y el momento en el que se encuentran.

Si 'Doctor Who' no quiere estancarse en los siguientes capítulos (escritos por otros guionistas que no son Chibnall) deben probar conceptos más intrigantes e inteligentes, puede que con esto hayan atraído al espectador más casual pero la BBC, como cadena pública, no debe preocuparse únicamente por las audiencias y deben ser fieles a los fans de siempre.

Muchos personajes, poco desarrollo

'Doctor Who' necesita perder el miedo a ser de nuevo una serie diferente

En esta ocasión más está siendo menos y es que cuatro personajes protagonistas pueden ser demasiado para tan sólo diez episodios de 'Doctor Who'.

Chibnall se aleja del estilo de Moffat para crear a sus companions y se acerca más al de Russell T. Davies: gente ordinaria de a pie de calle que nos cuenta sus historias personales fuera de la TARDIS. En este aspecto, el anterior showrunner no se volcaba tanto y los detalles que conocíamos de la vida de las companions eran menores, pero en sí no es algo ni mejor ni peor, sólo un ritmo diferente, en la serie clásica tampoco se veía mucho de ello.

En su momento, décadas atrás, el Doctor y varios acompañantes formaban un grupo, pero con más de veinte episodios distribuidos en largos seriales era más fácil poder dar una trama a tantos personajes, ahora con sólo diez cada uno independiente entre ellos se aprecia que cada vez que uno coge protagonismo los otros dos acompañantes restantes e incluso la Doctor caen a un segundo plano.

Dicho esto, lo peor de todo es que el mayor protagonismo se lo está llevando Ryan (Tosin Cole), cuyo actor no está a la altura de una serie de este nivel y muestra ciertas carencias tanto en las partes cómicas como en las dramáticas, el drama de su personaje con su madre y abuela no termina de ser interesante y en ciertas situaciones es mencionado metido con calzador.

Tristemente, Yaz (Mandip Gill) aunque parece un personaje más interesante, el protagonismo que está teniendo es nulo, a veces está más de comparsa soltando unas pocas frases pero sin aportar mucho más. Gill parece una actriz encantadora pero su presencia la está dejando caer.

El que más interés me produce es Graham (Bradley Walsh), el abuelo de Ryan parece tener más personalidad, si bien ésta no está del todo explorada o definida, el popular presentador de 'The Chase' se me descubre como un excelente actor que cuando llegue su momento puede regalarnos una interpretación memorable.

Pero de quien quiero ver más es de la estupenda Doctor que está siendo Jodie Whittaker, que merece tener algo más de protagonismo y que en ocasiones parece más secundaria por la fragmentación que hay entre tantos personajes, pero que aún con ésas está brillando y que a la larga se podría convertir en una de mis Doctores favoritos.

Para un procedimental donde en cada capítulo tienes que presentarnos a nuevos personajes, cuatro protagonistas es demasiado y se siente descompensado: la relación Doctor-companions no está del todo desarrollada y en cinco capítulos conocemos poquísimos detalles de su personalidad, sólo ciertos aspectos de sus vidas.

Si 'Doctor Who' quiere brillar debe perder el miedo a ser una serie diferente: con un estilo diferente a RTD o Moffat, a veces se acertará, a veces se fallará y sí, el público puede ser muy cruel, pero Chibnall está descarrilando por miedo a descarrilar y sería una mala noticia de que la serie más imaginativa de todos los tiempos se estancara por falta de imaginación.

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