Tal día como hoy hace veinte años, la sociedad española fue testigo de cómo la vida cambia en un instante y el devenir de las cosas puede ser radicalmente distinto por causas ajenas.
Poco después de las siete y media de la mañana, España despertó con la trágica noticia de que en las principales estaciones de tren de la capital habían estallado unas bombas.
190 víctimas murieron en pleno ataque, un policía de los GEOs en una redada contra los terroristas, un recién nacido meses después y diez años más tarde alguien que quedó en coma.
Sin embargo, hubo otra víctima más allá de las mortales, sus familiares y los heridos: la propia verdad.
Por todos es sabido que España se encontraba a escasos días de unas nuevas elecciones, el primer duelo del bipartidismo entre Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero. El primero suponía un continuismo respecto a la presidencia del Partido Popular y el segundo prometía un cambio a la cabeza del PSOE.
Al principio políticos de todos los colores atribuyeron la autoría del atentado a ETA, la organización terrorista independentista vasca, con Arnaldo Otegi, líder de Batasuna, negando que ésa sea la forma de actuar de la banda.
El Partido Popular, con José María Aznar a la cabeza, vio la posibilidad de que el hecho de que fuera un atentado yihadista les podría suponer la derrota de las elecciones en las 14 de marzo, como así terminó siendo aquel día, y optó por una política de manipulación, censura y propaganda nunca vista en democracia a través de medios afines.
La participación de España en la invasión de Irak para servir a Estados Unidos, presidido por George Bush, probablemente fuera el motivo de este ataque, pero periódicos como El Mundo no podían dejar caer a Mariano Rajoy y siguieron con la versión de que era ETA.
En esta terrible situación, RTVE vivió el episodio más oscuro de su historia en democracia y fue cómplice, así como víctima, de aquella mentira que hizo daño a muchísimas personas.
Radiotelevisión Española, tristemente, siempre ha sido el juguete utilizado por gobiernos de uno y otro color, con una etapa excepcional que vino después de este momento de gran bajeza.
Alfredo Urdaci, el por aquel entonces Director de Informativos de TVE, continuó con la mentira de la autoría de los atentados siguiendo con la versión oficial del Gobierno. A su vez, en La 2, Fran Llorente no descartaba ninguna vía de investigación, incluso aquellas que pudieran incomodar a los mandamases.
Eso incluyó la censura, al menos parcial, de una entrevista de Lorenzo Milá al presidente de los Estados Unidos George Bush, donde se ocultaron las partes donde éste hacía alusión a la posibilidad de que fuera terrorismo islámico. Aquellos días, Aznar deseó no haber sido amigo del presidente de la mayor potencia mundial, ya que las protestas en la calle fueron hacia esa dirección.
El PP sacó su mayor maquinaria propagandística utilizando la ley que permite a las televisiones modificar la programación en caso de actualidad para emitir el día 11 en Telemadrid y el día 13 en La 1 de TVE el documental 'Asesinato en Febrero' en horario de máxima audiencia.
Esta pieza, dirigida por Eterio Ortega Santillana, con guión de Elías Querejeta, cuenta el asesinato del parlamentario vasco socialista Fernando Buesa y su escolta Jorge Díaz por ETA en invierno del año 2000.
La emisión en Telemadrid se hizo la noche del día del atentado cuando ya empezaba a descartarse la posibilidad de que fuera responsable aquella banda y la de TVE se hizo en plena jornada de reflexión la noche antes de las elecciones.
Cuando se utilizan los medios de comunicación públicos con fines electoralistas no sólo se está cometiendo un delito, si no que se contribuye a denigrar la democracia y del propio Estado del bienestar. El Partido Popular no es el único responsable de ello pero aquellos días la degradación del cuarto poder y del derecho a la información llegó a su punto más alto. Aquellos días de marzo, José María Aznar y Alfredo Urdaci convirtieron la televisión de todos en un arma contra la ciudadanía.
RTVE quiere pedirnos perdón, ellos que ahora pueden, no como El Mundo (incapaz de hacer autocrítica) ni Telemadrid (secuestrada de nuevo por el partido, esta vez en manos de Isabel Díaz Ayuso), y estos días lo está haciendo a su manera, apostando por el periodismo de verdad y por la información de calidad.
Con 'En portada' e 'Informe semanal', La 1 está recurriendo a sus marcas informativas de mayor prestigio para contar aquella verdad que en su momento no le dejaron hacer, intentando reconciliarse con su oscuro pasado.
También ha rescatado la polémica entrevista que George Bush hizo en la embajada española al periodista Lorenzo Milá, esta vez emitida íntegra y guardada en el archivo como un valioso documento histórico.
En el día de hoy, los Telediarios se van a hacer desde la Estación de Atocha en un monográfico sobre lo que sucedió en aquellos días tan tristes y que incluirá como detalle un homenaje con Leiva y Travis Birds versionando la canción 'Yo me bajo en Atocha', compuesta por Pancho Varona y cantada por Joaquín Sabina bajo la dirección de Fernando León de Aranoa, director de películas como 'Los lunes al Sol' y 'El buen patrón'. Un colofón final en una cobertura que combina rigor con arrepentimiento pero que nos hace creer en los profesionales de la televisión pública, en su honestidad y en su independencia.
Hoy se cumplen veinte años de aquellos días de marzo que se mancharon de sangre y se llenaron de lágrimas, con el dolor de las heridas físicas, emocionales, de la pérdida de los que se fueron y de las mentiras que se contaron. No lo olvidemos, sólo así podremos evitar que vuelva a suceder.
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