En países como Argentina, el presidente Javier Milei está estrangulando al sector negándole todas las ayudas posibles y dejando todo paralizado, haciendo casi imposible que salga un proyecto en condiciones en un país que ha tenido siempre una gran calidad artística.
El fascismo odia la cultura porque la inteligencia derriba sus argumentos simples que remueven las entrañas de la gente pero no aportan verdaderas soluciones.
Y, sobre todo, porque la cultura nunca se calla. De ello fue testigo la dictadura franquista en sus últimos coletazos de vida hoy hace medio siglo.
En 1972, las condiciones laborales de los actores estaban sujetas a lo aprobado por el franquismo y los artistas consideraron que era una violación de sus propios derechos.
Cuando Juan Diego y Concha Velasco propusieron un día de librar a la semana, en forma de exigencia, fueron despedidos de la obra 'La llegada de los dioses'. Semanas más tarde, la asamblea de trabajadores lograron convencer de ese día de descanso.
A finales de 1974, las grandes estrellas de la época empezaron a organizarse para tratar de negociar unas condiciones más dignas, cuando el 4 de febrero de 1975 se bajó el telón para no volver a subirse en nueve días.
Toda la industria se paró, no sólo la del teatro, también la del doblaje, la del cine y la de la televisión. Petra Martínez, por ejemplo, se ausentó del rodaje de la serie de televisión de TVE 'Cuentopos'.
Además de la propia Petra Martínez, grandes nombres como Marisa Paredes, Jaime Blanch, Lola Flores, Sara Montiel o Rocío Dúrcal. El franquismo empezó a saber que la cosa iba en serio.
Las asambleas de artistas eran vigiladas y, sobre todo, reprimidas, pero el régimen por encima de ello decidió tirar de sus armas propagandísticas para intentar reventar la protesta, acusándolos de ser miembros del FRAP, de ETA e incluso de haber participado en el atentado de Cafetería Rolando, la tragedia perpetrada por la banda terrorista vasca en septiembre de 1974, siendo su primer atentado contra víctimas civiles, a escasos metros de la Casa Real de Correos (por aquel entonces centro de torturas).
El mundo entero parecía mirar a los actores españoles cuando Francia, Italia e incluso Hollywood se posicionaron a su favor, dejando al régimen de Franco en una posición de debilidad.
Lola Flores al principio no quería participar en la huelga porque "le debía mucho al dictador", pero se apuntó cuando su amiga Rocío Dúrcal fue detenida por protestar. Según David Lara a InfoLibre, "la faraona montó un pollo tremendo en la Dirección General de Seguridad", porque "a Rocío no la toca nadie".
Tras nueve días, el sector consiguió lo que quería, ese día de descanso: los lunes el teatro no abre.
La dictadura daba sus últimos coletazos de vida y mientras el franquismo estaba buscando la forma de sobrevivir a Franco (ahora lo hace a través del PP y VOX), el último año de éste empezó con una huelga histórica del mundo de los artistas.
Y es que aunque los herederos del franquismo la intenten destruir, la cultura no morirá nunca, la democracia vive a través de ella. Y hace 50 años lo hicieron evidente.
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