Breaking Bad

Series hay muchas. Están las de culto, que perduran en la mente con los años y serán recordadas a pesar del paso del tiempo, y están las convencionales, que se caracterizan por no añadir nada nuevo a lo que presuponemos. Breaking Bad es el prototipo de serie nunca visto antes en televisión. No excluye la apariencia sencilla aunque destaca por no permanecer en el terreno comercial. Tiene ese aroma ha serie veraniega, pero que su jugo es totalmente de temporada invernal. Es invierno y verano a la vez. Comulga frecuentemente con el otoño y por supuesto que no se olvida de la primavera.

Picasso decía que un hombre cuanto más años cumple, se hace más joven. Y si lo miramos desde cierto punto de vista tenía razón. Es el caso de Walter. Hablando de términos estrictamente naturales o de términos espirituales. Da igual el caso es que ha cambiado. A Walter un día se le desmorona el mundo y prueba a hacer experiencias en la vida y con la vida. El Karma quedó atrás y sólo quedará el mañana. Si el presente le da paso claro. Y eso es Breaking un recorrido constante por el sendero de lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos, sabiendo que, como para un niño, no se debe pensar en el pasado o en futuro, sino solo el presente.

Breaking Bad nos habla del camino para encontrarse a uno mismo. Del florecer de los extraños sentimientos a impulsos a priori involuntarios. Buscar la comodidad y evitar el sufrimiento. El ser diferente. El ajustarse a un nuevo método de vida. Nunca se aprende si vas al contrario de la ley. Porque tu libertad acaba cuando empiezas a vulnerar la del otro. El tal Heisemberg siempre pensó que desde lo alto todo cambiaría. La cocina es su fuerte. El presente de la serie convive con mentiras, drogas, experimentos, dolor y sobre todo un vaivén continuo.

México es el nexo que adorna la cálida vista del paisaje arenal, mientras que una caravana sucumbe frente al bienestar de la familia. Y con todo esto tenemos tiempo para reírnos, ¿de qué?,. No sé si de la vida o parte de ella, pero sí de esas cosas que por pequeñas que sean, serán recordadas con anhelo y buena onda como diría aquel. Por su parte, la familia empieza a vigilar la experiencia, y Tenerife con aviones de por medio aparece de nuevo con yanquis de por medio.

Breaking Bad fluye pegada, profunda, directa y variada, en son con el espectador. Con su carisma te hace vibrar tus sentidos, exigiendo de estos innumerables adaptaciones y obligándolo continuamente a reprimir sus impulsos. Breaking Bad es como una caja de sorpresas pero con un cartel de por medio de se mira y no se toca. Porque en algún momento de la serie (véanse la temporada tres), como diría Hernán Casciari, nos invaden gruñidos, o como diría el malogrado Andrés Montes, manifestamos un constante "! Explícame que pasa aquí!, y hasta tendríamos que morder literalmente el polvo.

Breaking Bad es sin lugar a dudas unas de las mejores series de la actualidad. Concebida, creo yo, como un complemento extraordinario para series de culto que le había precedido, ésta se ha convertido con el tiempo en una de ellas. La serie superó el laberinto de aventuras estándar, para adentrarse profundamente en una obra casi social. El relato es abrupto, sólido, desencadenamente brusco. Nos atrae continuamente por el carácter especial e ingenioso de su protagonista, y por la reacción que en él, sufren los protagonistas secundarios.

La crónica es que, Breaking Bad, es un viaje por un mundo dentro de un submundo, y que produce en el espectador una reacción y una atracción nada desdeñable a si viajáramos a otro planeta. Es un viaje continuo tanto en el espacio como en el tiempo (no, no hay viajes en el tiempo, o eso creo). Angustia, alegría, esperanza, tristeza, aventuras, amor, venganza, redención y familia se dan cita en ella. Sin destacar lo menos bueno de la serie, que también lo tiene desde mi punto de vista, quizás sea Breaking Bad la serie que habrás oído mencionar alguna vez, que tenías que haber visto, y que bajo estos renglones, al menos ya has empezado a leer de ella.