'Parenthood': con K de Kristina

No siempre es fácil mostrar una enfermedad en televisión, en ocasiones se alejan demasiado de la realidad o viven en un mundo paralelo, como es el caso de 'Con C Mayúscula', otras veces estos temas se tocan de forma muy fría y hacen que el telespectador no se inmute lo más mínimo o incluso algunas ficciones lo meten como calzador y lo resuelven de una forma bastante anecdótica, como la isla sobrenatural de 'Perdidos'. No es el caso del drama familiar de 'Parenthood', donde a principios de esta cuarta temporada hemos descubierto que Kristina tiene cáncer de mama, del que seremos testigos durante todo el proceso: desde la mamografía rutinaria que sirve para detectarle un tumor, los posteriores análisis, la comunicación a la familia hasta la operación y, en caso que lo necesite, los procesos de quimioterapia y/o radioterapia.

En primer lugar, me parece muy acertado que sea el personaje de Kristina el elegido para esta trama, a ella siempre la habíamos visto en un segundo plano frente a los cuatro hermanos Braverman y siempre con historias compartidas con otros personajes, como las disputas con su suegra, las discusiones con su marido, la educación de su hijo Max o el trabajo junto a su sobrina Amber. Pero estar en segundo plano no es ninguna facilidad, ya que en estos momentos es uno de los personajes con peor background y, como buen drama que es esta serie, nunca se acaba de tocar fondo en esta vida y siempre se puede seguir cayendo. Al Asperger de su hijo Max y al cuidado de la pequeña Nora hay que sumarle el endeudamiento en el que ha decidido meterse la familia para pagar los estudios universitarios de Haddie, quien ha abandonado el hogar. Kristina, que vive por los demás en vez de por ella misma, vive continuamente estresada y, como todos sabemos, el estrés inhibe al sistema inmune, por lo que si quiere mejorar y salir de ésta con vida debe cambiar su estilo de vida y dejarse cuidar por su familia.

Ésta es una de las grandes tramas de esta temporada, y quizá la más conmovedora, pero no la única. En casa de Julia y Joel también ha habido grandes cambios. Al final de la tercera temporada vimos cómo llegaba Víctor, pero el niño que soñaban con tener parece que no es lo que esperaban: un niño desganado sin interés por el colegio, los deportes ni la vida social, que está enganchado a las videoconsolas y cuya actitud acabará perjudicando aún más a la malcriada de Sydney. Aunque ya hemos podido ver algo de esperanza gracias al béisbol. También en este nido familiar hemos visto como recientemente la pequeña de los Braverman ha decidido renunciar a su trabajo en el bufete para dedicarle más tiempo a sus hijos. Esto en el papel está muy bien, pero en la práctica no tanto, ya que Julia era quien aportaba la mayor parte de ingresos a la familia, imagino que esta decisión unilateral creará una discusión entre la pareja, pues Joel, el amo de casa, deberá ponerse a buscar trabajo y no limitarse a hacer de manitas de vez en cuando si quieren mantener su estilo de vida.

Sarah también tiene sus problemas, aunque en su caso sentimentales. La hermana mayor en edad, pero menor en espíritu, acaba de prometerse con Mark. Pero ahí no acaba la cosa, sino que ahora se ha abierto un triángulo amoroso. En su búsqueda de empleo, ha terminado trabajando en un estudio de fotografía en el que su falta de experiencia nos ha dado algunos momentos cómicos, gracias a su trato social y la conexión con la hija del impertinente de su jefe, Hank (Ray Romano), despierta algo en él que, por el momento se ha traducido en un beso. Habrá que esperar algún capítulo para descubrir cuál es la decisión de Sarah, aunque siempre se ha dicho que amor y trabajo no van bien unidos. En cuanto a Amber, la joven enchufada trabaja en el Lunchonette junto a sus tíos Adam y Crosby (y ya van cuatro tíos tras Julia y Kristina) como nueva recepcionista y sigue llevándose varapalos en cuestiones de amor. Drew sigue sin hacer demasiadas apariciones, aunque de momento hemos descubierto que tras el verano su novia lo ha dejado.

Crosby y Jasmine tienen que lidiar con la tarea de educar a su hijo Jabbar, de momento, son los miembros de la familia Braverman con una de las tramas más flojas tras su boda, aunque en ellos ha recaído tocar temas de racismo. "¿Qué significa negrata?" o "¿Yo puedo decir negrata porque soy negro?" son algunas de las dudas que le han surgido al pequeño.

En cuanto a los abuelos de la familia, Camille y Zeek, siguen con pocas apariciones pero como nexo entre todos. Quizá el segundo haya tenido mayor protagonismo al cometer una imprudencia al volante con los nietos a su cargo o al acudir obligado por su esposa a un centro de veteranos de guerra, donde ha hecho migas con el joven Ryan (Matt Lauria), el próximo amor de Amber.

Y hablando de Matt Lauria, el trajín de actores de 'Friday Night Lights' a 'Parenthood' ya es un cachondeo, imagino que es lo que tiene que ambas series cuenten con Jason Katims, David Hudgins, Brian Grazer como productores ejecutivos. Este último se une al mismo Sam Jaeger, a Michael B. Jordan, a Minka Kelly, a Derek Phillips, a Jeff Rosic y a Angela Rawna. ¿Quién será el siguiente?

Aunque sin duda alguna, lo mejor de esta serie es la capacidad que tiene de transmitir sin hacer uso del diálogo, con una música melódica sustituyendo a las palabras se entiende todo y al menos a mí ha conseguido sacarme alguna lágrima. Y esto pocas ficciones lo han conseguido.