'House of Cards', poniendo las cartas sobre la mesa

La política está podrida debido a la corrupción, eso no es nada nuevo que no hayamos visto en televisión, pero ninguna había hecho partícipes a los espectadores como lo hace 'House of Cards', la primera serie de producción propia de Netflix. Durante los trece episodios de los que consta la primera temporada, su protagonista, Frank Underwood, un congresista de dudosa moralidad, elige a la audiencia como confidente, y en algunos momentos hasta confesora, de sus oscuras intenciones. En los primeros minutos ya deja claro que en la política no hay amigos y que este mundo funciona con favores, hay que hacerlos para poder cobrarlos cuando sea necesario.

Pero la política no es la única que apesta, los medios de comunicación, donde se antepone el ego a la profesionalidad, objetividad y buena conducta, están a su merced y le siguen el juego sin darse cuenta (o sin querer darse cuenta) de que continuamente están siendo utilizados como marionetas. Por primera vez los medios informativos no son los héroes salvadores que deben arriesgar sus vidas con tal de mostrar que la política está corrompida, sino que ellos también son parte del problema. Sindicatos como el de la educación tampoco se salvan en 'House of Cards'. En esta serie nada es lo que parece y hay que analizarlo todo con segundas intenciones si no se quiere caer en la trampa.