El despertar de Ellen Parsons

A lo largo de esta entrada podéis encontraros spoilers de la cuarta temporada, no sigáis leyendo si todavía no la habéis visto.

Podríamos decir que la cuarta temporada de 'Daños y perjuicios' ha sido el resurgir de la serie., la evolución que todos los espectadores estábamos esperando y que jamás terminaba de llegar.

En la primera temporada descubríamos a un corderito (little lamb) muy asustadizo, llamado Ellen Parsons (Rose Byrne), que, justo cuando comenzaba su carrera como abogada en el bufete de Patty Hewes (Glenn Close), perdía a su prometido y era víctima de un intento de asesinato. Tras esos turbios incidentes, decidió cambiar de aires y cuando parecía que ya había visto la luz -estaba a punto de vengarse del malo malísimo Arthur Frobisher (Ted Danson) y se había aliado con el FBI para hacer caer a Patty-, todo resultó ser un espejismo. Un año después, durante la tercera temporada, la palabrería de Tom Shayes (Tate Donovan) hizo volver a trabajar a Ellen junto a Patty, pero solamente por un caso. Cuando parecía que tras más de dos años el cordero había rehecho totalmente su vida, Ellen decidió pedir ayuda a Patty para montar un caso de gran repercusión, y es que son peores que un matrimonio convencional. ¿Y cómo terminó todo esto? Pues como era previsible (y ya comenté tras el 4x01 por aquí), no mejor que el rosario de la aurora.

Ellen es una de esas personas buenazas por naturaleza que son incapaces de hacer daño a una mosca, una cualidad muy buena para una amiga, pero un enorme defecto para un abogado que quiere recibir fama, imponer respeto y hacerse un nombre. Justamente todo lo contrario a Patty Hewes, que, una vez más -y ya he perdido la cuenta-, ha acabando utilizándola como le ha venido en gana. Ésta es la última: tras haber conseguido montar un caso, Ellen consideró más importante la vida de un amigo que seguir hasta el final, algo que Patty consideró un rotundo error, por lo que, mediante otro testigo, decidió seguir ella sola, y, como es evidente, se colgó todas las medallas y se llevó todos los méritos por haberlo ganado.

La temporada ha acabado con un giro que muchos estábamos deseando desde hace tiempo. Hacía años que Ellen se estaba guardando demasiadas cosas para sí misma y creo que ahora es el momento adecuado para estallar, ya no puede más. Ahora que está en juego la custodia de Catherine, la hija que Michael Hewes abandonó y que ahora mismo vive con su abuela Patty, tutora legal, ¿cómo jugará Ellen, única testigo citada a declarar, entre la madre y el hijo? Eso es lo que todavía queda por ver, aunque recordemos que Parsons ha vivido momentos por los que podríamos considerar a Patty una mala madre. ¿Os acordáis de cuando Hewes madre sobornó a la madre biológica de Catherine para que desapareciera de su vida? ¿De cuando dedicaba muchísimo más tiempo a sus casos que a la atención de su hijo adolescente? ¿Cuando no tenía ni idea de como cuidar a su nieta y, al no tener niñera, acabó Ellen cuidando de la niña? ¿O cuando hizo todo lo posible para perder a la niña de la que estaba embarazada para poder tener una carrera como abogada? Ellen tiene demasiadas pruebas y podría hacerle mucho daño si se lo propone. Habrá que esperar hacia que lado se inclina de la balanza en su declaración, pero creo que si os ha encantado tanto como a mí esta cuarta temporada, la final, que veremos el próximo año, puede ser apoteósica. El corderito ha crecido y ahora es oveja vieja. Creo que Patty no es que sea mala madre, simplemente no sabe serlo porque jamás lo ha sido, por mucho que haya parido.

Desde aquí sólo puedo acabar pidiendo muchas nominaciones -y espero que premios- para Glenn Close y, especialmente, para Rose Byrne, cuya evolución merece una recompensa. No siempre una serie poco vista o de un canal muy minoritario es sinónimo de mediocridad, si no que se lo digan a 'Friday Night Lights'.

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