Cuatro mil trescientos minutos, 71 horas o lo que es lo mismo, cien episodios. Contra todo pronóstico de los comentaristas más agoreros, que llevan prediciendo su cancelación desde la segunda temporada, la serie más constante y en mejor forma actualmente en emisión ha conseguido entrar en ese cada vez más selecto grupo de series cuyo número de episodios totales cuenta con tres dígitos.
A pesar de no marcar grandes datos de audiencia -sólo destacan las señoras mayores-, el drama legal ha llegado este fin de semana al capítulo 100 en Estados Unidos sin sufrir el más mínimo desgaste. Temporada a temporada, la buena esposa, Santa Alicia Florrick, ha sabido reinventarse, intercalando episodio a episodio sus problemas familiares y laborales con los casos jurídicos, siempre muy cerca -e incluso anticipándose- de la actualidad (Primavera Árabe, escuchas de la NSA, caso Strauss Kahn...).
Una buena esposa que, a pesar de ser esposa, ha dejado claro desde el primer capítulo de la serie, y remarcado especialmente en el final de la tercera temporada, que es una mujer independiente que no necesita -otra cosa es que lo tenga- un hombre en su vida. Se vive bien sola, aunque se vive mejor siendo la esposa del Gobernador de Illinois y alcanzando gracias a ello metas de otra forma imposibles. Aunque Alicia (Julianna Margulies) se muestre en ocasiones reticente -quizá por eso de santa- a utilizar a su siempre complaciente marido, su ahora mano derecha, Cary Agos (Matt Czuchry) ha dejado claro en el capítulo 100 que comprende a la perfección que si ella no estuviese casada con quien está casada, el bufete Florrick-Agos jamás hubiera podido tirar adelante. Pero teniendo en cuenta el rencor con el que vive Alicia, esa falta de comunicación y entendimiento entre ambos socios principales podría hacer dinamitar en cualquier momento el sueño en el que ahora mismo están viviendo.
Aunque por mucha reinvención de Alicia, 'The Good Wife' no sería nada sin sus grandes estrellas invitadas, muchas de ellas ya convertidas en recurrentes, que con sus pequeñas dosis son el alma de la serie. Letrados, jueces, periodistas, políticos o clientes de lo más variopintos, con sus defectos y virtudes, que en múltiples ocasiones han conseguido sacarnos una sonrisa y hasta hacernos reír. Elsbeth Tascioni, Lemond Bishop, Laura Hellinger, Patty Nyholm, Colin Sweeney, Josh Perotti, Louis Canning, Wendy Scott-Carr, Charles Abernathy o Clarke Hayden son sólo diez de las decenas de fantásticos personajes recurrentes con los que cuenta la ficción.
Lo que está claro es que si esta serie entró en la historia de la televisión cuando decidió que los episodios de la primera temporada contasen con una palabra, los de la segunda con dos, y así hasta la cuarta, también quedará en la memoria de todos nosotros las magníficas entradas de cabecera de esta quinta temporada: tras el "Holy...Gloria in excelsis Deo" del capítulo 100, ¿cómo se las harán para seguir subiendo el listón?
El capítulo cien, que arranca con esa cifra en pantalla, me ha recordado mucho al episodio de la cuarta temporada "Muerte de un cliente". Ambos capítulos están escritos por el matrimonio King y cuentan con flashbacks del lunático Matthew Ashbaugh (John Noble), escenas de cama de Will (Josh Charles) y Alicia, y una fiesta con gran cantidad de asistentes a la que acude la familia Florrick al completo (madres de Peter y Alicia incluidas).
Al margen de todas estas similitudes, el capítulo 100 también ha servido para que Kalinda (Archie Panjabi) echase un polvo tuviese al fin una trama en la quinta temporada, y sí, ha sido con una policía. Por contra, mi favorita, Diane Lockhart (Christine Baranski), esa mujer de armas tomar que tras la tormenta sigue tratando de poner un poco de orden, no ha tenido su mejor episodio; este gran personaje se merecía algo más que verse relegada a un segundo tercer plano. La relación con su compañero de bufete, Will Gardner, que sigue bastante descentrado, no pasa por su mejor momento, lo que de seguir así, podría terminar en una batalla interna, un hecho que beneficiaría de lleno a Florrick-Agos. Eli Gold (Alan Cummning) protagoniza al final del capítulo uno de los momentos más abruptos, graciosos y surrealistas de lo que va de serie.
Una serie que ha conseguido episodio a episodio dar muestra de que actualmente es posible hacer televisión de calidad y con clase en abierto y que las largas temporadas de 22 o 23 capítulos no son un impedimento para ello. Ahora, mientras seguimos disfrutando de ella minuto a minuto, la gran duda es si sus responsables conocerán de antemano la fecha del final de la serie y twndrán tiempo para elaborar un buen guión de cierre o si se despedirá por la puerta de atrás.
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