A pesar de que el cine de terror es uno de los géneros que más tirada tiene en la gran pantalla, en televisión pocas cadenas se atreven a entrar con este tema, quizá porque sea más fácil entretener a la audiencia con una buena dosis de humor o engancharla con un desgraciado personaje que muestra todas sus penas, aunque a pesar de ello siempre sale victorioso. Una de las grandes apuestas de FX para esta temporada es 'American Horror Story' (que en España podrá verse a partir del próximo mes de noviembre en Fox). La particularidad de esta serie es no es la típica historia de terror en la que se suceden asesinatos en serie, sino que apuesta fuerte por los espíritus, la magia y los fenómenos paranormales, podríamos decir que está a medio camino entre el terror y la fantasía.
Se agradecen este tipo de apuestas, pues actualmente hay un exceso de comedias de situación y dramas legales, policíacos y médicos en todas las parrillas televisivas. La ficción ha sabido jugar muy bien todas sus cartas: el misterio es necesario para conseguir mantener a la audiencia en vilo, la atmósfera está muy bien conseguida, sabe jugar muy bien con las luces y las sombras y cuenta con algún que otro susto, algunas escenas son espeluznantes y otras que parecen sacadas de una mente rematadamente loca. Y, como ya es costumbre en todas las ficciones de pago, también ha optado por usar la dosis de sexo y desnudos que nunca falla.
A partir de aquí hay spoilers del primer capítulo, así que si todavía no lo has visto y sigues leyendo, atente a las consecuencias.
La historia comienza un día de 1978, cuando dos hermanos gemelos deciden entrar a una casa abandonada, a pesar de las advertencias de Adelaide, una niña con síndrome de Down. Los niños son devorados por un extraño monstruo y fallecen en extrañas circunstancias. Esta presentación, de apenas 5 minutos, en la que no interviene ningún personaje principal, deja ya muy clara la atmósfera de la serie.
Ya en la época actual, a consecuencia de un aborto y de una infidelidad, la familia Harmon decide cambiar de aires y opta por mudarse a una misteriosa casa. En ella no dejan de acontecer situaciones muy raras: mientras Ben Harmon (Dylan McDermott) comienza a obedecer a las misteriosas voces que oye en su interior, su mujer Vivien (Connie Britton) se acuesta con un ser disfrazado de vinilo que -desgraciadamente me temo- no será su marido y del que realmente estará embarazada -¿dará a luz a una misteriosa criatura a lo 'Alien: Resurreción'?-. La hija del matrimonio, Violet (Taissa Farmiga), no encuentra su lugar en esta vida, hasta que cae rendida a los pies de Tate (Evan Peters), el paciente psiquiátrico de Ben, pero todo se romperá al descubrirse el secreto de la casa, hay un monstruo y Dylan lo sabe. Pero eso no es todo, Moira (Frances Conroy/Alex Breckenridge), el ama de llaves, está muerta, y más que ocuparse de sus tareas, parece una perdición para Ben, que a sus ojos ve a una atractiva, joven y caliente criada. Constance (Jessica Lange), la vecina y madre de Adelaide (Jamie Brewer), no queda al margen del misterio, a medida que avancen los capítulos, sus palabras serán cruciales para conocer más sobre el pasado del inhóspito lugar. ¿Serán el mismo monstruo Dylan, Moira y el extraño hombre de vinilo, hechos a modo de tentación para cada uno de los nuevos inquilinos?
Y como extra, aunque igual ya lo sepas, a partir del capítulo especial de Halloween podremos disfrutar de Zachary Quinto y de Teddy Sears ('Torchwood: Miracle Day'), en el papel de la anterior pareja de propietarios de la casa que murió en ella. ¿Los veremos en flashbacks o quizá aparecerán para hacer una visita a sus inquilinos? Para ello todavía tendremos que esperar una semanas.
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