Así comienza sus clases en laSexta 'Merlí', un controvertido profesor de filosofía que llega como sustituto al instituto de su hijo, dispuesto a cambiar todas las normas del centro (¡pues para eso sirve la filosofía!, diría él). Y es que Merlí es un profesor diferente, no es el típico muermo al que todos hemos sufrido en nuestra época de bachillerato. Él es un tipo que antes de vigilar que sus alumnos no hagan trampas, les encabeza para que las hagan. Entren en el aula y siéntense a disfrutar de las clases: todos queremos más Mérlí.
La clave de la serie de TV3 es claramente el humor: la excesiva franqueza del protagonista, así como su afán por revolucionar el gallinero, dan pie a frases y situaciones merecedoras de una carcajada. Merlí no es una persona a la que le haya ido bien el la vida: divorciado, sin trabajo y desahuciado, se ve obligado a volver a casa de su madre, pero curiosamente acompañado: su ex-mujer se va a trabajar a Roma y Merlí deberá hacerse cargo de su hijo Bruno, al que hace años que ve un par de fines de semana al mes, y cuya relación empieza bastante fría. Y ante todo esto, ¿es un tipo deprimido? Él prefiere reirse de la adversidad en vez de llorar, tal y como les dice a sus alumnos el primer día de clase en su nuevo trabajo, que pronto encuentra: profesor en la clase de su hijo Bruno.
Las clases de Merlí difieren bastante de las de nuestro/a profesor/a de filosofía. La mía nos mandaba a leer el libro, ese tocho del que uno entendía una de cada dos palabras y no le interesaba ninguna. Cada una de las clases duraban como un lustro, o al menos ese era el tiempo que a mi me parecía. No soy un amante de la filosofía, ni mucho menos, pero si por algo me ha cautivado esta serie es porque muestra que hay más formas de explicar filosofía, maneras de las que los muchachos pueden no solo aprender sino también divertirse. Y es que, ¿que tiene de malo ser original en las aulas? La metodología de Merlí es aplicable a cualquier materia, y es una vía para hacer despertar a los chavales: Los adolescentes estáis dormidos, no levantáis el culo de la silla a no ser que os hayan cogido el móvil, dice Merlí a sus alumnos.
La sinceridad del protagonista también les pasa factura a sus compañeros profesores. Y es que Merlí no soporta a los típicos profesores clasistas que ven a los alumnos como sus enemigos, y que ven obligatorio mantener las distancias profesor - alumno. Yo prefiero mantener las distancias profesor - profesor , acaba soltándole a uno de sus compañeros clásicos. Y aunque nuestro profesor favorito sea un hombre maduro de cincuentaytantos, parece ser que su inteligencia y labia saben superar la barrera de la edad, a tal nivel que acaba acostándose con la guapa profesora de inglés del centro.
Merlí se acaba ganando la amistad de sus alumnos (quizaś menos la de su hijo, quien se avergüenza de los métodos alternativos de su padre), y al mismo tiempo la enemistad de sus compañeros; todo esto bajo la batuta del director del centro, quien reconoce el éxito de su labor docente pero que continuamente debe abroncar al protagonista por su falta de cumplimiento de las normas. Y es que Merlí recuerda mucho al querido Doctor House: independiente y borde, pero el mejor en su trabajo.
La serie narra también historias paralelas alrededor de los alumnos de 1º de Bachillerato, que acaban apodados como los peripatéticos: noviazgos y rupturas, no saber guardar secretos, y la pronto desvelada homosexualidad de Bruno, enamorado del chulo de la clase.
Estoy hasta los cojones de la gente que dice que la filosofía no sirve para nada, afirma el protagonista. Así que Merlí debe estar hasta los cojones de mi, valga la expresión. Por eso estoy decidido a seguir viendo la serie, a recibir más clases de filo. Quien sabe, quizás al final consigue desatarme de las cuerdas y sacarme de la caverna.
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