La rutina y la monotonía, algunas de las más famosas hermanas siamesas del día a día, nos ha hecho pensar para tener que buscar un entretenimiento alternativo, el cual, se trata del gigantesco y cada vez más prolífico mundo de las series. Después, que tengamos que decidir entre dos variantes, como si se tratara de la sal o el azúcar, no es problema alguno, ya que eso es cuestión de gustos y para ellos los colores y sus derivados como suelo decir. De hecho, un buen día, gracias al interés, a los bienes productivos, al dinero y sobre todo al talento, las cadenas del cable se unieron al irreversible flechazo llevado a cabo por las generalistas, para después instaurar lucidez a través de la valentía en la pequeña pantalla con una dosis de calidad indiscutible. Así nos encontramos en pocos años con la sorpresa de no aburrirnos nunca. Y eso sin contar el extraordinario poder que nos ofrece Internet. Es tanto su potencial y versatilidad, que la fusión Serie-Internet ha sido perfecta, y para no tener en estos renglones de presentación que poner más palabrería, remito a ti lector a seguir leyendo este artículo.
En esta vida moderna, con prisas y desganas ante tanto estrés, no está dando una oportunidad para entrar en una nueva dimensión. Normalmente queremos, algunos dirán querrán sólo parte de la plebe, producto rápidos, simples y de poco pensar, o si no, recurrimos (o recurren) a los elementos precocinados, a los típicos contenidos enlatados, o a ver cualquier cosa que nos solucione pronto el problema de cada día sin reparar en su hipotética calidad artística, en sus condiciones técnicas, o quizás, en sus posteriores influencias sobre el estado de ánimo cuando pasamos al otro lado, a la vida real. La falta de asimilación por estos conceptos, creo que yo que viene, por la falta de equilibrio en el tiempo libre, y siguiendo con el símil, como si fuera por falta también de equilibrio en la alimentación.
Desde mediados de los noventa, aumentando el ritmo y la mayor facilidad para acercarse a sus contenidos por el personal, hemos entrado en esta nueva dinámica que no parece tener fin. Nacen series por un tubo, cada vez mejores. Progresivamente, aquellas series de antaño, muy buenas algunas, excelentes otras, no tuvieron la oportunidad de vivir tan vertiginoso momento. Por eso, cuando me preguntan que si prefiero actualmente el cine o la televisión, siempre digo que aunque esa pregunta no debería hacerse, atenta contra los valores artísticos, las series hoy en día viven un mejor momento y como dice algún famoso crítico de cine, "Las series de televisión es el mejor cine que se hace actualmente". Disfrutemos el momento, no olvidemos el pasado y tentemos al futuro, porque quién no nos dice a nosotros, que dentro de veinte años el panorama no será mucho mejor. La perspectiva siempre va asociada con el tiempo.
La cuestión está en no tener prisas por degustarlas, sino más bien en la paciencia por ponerla en la mesa y consumirla con la atmósfera adecuada. Así con esta nueva oleada extensa de series, aprovechando la dicha impagable facilidad (al menos de momento) de tenerlas asociados con Internet, veremos solucionado nuestro menú y empezaremos a darle más frecuentemente al play, que a más largo o corto plazo, acabará por ser una irresistible sensación duradera. La persona que tenga tiempo para ver la tele o en su caso en el ordenador, sea más o menos consumidor de ella, tiene en las series un aliado fiel, gustoso, de toda confianza que falla solo a veces, permitidme que os diga, cuando se andan por senderos bastante……….,en fin, dejémoslo ahí.
Disfrutaremos casi siempre, cuando lleguemos a convertir a ciertas series, eso que llaman los americanos como "a conversación piece" (tema de conversación). Tiene la ventaja que nos da margen a salirnos de vez en cuando de los manidos temas de charlas que hoy nos suelen ocupar, ya sea política, la dura vida diaria, la política…… Y no hablo del putón del vecino de al lado, la pija/o del barrio, el cabrón del jefe o la sirvienta de la esquina. Porque la magia es la magia, y todos tenemos derechos a evadirnos aunque nos cabreemos a veces de un tiempo determinado.
Gracias a su riqueza visual en la mayoría de los casos, y a veces al talento imnato, las series pueden permitirse el lujo de invadir el día a día más de lo pensado en nuestra vida de acá, mezclando luces y sombras como si pudiera ser verano e invierno a la vez, pero siempre con el merecido sello de eterna primavera. Llegan a formar parte de nuestro ambiente, casi de nuestras familias, y me atrevería a decir que en un muestreo de campo sociológico nacional, no digo mundial, saldrían con resultados que no serían nada residuales. Por tanto, su utilización bien ordenada, eso sí, siempre sin saltos de capítulos, nos llevaría al triunfo sin dudas en eso que se llama calidad-precio.
Las tenemos también como recurso de magnífico regalo cuando llega la ocasión, que resultaría doblemente grato para su destinatario si ofreces la oferta rotunda y sin apelativos, que hay hoy en día en el mercado. Después, dispondrás de un tesoro que pondrá la nota reluciente y de frescor que adornará hasta las más monótonas estancias. Un placer para la vista.
Las series actuales son como una especie de "armas secretas", muchas surgen de debajo de las piedras, asoman su cabeza y pronto se convierten en objetos de adoración. No habrá magia por obra y gracia, por su propia condición y contenido, pero si son ese todo terreno y comodín que piensan degustarlas en cualquier momento. Y cuando se va más, como decía el otro, lo mejor no es tocar nada. Cuando algo funciona, cuídalo y sigue con él para adelante. No hay visos de cambios.
Con ánimo de hacerme yo aún más seriefilo como lo son algunos de por aquí, es decir, ver aun muchas más series de las que presencio actualmente, ya que obras de culto siguen formando parte de mi lista de espera, me permito reivindicare con las que he tenido el gusto de paladear. Es verdad, que el descubrimiento de una nueva serie, hace todavía más feliz a la gente que cualquier invento de la vida real. Por si sucediera este pequeño milagro, el invento digo, sigo con mi temática para seguir las series, ritmo lento y siempre con una en la lista preparada para salir a escena.
La gama que contiene esta nueva generación de series, recorre todo tipo de temáticas, pasando desde el básico drama, al eficaz suspense, a la necesaria comedia, a la entretenida acción con aventuras, y a la cada vez más utilizada y consolida ciencia-ficción, siempre entre algunos que otros subgéneros. Todas éstas van de lo complejo a lo sencillo o viceversa, algunas circulando con caminos exóticos, pero todas ellas premian los buenos contenidos y la presentación exquisita.
En pleno siglo XXI, un internauta que le guste el cine sin series es como un jardín sin flores. Hasta el hombrecillo más desganado sin haber tomado parte o partido en ello, una vez que pruebe la dosis reanimará segura su escasa pasión de partida. Hay series que tienen el adjetivo y palabras especiales, y aunque no sean fervientes y cumbres para el crítico, gozan de una salud envidiable respaldadas por una comunidad de fans amantes del buen gusto, ya que además son y están en la posición idónea como acompañantes del gran menú.
Muchas series tienen un relato fascinante, pero sobreviven por su rendimiento más que por sus facilidades de producción. Son únicas y magistrales para el tipo cotidiano que huye de las la rutina del día a día, (no con la serie), y que sus conocimientos no implican ser muy extensos, si no, más bien prácticos y perdurables. Son series ricas y que siempre, y vuelvo a decir siempre, te acaban recompensando.
Las series responden a un ritual que se inicia con el simple gesto de mover una mano que tome partida en la elección y después se convierte en un festín imborrable para cada uno de los sentidos. Llegados al punto que hemos llegado, sólo nos queda agradecer por pertenecer a esta época y sobre todo, no caer en el vicio que como todo en la vida, es una parte oscura de ellas. Sin embargo, para mí, el New Age actual representa una idea feliz.
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