Ir a FORMULATV

El legado de Andrés Montes

Sábado 16 de Octubre de 2010 10:15
 

Hoy se cumple un año del fallecimiento de Andrés Montes. Que mejor manera de recordarle, que teniendo presente numerosas de sus anécdotas, vaciles, frases, singularidades y aficiones, ya que de un tiempo a esta parte, esas pequeñas florituras mediáticas y llamativas con que nos tenía acostumbrados, se echan trescientos sesenta y días después mucho de menos. Andrés Montes se fue, pero un admirador suyo sigue estando presente para recordarle. Su legado nuestro recuerdo.

Siempre recordaré la curiosa anécdota, comentada en más de un foro, dónde el pequeño gran hombre que les hablo bajo estos renglones, fue protagonista en el programa radiofónico de RADIO MARCA "No Sabes Como Te Quiero". Un oyente, no estaba muy de acuerdo con Andrés, y con el formato del programa, además de que no se le hiciera caso habitualmente. Entonces envió un SMS con insultos al programa y a la persona de Andrés. Montes, no se amilanó y no se anduvo con chiquitas, y leyó el SMS en antena en alto en el programa, dónde en el mensaje se le ponía a parir entre otras cosas, pero para sorpresa del oyente, al terminar éste de leerlo, les regaló a los demás habitantes de las ondas el número de teléfono del oyente enojado. Otra vez, le pidieron que le pusiera un apodo a cierto jugador de la NBA, a lo que se sintió defraudado y molesto, y con Daimiel de testigo, no paró de arremeter (sin insultos) contra en este caso espectador, diciendo "Quien se creen que soy. Mi trabajo es narrar partidos, no identificar y poner sobrenombres a todo Dios. A veces me sale uno, y miro a Daimiel, si éste se ríe sigo para adelante, si no, queda en video y en la memoria de algunos. Tiene que salir solo".

Andrés Montes era el atípico periodista que de lunes a jueves vivía para el básquet, y en el fin de semana no se sabía de él. Una década después, cambió de tornas, pero siguió siendo diferente a los demás, sincero, indiscutible en su estilo y amigo de sus contados amigos. En este caso, de lunes a viernes no se le veía en pintura, salvando alguna llamada los lunes de valoración del fin de semana, y otra los viernes de preparación para éste. Eso sí, los sábados y domingos se despertaba el espíritu de "El Negro". Era una persona que se transformaba. Como dijeron muchos por ahí, Andrés era un tipo extrovertido y tímido a la vez, porque sus propios compañeros decían que pasaba del tono más alto al más bajo de decibelios en apenas minutos, por no decir a veces segundos, y del nivel mayor a menor de adrenalina. Contaba el chascarrillo más inusual, se volvía loco con la jugada menos trascendente, para después diluirse. Pero rara vez, por no decir ninguna, aburrió a sus fieles en una retransmisión deportiva. Él sonreía y apuntaba "No, no tomo drogas".

Poco agraciado físicamente, más bien diría yo que feo, desde temprana edad no se puede decir que su vida tomara un camino de color de rosas. Desde pequeñito enfermizo, tuvo siempre el problema de que se metían con él en el colegio por su aspecto físico y por su manera de ser, dónde le otorgaron más de un sobrenombre. Su padre había fallecido relativamente joven, y su madre, una exitosa cantante de Jazz cubana, no lo había acogido. Cuando quiso recuperarlo, "el crecidito" Andrés la dio de lado. Montes siempre contaba la anécdota de su hijo el mayor, cuando a los cinco años se enteró al fin de unas de las respuestas que andaban siempre por su cabeza. Orson, que así se llama su hijo, le preguntó "¿Papá por qué tu eres negro?", a lo que Montes que contestó "¿Cómo que por que soy negro?

Porque tu abuela es negra. Así de simple" (con un aire risueño). El sobrenombre de "El Negro" le gustaba. Añadía "Ojalá me hubiera acostumbrado a las identificaciones al margen del nombre desde pequeño. Mi madre me debió poner un sobrenombre cuando nací". "Si yo me tuviera que poner un mote me llamaría cantamañanas". Su inspiración venía de la improvisación porque no le gustaba estar sujeto a guiones. Le importaba lo más mínimo las opiniones de la crítica, aunque siempre se confesó recurrente a leer críticas que no concernían a él, porque entre otras cosas, le gustaba. "Soy un profesional de la improvisación. Los puristas dicen que soy heterodoxo" apuntaba.

Su estado de salud nunca fue bueno, siempre con achaques, y aunque lo disimulaba, sus compañeros decían "Él se divierte porque le gusta esto, porque piensa en su familia y porque sabe la suerte que tiene al llegar dónde ha llegado, pero en su mirada notamos los achaques constantes". Contestaba Montes "Soy un tio con suerte, no me puedo quejar". Porque Andrés le gustaba hacer felices a la gente y a los aficionados. "A este mundo no hemos venido a sufrir" tenía como máxima. Cuando no lo enfocaban las cámaras, se desbocaba en las narraciones, en los adjetivos, en la verborrea, en los chascarrillos. Pero fíjense bien, o acuérdense, mejor dicho, cuando la cámara capturaba la imagen de su llamativo físico, se volvía como uno de esos actores malos de películas inclasificables con su cara de palo, y no paraba de intercambiar miradas continuas entre los compañeros que tenía al lado y dicha cámara. No estaba cómodo con ella observándolo continuamente. Pero siempre no negó de llevar sus clásicas pajaritas. Alardeaba "Las compro en Londres, Nueva York y ahora en Tokio. En Tokio me he comprado 19 pajaritas. He tirado muchas, pero ahora puedo tener 200". Como decía él "Hay que vender la moto". Él nunca estuvo cómodo en entrevistas, desilusionó a más de uno, cabreó a muchos otros, aunque siempre estuvo en boca de todos. También para cosas buenas. Para las malas y sus detractores señalaba "Sí, claro que sé que hay gente que no me soporta, por eso está el mute en la TV, para no escucharme".

"El Negro" era gran amante del fútbol, aficionado desde siempre, y con el tiempo, allá por los ochenta, aprendió mucho de básquet dónde hoy casi todo el mundo le asocia más como su deporte. Siempre se confesó hincha del Atlético de Madrid aunque decía "Cuando no tenía equipo, siempre iba con los del color de mi piel. Buscaba al menos un jugador del equipo que tuviera mis colores". De tendencia política progresista, siempre apoyó al "Sindicato de jugadores", simpatizó con "El Club Cristal de Bohemia" y no se alineó con "Los Amarrateguis Blues". Tenía vastos y variados conocimientos en el mundo de la música, del cine y la cultura viajera, dónde en la primera, era ferviente admirador de Van Morrison. Tenía toda la colección de discos del "León de Belfast" del que decía "Que con él la música había tocado el cielo". En el mundo del deporte, fueron muchos los deportistas que siguió y que narró en su época. Es difícil clasificar hoy el orden de preferencia pero siempre tuvo devoción por los Jordan, Pippen, Duncan, McGrady, Olajuwon, Iverson, O´Neal, Webber, Strickland, o Walker, este último quizás con el que más se identificaba, en el mundo del baloncesto, y por los Ronaldinho, Zidane, Messi, Pirlo, Xavi, Iniesta, o Etto´o en el mundo del futbol.

Andrés Montes fue el hombre que nos hizo levantar a muchos a las tres y media de la mañana para ver un partido de baloncesto de la NBA, que seguramente en lo que concierne a mi persona, sólo hubiese disfrutado del primer y último cuarto si no hubiera estado él. Que dijo la gran frase que conservó en mi memoria "Buscando la felicidad, siempre". Hoy, todavía la seguimos buscando porque no se trata de encontrarla sino de no darla nunca por perdida.

Información relacionada

Profesionales

Andrés Montes

 

Comentarios

Necesitas ser usuario registrado de FormulaTV.com para comentar en este blog. Conéctate o haz clic aquí para registrarte