Enseriado

Miembro del cast original, personaje inolvidable y la sonrisa más bonita de 'Anatomía de Grey'. Así es Izzie Stvens, la doctora interpretada por Katherine Heigl hasta la sexta temporada de la serie. El año pasado la actriz, en un nuevo alarde de poco compañerismo y subida de humos, decidió abandonar la serie por la que ganó un Emmy y por el que ha conseguido la mayoría de papeles en comedias románticas de tercera categoría. Pero dejo a un lado a la actriz y centro este artículo en el personaje, que es lo que mueve mi interés.

Izzie fue, desde el episodio piloto, mi personaje favorito. Desde el principio veíamos su sensibilidad con los pacientes, su especial relación con George o cómo había tenido que luchar para convertirse en cirujana pese a nacer en un parque de caravanas y haber trabajado como modelo de ropa interior.

La brillantez de Izzie anotó su punto más alto en su relación con Denny Duquette. El flechazo surgió nada más conocerse y vivimos con el corazón en un puño los capítulos en los que Izzie, rozando la locura más pasional de la historia televisiva, manipuló, engañó y tiró su carrera por la borda por amor. Así es Izzie. El amor va primero, la cirugía después. En el episodio 2.27, en la época con más audiencia de la serie, la doctora Isobel Stevens se abrazó al cadáver de Denny ataviada con su vestido de reina del baile de graduación para perplejidad de los demás. Qué tiempos.

"Hace un rato me estaba pidiendo matrimonio y ahora se lo llevan a la morgue, ¿habéis oído algo más ridículo?" pronunció entre llanto y risa nerviosa. Alex, en uno de sus mejores gestos, la coge de la cama e Izzie rodea su cuello con los brazos. Un momento inolvidable e inmejorable que permanece en la retina de todo el que ha sido y es fan de 'Grey's Anatomy'.

A pesar de llevar cinco años en antena 'Brothers & Sisters' aún tiene elementos dramáticos en la recámara para que sigamos enganchados a las idas y venidas de los Walker. Cotilleos telefónicos, cenas que siempre acaban en bronca y mezcla de humor y drama son las señas de identidad más destacadas del principal dramedia familiar de la ABC.

Tras las desavenencias y la posterior destitución fulminante de Jon Robin Baitz (creador de la serie) por parte de la ABC, la serie ha sabido levantar cabeza y seguir atrayendo a los espectadores. La Season Premiere de la quinta y actual temporada registró 9,6 millones de espectadores y ha mantenido una audiencia similar en los siguientes episodios.

En la pasada Season Finale vivimos minutos de angustia con el accidente múltiple que se cobró la vida Robert (Rob Lowe) y con revelaciones tan impactantes como la infección de Saul por el virus del VIH. Para contar qué ocurrió tras el accidente los guionistas han decidido, con gran acierto, dar un salto temporal de un año para mostrarnos cómo han afrontado los Walker este duro trance.

Kitty (Calista Flockhart). Después del cáncer y de las innumerables crisis con Robert, el personaje de Kitty se enfrentaba a un momento clave para evolucionar o quedarse estancada para siempre.

Creo que la muerte de Robert fue un acierto en toda regla para el personaje de Kitty y un alivio para la serie en general. Por más que quisieran el senador era demasiado ajeno a la familia Walker y nunca terminaba de encontrar su hueco.

Ahora Kitty, a la que le ha costado desenchufar a Robert tras un año en coma, ha conseguido mirar hacia delante y piensa en emprender de nuevo su carrera política en el Partido Republicano. Aún añoro su faceta de polemista televisiva de la primera temporada. Es en ese ámbito cuando su personaje brilla y aún más si se enfrenta con Nora. Creo que esta temporada volveré a reconciliarme con el personaje de Kitty.

Nora (Sally Field). Sally Field, ganadora del Emmy como mejor actriz dramática, ha demostrado que es el puntal de la serie y la que otorga un plus de calidad interpretativa difícilmente igualable.

Nora, como buena madre, siempre cuida de su ganado y hace lo posible y lo imposible por mantener a flote a su familia. Se enfrenta a todo y a todos y no tiene remilgos a la hora de decirles a sus hijos todo lo que piensa. Tras el accidente, Nora ya no es la misma. Ahora trabaja en una floristería y apenas opina sobre los acontecimientos que tienen lugar en la vida de sus hijos.

Por primera vez, Nora no quiere que se opine, ni que las cosas se pongan encima de la mesa. Quiere vivir su vida de puntillas, sin hacer ruido. Pero Justin, tan inteligente como siempre, le hace ver que ella siempre será una luchadora y que gracias a su empuje la familia se ha mantenido unida todos estos años. El impresionante flashback de Nora con su hijo menor, antes de que él fuese a la guerra, es la mejor escena del capítulo.

Ver una comedia siempre resulta estimulante. ¿Hará reír o hará llorar? Suena paradójico, pero no lo es. Una mala comedia, cuando no se sostiene, te hace llorar de rabia. Te desesperas. Y así me ha ocurrido con dos pilotos de estreno que he visto. Uno de ellos 'Outsourced' de NBC y el otro ha sido 'Running Wilde' de FOX. Aunque son opuestas en el fondo y en la forma, son idénticas en calidad, ínfima en ambos casos.

Estaba muy interesado en esta serie cuando NBC la anunció en sus últimos upfronts. El punto de partida es interesante: un joven americano se ve forzado a trasladarse a la India para no quedarse sin empleo y formar así un equipo con nativos del país hindú por excelencia. Los gags y el sentido del humor estaban al servicio de la trama desde el inicio ya que se trata de una empresa que vende productos típicos del american way of life . Era muy fácil extremar situaciones que mostraran las diferencias culturales o incluso ideológicas entre dos países tan distintos como India y EEUU.

Pero el personaje principal, Todd (Ben Rappaport), está desdibujado desde el principio. Cuando terminas de ver el capítulo no sabes qué le ha motivado a ir hasta allí. No se muestra ambicioso con el dinero, no es ni agresivo ni integrador con los empleados. Simplemente está ahí, como podía estar cualquier otro. Si el protagonista de una serie falla, todo lo demás se desmorona con él. Y en el caso de 'Outsourced' queda claro desde el minuto cero.

Las situaciones que se dan pueden provocar cierta simpatía en el espectador, pero no hay lugar para la sorpresa, para el ingenio y la rapidez en los diálogos que requiere una serie con este planteamiento. En algún momento se aventura algo que podría ser una baza cómica interesante, pero al segundo se desvanece para mayor pena del episodio piloto.

Otro error imperdonable es la tensión sexual no resuelta, una trama recurrente y válida para todos los géneros, pero que no funciona sola. El esquema chica conoce a chico y al revés es la base pero sin un buen desarrollo y un contenido resistente, la trama resulta una más entre tantas que hemos visto. En este caso, Todd se siente atraído por una australiana que trabaja en el mismo edificio. ¿No hubiera sido más inteligente situarle frente a una hindú tradicional que quiere llegar virgen al matrimonio y que está comprometida desde que nació?

Tenían un personaje así, Madhuri, una joven hindú de casta inferior a la que le cuesta hablar con los decibelios mínimos y que hubiese sido el completo perfecto para el yanky Todd. Pero en su lugar han decidido aburrirnos con más de lo mismo.

Es extraño que la NBC haya decidido renovarla por una temporada completa. La media supera a duras penas los 6 millones de espectadores y aunque en los demográficos cuentan con algo más de alivio, dudo mucho que cierre la temporada con estos datos. De todas formas la NBC tiene poco margen de maniobra y sí 'Outsourced' es uno de sus productos mejor valorados, no quiero ni pensar cuál será el peor.

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'Glee' ha sabido como nadie rendir un merecidísimo homenaje a quiénes han sido, son y serán tres vértices imprescindibles e inigualables del pop icónico. Y quién mejor podía rendir pleitesía a las tres grandes estrellas de la celebridad mundial era 'Glee', la serie musical de referencia.

Madonna ha sido la única, hasta la fecha, que ha conseguido un capítulo temático de principio a fin. Todas las canciones que sonaron en el episodio pertenecían al extenso repertorio de la ambición rubia. La idea argumental para poner a la Ciccone al servicio de la serie, consistió en dotar a Sue Sylvester de un fanatismo desbocado por la chica material. "Madonna, sólo con decir tú nombre, aunque sea en voz baja, me siento poderosa" escribe Sue en su diario decorado y dedicado a la reina del pop. Y la audiencia, como era de esperar, respondió.

La primera canción que sonó fue "Ray of light" en su versión original y coreografiada por los cheerios, y ya se advertía lo impactante que iba ser el capítulo. Will, impresionado por el huracán Madonna, anima a los chicos del coro a producir números musicales dedicados a la cantante más famosa de todos los tiempos.

El medley de "Borderline" y "Open your heart" con Finn y Rachel en las voces principales fue un acierto inmenso. No sólo por las voces, acopladas a la perfección, sino por la magia que supuso poner a dobles de Madonna, en sus diferentes etapas, por los pasillos del instituto. Inmejorable.

¿Y qué puedo decir del vídeo musical de "Vogue"? Mi boca todavía sigue abierta ante la soberbia interpretación de Jane Lynch, protagonista de la actuación. Calcaron y emularon el estilo de unos de los mejores vídeos de Madonna y que supuso un cambio en la videografía de la época. La sustitución de la frase "Bette Davis we love you" por "William Schuester I hate you" fue desternillante.

El tema de "Like a Virgin", cantado con un estilo de medio tiempo aderezado con coros al estilo Brodway, nos mostraba a tres parejas que a punto de clímax se movían al son de la que fue el tema erótico por excelencia de los 80. Sólo Finn pudo saciar sus ganas, mientras que Emma y Rachel decidieron reservar su flor para más adelante.

La lección educativa fue "What it feels like for a girl" cantada casi a capela por todos los chicos del coro, incluido Kurt, autodenominado chica honoraria. Una demostración de que en la música no hay mujeres y hombres, sino sensaciones con independencia del género con el que se nazca.

Y el punto álgido llegó con el apoteósico final. ¿Qué canción fue la elegida? "Like a Prayer" el tema eterno de Madonna, el más polémico, el más auténtico. Rachel y Mercedes estuvieron a la altura con su potencia vocal y la ambientación musical, coro incluido, fue brillante.

Puede que este capítulo congelara las tramas de la serie y que supusiera un frenazo dramático, pero también es cierto que fue un derroche de originalidad y de algo que no se había visto en televisión. Sólo faltó una aparición, aunque hubiese sido mínima, de la señora Ciccone. Espero que en "The Power of Madonna II parte" (aún sin confirmar) haga acto de presencia.

Tenía muchas ganas de ver cómo Alicia Florrick (Julianna Margulies) resolvía la encrucijada en la que se quedó en los últimos segundos de la fantástica Season Finale de la primera temporada. Elegir entre Peter (Chris Noth), su marido infiel y corrupto, o Will (Josh Charles), su fiel amigo y socio, no era una cuestión fácil. ¿Qué debía hacer? ¿Proteger a su familia o seguir sus instintos más básicos?

La respuesta, al igual que la serie, iba a ser compleja, velada e indeterminada. Tal y como es el personaje de Alicia, uno de los mejores que se han creado en los últimos años y por el que aún lloro al quedarse sin el merecidísimo Emmy a la mejor actriz dramática principal de la pasada edición.

La segunda temporada ha empezado a lo grande y aprovecha todos los recursos de los que dispone la serie. Quién piense que 'The Good Wife' es una procedimental al uso se equivoca de pleno. Es una serie bien trabajada, con una dirección exquisita y con un guión que resiste a prueba de golpes. Mantuvo un buen nivel inalterable en toda la temporada, y se consolidó como el mejor drama de estreno en 2009-10. Este año seguro que repite hazaña. La audiencia, 13 millones en el 2x01, representa el acta de fidelidad de los espectadores.

El primer capítulo de la segunda temporada se retoma justo donde acabó el anterior: la llamada de Will justo cuando Alicia iba a darle la mano a su marido en la rueda de prensa tras su declaración de inocencia. El sonido telefónico separaba a la protagonista de lo que debía hacer con lo que quería hacer. Y al final no hace ni una cosa ni la otra. Simplemente resiste y estudia cuál será su próximo movimiento.

Los que leéis este blog sabéis que el autor es un gran defensor de la televisión americana, ajena, foránea. Así es. Me arrodillo ante al poderío yankee, ante su capacidad creadora, hago la reverencia a las creaciones ambiciosas. Pero el que escribe estas líneas también es periodista y crítico con la realidad, incluidas aquellas cosas que defiende con pasión, como en este caso a la televisión madre.

En otro artículo hice un alegato sobre cuáles eran los motivos de mi filiación norteamericana audiovisual, pero también encuentro errores, desaciertos y aspectos mejorables. Centro este artículo en la televisión generalista americana (CBS, FOX, ABC, NBC Y The CW), ya que las cadenas de cable tienen una estructura y parrilla radicalmente distintas y con la que me identifico por completo en términos de programación.

Cambio de día.

Si en España las series cambian su emisión a la primera de cambio, en EE.UU. no suelen dar segundas oportunidades en cuanto a cambios de día o franja horaria. La parrilla se diseña de una determinada forma antes de comenzar las emisiones y sobre el mes de julio ya sabemos qué series y programas se emiten a lo largo de la semana y en qué hora. Obviamente, es una parrilla provisional ya que son muchas las cancelaciones que pueden producirse.

Hace poco hemos visto un estreno paradójico en la ABC con 'My Generation', cancelada tras su segundo episodio. No es que la serie fuese la mejor de todas, pero desde luego merecía más que los 3,8 millones de espectadores que registró en su último capítulo. Este error de programación, a mi juicio, se pudo evitar. La serie estaba sentenciada antes de comenzar con las infalibles 'The Big Bang Theory' y 'Bones' que tienen asegurada su audiencia y, por otro lado, las comedias de la NBC que, aunque minoritarias, no iban a dejar paso a este nuevo dramedia característico del canal Disney.

Si se hubiese reservado 'My Generation' para la noche de lunes, tras el reality 'Dancing with the stars' seguiría en emisión en estos momentos. Ya lo hicieron con la impresentable 'Romantically Challenged', un producto deficiente donde los haya, así que no veo por qué no han querido hacer algo parecido y reservar 'Castle', serie consolidada, para más adelante. Es solo un ejemplo de los muchos que podría citar.

La rigidez en la parrilla surte efectos muy buenos para los ingresos publicitarios -en especial para los programas vencedores- pero no tanto para los espectadores, que se quedan sin alternativa y sin oportunidad de disfrutar de su serie en otro horario.

Tiene el mismo mérito saber hacer llorar que hacer reír, e incluso me atrevería a decir que es más complicado articular un guión cómico que uno dramático. En el drama todos nos identificamos de una forma u otra con algún personaje, pero en lo que respecta al sentido del humor, cada espectador busca algo más cercano aún, un conjunto de detalles que le provoque más de una carcajada o le arranque más de una sonrisa. Las cadenas americanas siempre han apostado por las comedias en distintos formatos y para 2010-2011 hay mucho donde elegir.

De los estrenos que he visto esta temporada, una de ellas se lleva la palma de oro y otra se lleva, como mucho, una palmada en la espalda a modo de consolación. Se trata de la impecable 'Raising Hope' frente a la insulsa 'Better with you'.

'Raising Hope'. Nunca hubiese dicho que FOX sería capaz de estrenar una comedia con semejante grado de salvajismo visual y con unos personajes que tienen la moralidad a 20 metros del suelo. Como suele pasar en comedia el argumento de partida es sencillo: Jimmy se ve, de la noche a la mañana, cuidando de su hija tras una alocada noche de amor. La madre de la progenitora no es su cándida novia de toda la vida, sino una delincuente que muere abrasada en la silla eléctrica con su hija pequeña como testigo al otro lado del cristal. Así de contundente es esta nueva comedia negra negrísima que viene de la mano de Greg García, creador de 'My name is Earl'.

Los personajes, del primero al último, están muy bien trabajados y superan con mucho lo no políticamente correcto. La madre de Jimmy (la gran actriz Martha Plimpton) le dice a su hijo que lo mejor que puede hacer es dejar al bebé en un parque de bomberos, el padre tiene una capacidad intelectual dudosa, la abuela, con la lengua suelta y enferma de alzheimer, y un primo que vive en una tienda de campaña completan esta familia que representa con fidelidad la clase media y profunda americana.

Pero no todo es tan crudo en 'Raising Hope'. Para que el espectador descanse de tanto exceso visual y verbal, hay unas cuantas escenas que reducen el impacto del descaro. La escena final, cuando deciden quedarse con la pequeña y bautizarla como Hope y la nana de la madre a altas horas de la madrugada, confirman que América es América y que FOX es FOX. No puede ser una serie tan canalla sin que le acompañen uno o dos detalles familiares que aflojen el resultado final.

Hay escenas memorables, como el momento en el que tanto Jimmy como su madre vomitan sobre el bebé o la desesperada noche en el que el protagonista es incapaz de hacer que la pequeña se duerma. Los gags son inteligentes, acertados y engarzados con precisión el guión. Todo acompaña para que se convierta en una de las comedias del año, un dato que la FOX prevé ante la confirmación de una temporada completa de 22 episodios, la primera serie de estreno que consigue tal distinción.

El carácter familiar y políticamente correcto de la ABC dejó paso a 'No ordinary family' en los upfronts de mayo. Dirigida a un público distinto al habitual de la cadena y con un planteamiento que se sale de su arco argumental mayoritario, la serie narra el hallazgo de los Powells, familia protagonista, que descubren sus poderes tras un accidente aéreo durante unas breves e impuestas vacaciones familiares. Todos sobreviven y todos mutan a un nuevo estado vital, el de súper héroe. El planteamiento es básico y se ha contado de mil maneras, por lo que no es en el argumento donde reside el relativo éxito de la serie, sino en el giro que le dan para narrar la transformación de lo ordinario en extraordinario.

Si la serie se hubiese plantado en el aspecto heroico no habríamos visto nada nuevo, pero la familia, además de su carácter mágico, es disfuncional. Y aquí está lo bueno, lo original. Lo tenía muy difícil en su estreno ante la feroz competencia de 'NCIS' (CBS) y 'Glee'(FOX), que retienen casi todo el pastel para ellos y aglutinan a gran parte de los demográficos de los martes. Aún así, 'No ordinary family' ha reclamado su parte de la tarta y consiguió unos datos más que modestos en el piloto (10,5 millones) aunque ha perdido dos millones en su segundo capítulo.

No es una serie excelente, pero sí entretenida y que ofrece algo de novedad en la parrilla de las generalistas made in USA, tan conservadoras en los géneros. Julie Benz, gran actriz e inolvidable Rita en 'Dexter', interpreta el papel de Stephanie, casada con Jim (Michael Chiklis) y que forman una pareja diferente, más unida por la psicología de los personajes que por el físico de los actores. Los dos hijos, uno con dificultades de aprendizaje y otra con problemas emocionales, cierran el círculo y aportan un punto extra a la de por sí complicada etapa púber.

Escribo estas líneas segundos después de haber terminado con el primer capítulo de la quinta temporada de 'Dexter'. Ha sido una Season Premiere poderosa, cargada de emotividad de principio a fin y con momentos que desde ahora son históricos de esta gran serie. No me extraña que le haya dado a Showtime el mejor estreno en quince años y también el máximo dato histórico de la serie al registrar 2,3 millones de espectadores. La expectación era total ante el escalofriante final de la cuarta temporada con el asesinato de Rita que, envuelta en sangre, completa la maquiavélica lógica de Trinity, el mejor asesino hasta la fecha; con permiso de Dexter, claro.

El capítulo no ha podido ser más perfecto, ni más clarificador. Cada escena ha estado afinada y las tramas han saltado por los aires de manera abrupta, para que el espectador no sea capaz de pestañear ni un segundo. Una sobredosis de intensidad que coloca a nuestro asesino favorito de la televisión en una incógnita que se desarrollará durante los próximos capítulos. Y tan sólo acaba de empezar lo bueno. He leído spoilers sobre la quinta temporada –que me reservo para mí- y las historias que han diseñado son las que la serie necesita para superar el nivel de excelencia televisiva que viene actualmente la serie de Showtime. Claro que nada de esto sería posible sin la insuperable interpretación de Michael C. Hall.

En esta ocasión Dexter ha comenzado soberbio, pero actuando de forma inesperada. ¿Dónde estaba el Dexter de siempre, en qué pensaba para estar así de irreconocible? Harry no aparecía y Dexter se sentía más huérfano que nunca, desamparado y expuesto al peligro por completo. La muerte de Rita (Julie Benz) le ha mostrado con crudeza todo lo que sentía por ella, mucho más de lo que él pensaba. Dexter, nuestro Dexter, se había enamorado de verdad. ¿Es posible o se trata de un espejismo más? Ha tenido que hacerse cargo de la situación, hablar con los niños, cuidar de Harry jr., lidiar con los preparativos del entierro. Demasiado para una persona cuya necesidad básica es matar. Así qué ¿por qué no concederse a sí mismo el placer? Era eso o desparecer. Nada podía salvar a Dexter, pero el destino (estoy seguro que Dexter cree en él) le puso a un hombre de dudosa inocencia delante. Con rabia, repleto de ira, le asesta tantos golpes que se olvida por completo de su método, de su pulcra rutina. El espectador baja a doscientos por hora a una nueva capa subterránea de la psique de Dexter, volvemos a interesarnos por él. Y sí, queremos que siga matando, que continúe lo que Harry empezó.

'Mujeres desesperadas' ha demostrado por qué es una de las grandes series de la televisión actual. La séptima Season Premiere deja claro que vamos a asistir a una gran temporada, muy vinculada con los comienzos y que seguirá la línea ascendente de la sexta, en la que ya presenciamos una mejoría significativa tras la errática Fifth Season. Ya en el título, "Remember Paul", se apreciaban las claras reminiscencias de la primera temporada y que, como todos esperábamos, Marie Alice iba a ser de nuevo el eje central del misterio, o al menos en una gran proporción. Escrito por Marc Cherry y dirigido por David Grossman (lo que deja el capítulo en manos de un gran tándem), se presentan las tramas con claridad en las que se mezclan, como siempre ha sido en la serie, el humor, la acidez y el drama con auténtica maestría y un sello propio e inimitable por series similares. La audiencia ha sido continuista -12,8 millones- y ligeramente inferior al inicio de la sexta temporada, pero lo que se evidencia no es la cantidad, sino la calidad de un público fiel que resiste frente al televisor a pesar del fútbol en NBC y las series de animación de FOX, duros competidores en el segmento de los demográficos.

Permitidme, como en otros posts, que comente el episodio a través de los personajes. Con 'Desperate Housewives' no podía ser de otro modo.

Bree. Confieso mi especial predilección por la pelirroja de Wisteria Lane. La vida ha sido dura con ella y en este capítulo no iba a ser distinto. Orson, que la amaba de verdad, decide abandonar el hogar familiar en el que han ocurrido los hechos más decisivos de la pareja. Ya no está Benjamin, ni tampoco Bree es la misma desde su infidelidad, ya no queda nada entre ellos y los guionistas han decidido, con un golpe irreversible, acabar con esta curiosa pareja. Le hemos dicho adiós a Orson pero le damos la bienvenida a una Bree que se reinventará una vez más. Es invencible. Su mejor momento del capítulo ha sido la neurosis con el papel de la pared, que ha quitado con histérica fuerza. Una capa más que derriba de su armadura y una nueva oportunidad para sacar más de sí misma. El joven manitas que la ayudará a pintar su casa (Brian Austin Green) seguro que es capaz de ilusionarle de nuevo. Y ya podéis imaginar el contraste de ver a una señora como Bree con semejante "yogurín".

Lo tenía muy difícil y perdió una batalla que se presentaba dura antes de empezar. La noche de los jueves es el día de máxima competencia en Estados Unidos y 'My Generation', nueva apuesta de la ABC en el tramo de 8 a 9 de la noche, fue la gran derrotada en su franja horaria, empatando en demográficos con 'The Vampire Diaries' que sacó pecho ante 'Flash Forward' durante la pasada temporada y ha vuelto a repetir hazaña en los demográficos frente al nuevo estreno de la cadena propiedad de Disney. No obstante, imagino que la ABC será paciente y no lo la cancelará a la primera de cambio.

'My Generation' es una serie joven, dinámica y que encaja sin problemas en el estilo ABC. La idea de partida es buena: un grupo de jóvenes de instituto en el año 2000 participan en un documental en el que cuentan sus deseos y aspiraciones para dentro de una década. En 2010, los directores del documental vuelven para ver qué grado de similitud hay entre los sueños de hace diez años y la realidad que, obviamente, se torna completamente distinta a las expectativas del grupo de amigos. A través de flashbacks, referencias históricas y miradas de los actores a cámara se va desgranando el retrato de toda una generación, la que ha visto cómo se esperaba todo de ella y que no ha conseguido prácticamente nada de lo que se proponía. Un acertado retrato de los que rozan ahora la treintena.

Los personajes están trabajados, se reconocen con facilidad y crean una empatía instantánea con el espectador. Sus aspiraciones, sus problemas, son los que pueden tener cualquiera de nosotros. En este sentido la serie no pretende hacer un drama de miras altas sino acercar la historia a la vida real del espectador, para que sienta a este grupo de amigos como algo cercano y propio. A veces surgen dificultades para articular series corales (son 9 personajes) pero en 'My Generation' se presentan con fluidez narrativa y muy bien relacionados con los flashbacks del año 2000. Una contraposición que será el hilo conductor de la serie, si es que logra finalizar su temporada. La grabación del documental en 2010 es una buena baza para el guión, ya que ofrece muchas posibilidades e innumerables recursos dramáticos.