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Reina de corazones

Jueves 24 de Julio de 2014 02:40
 

Era una princesa. Nació con todos los dones de la vida: belleza, estatus social, poder adquisitivo y una gran generosidad. Adorada por sus padres y por todos los que la rodeaban, pues Carmina fue una gran seductora. Creció en cuna de plata y vivió rodeada de toreros. De la familia Odoñez y casada con Francisco Rivera, Carmina pasó por la vida siendo hija, esposa y madre. Una mujer que siempre interesó a la prensa de este país gracias a una vida marcada por penas y alegrías, pero ante todo, famosa por sus idas y venidas, pues Carmina siempre que se sentía agobiada, huía a Marruecos, ese país que tanta paz proporcionó a sus días convirtiéndose en su refugio. Carmina no era actriz ni tampoco artista, pero era un espíritu libre encadenado en una sociedad acostumbrada a poner etiquetas. Se la acusó de mala madre, de mala esposa, de adicta, sin pensar que en la vida cada persona tiene el derecho de huir de sus propios demonios y eso en ocasiones, no nos deja dar lo mejor de nosotros mismos; pero Carmen ante todo era una mujer sencilla y generosa, y eso lo saben bien sus mejores amigos y toda esa persona necesitada que se encontrase en su camino.

Carmen daba lo que tenía sin pensar en el mañana. Su vida siempre estuvo observada con lupa, pero eso no impedía que ella se sintiese sola; haciéndola caer en compañías que en nada le favorecían; y aunque su fama no se debía a su oficio, los periodistas siempre estuvieron dispuestos a hacer cola para entrevistar y retratar a una de las mujeres más hermosas de este país.

Diez años sin Carmina, y diez años con las revistas de corazón en blanco y negro; pues no ha habido personaje más elegante y atrayente que la divina; y es que, todos sabemos que detrás de esa cara bonita se escondía una niña asustada enfrentada a numerosos dramas; un camino repleto de piedras que pasaron factura a todo un mito del mundo del corazón. Pero si algo puedo decir después de diez años de su muerte, es que la esencia de Carmen nunca ha desaparecido, pues su arrolladora personalidad se grabó en nuestras vidas a través de situaciones y frases que forman parte de la historia de la televisión y de la prensa rosa. Jamás olvidaré momentos como este, y reconozco que en varias ocasiones yo mismo he adoptado sus expresiones:

Carmina siempre nos sorprendía, y es que su vida dio tanto de si que bien podría hacerse un serial basado en un personaje indefenso en numerosas ocasiones; Carmen fue traicionada por muchos que afirmaban amarla y por algunos periodistas que se dedicaron a machacarla en diversos platós de televisión aun sabiendo que ella padecía una gran enfermedad de la que no quería o no podía salir.

No seré quien entre en ese barrizal pues considero que nadie tiene derecho a hacerlo; pues para mí, ella ante todo, fue una gran soñadora y una gran luchadora que peleó hasta el final de sus días en su búsqueda de la felicidad. Diez años después, sigo recordándola, pues no conoceremos nunca a una Carmina envejecida por la edad. Nació bella y murió bella, y nadie puede poner en duda que cuando entraba a un plató nos cautivaba. Lo que fuese a vender pasaba automáticamente a un segundo plano, pues todos nos quedábamos embobados ante ese algo que hace que alguien sea especial; y Carmina lo era, vaya si lo era.

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