Si nos acercamos a su más estricta definición, la belleza es una propiedad que pertenece a las cosas y que
American Horror Story es bella.
Ha cultivado en mí la adicción, la elucubración, el miedo, la intriga, el susto...sensaciones que ya había perdido mientras veía una serie. En poco tiempo ya se ha convertido para mí en un clásico y todo lo que eso conlleva.
Su estética cuidada y la vuelta a unos estereotipos del terror rejuvenecidos hacen de ella poco más que una joya entre tanta historia manida que la televisión americana nos ha traído en esta nueva temporada.
No sé si han sido los tan bien llevados 50 años de Ben Harmon (Dylan McDermott), la elegante belleza de su mujer Vivien (Connie Britton) o la adolescencia macabra de su hija Violet (Taissa Farmiga)...o quizás la intriga y repugnancia de Larry Harvey (Denis O'Hare) o la majestuosidad de Constance (Jessica Lange) junto con la fragilidad y sensualidad de las dos Moira (Frances Conroy, Alexandra Breckenridge)...o posiblemente las ganas de rehabilitar a Tate Langdom (Evan Peters) o la ternura y escalofrío que provoca Adelaide (Jamie Brewer). No sé que ha sido, pero esta serie ya me ha secuestrado.
Pero es un secuestro agradable, salpicado del síndrome de Estocolmo. Me inquieta y al mismo tiempo me gusta. Me asusta y al mismo tiempo me relaja. Un sadomasoquismo audiovisual que tiene su máxima representación en esa figura de látex que tanto nos perturba a los que seguimos la serie.
Un saludo.
La caja enajenada
PD: Gracias a todos los que habéis leído mi anterior post sobre Smash y Glee. 2000 visitas no está nada mal. Y gracias por las críticas, las buenas y las malas.
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Después de esta declaración de intenciones, vamos al meollo de la cuestión. Desde que salió a la luz la nueva producción de Spielberg, Smash, las comparaciones con la otra serie musical del momento, Glee, fueron inevitables. Aunque bien es cierto que, desde mi punto de vista, muy malo tendría que ser el debut de la nueva como para no dar un poco de esperanza a este género en televisión. Aceptémoslo, el declive de Glee ha sido estrepitoso a partir de su segunda temporada.
I'm a loser
Esto fue el ingrediente que hizo triunfar a Glee al instante. Una serie de perdedores para perdedores (vamos, para la gran mayoría). Y es que aunque Hollywood nos diga lo contrario, no todos vamos a ser estrellas. Y no hay nada de malo en ello. El reírse de uno mismo hizo de la primera temporada una gran parodia de los idílicos musicales. Hacía tiempo que no me reía a carcajadas viendo una serie de televisión. Era el perfecto esperpento. Pero claro, los americanos no estaban dispuestos a no tener su genuino "sueño". Así que Glee fue evolucionando a un esperpento menos literario y hacer de cada capítulo un verdadero mojón (y sí, me refiero a la cuarta acepción de la RAE). Si os preguntáis si la sigo viendo, la respuesta es afirmativa. Además de tener una leve esperanza por aquello que fue, estoy intrigado a que grado de incoherencias y barbaridades pueden llegar. Aunque tengo una pequeña idea después de ver el capítulo de Ricky Martin. En serio, había preferido que hubiesen enfocado durante los 40 minutos de la serie a él y prescindir de guión, habría sido más productivo. Anyway, el daño ya está hecho.
Let me be your star
Smash es el sueño americano, y así se vende. Sin trampas ni cartón. Es una serie musical con mayúsculas, ya que trata además sobre la producción de uno. Y no cualquiera, sino el de Marilyn Monroe. Dos aspirantes al papel principal, una única ganadora. La buena y la mala. El cretino y el caballero. No, no os emocionéis, tiene clichés pero no tan exagerados. Eso es el punto que la diferencia. Ni todos son tan buenos ni todos son tan malos. Además, las canciones no están metidas con calzador y tiene temas propios que dan un punto diferencial con respecto a Glee (aunque ellos hayan intentado tener algún tema propio). No digo que sea la serie revelación de la temporada pero es coherente y está pensada, no va dando bandazos cual veleta. Lo que a día de hoy ya se agradece. Como diría una conocida mía es una serie muy "glitter" (and glitter is the best thing in the world, dice ella). Que sí, una serie de baile, canciones, amores y purpurina. Muy girly. Muy gay. Muy Broadway. Y por eso mismo me encanta. Una serie con los clichés justos y que sabe desechar aquellos que pesan demasiado. Especial debilidad tengo por Julia Houston (Debra Messing), Michael Swift (Will Chase) y John Goodwin (Neal Bledsoe), estes dos últimos por razones que van más allá de lo de actuar bien o el personaje, especialmente con Neal Bledsoe. Vamos, que están más buenos que el pan. Ya lo dije al principio, cada uno tenemos nuestros prototipos referenciales. Y por supuesto Karen Cartwright (Katharine McPhee), una mujer que quita el hipo y que tiene una voz realmente hermosa.
Y aunque las comparaciones son odiosas, en todo caso esta es la mía. Encantado de saber la vuestra.
Un saludo.
La caja enajenada
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Donde hubo fuego, quedan cenizas. Algunas mejores que otras pero siempre me hacen volver la vista atrás y recordar los viejos tiempos. Yo pertenezco a dos generaciones: la de Xabarín y la del Informal. La primera sólo la conocerán unos pocos pero fue y es la marca de identidad de muchos gallegos de mi edad. La segunda es "vox populi".
Aunque seguramente algún día os presentaré la generación Xabarín, hoy empiezo por lo fácil y os dejo algunos de los hits que nos amenizaban en el acces prime time de Telecinco…en aquella época donde aún contaban con el ingenio.
El primer éxito que me viene a la cabeza es el "Qué Manía", esa gran adaptación de Abba. Dentro vídeo.
Pero "El Informal" se atrevía con todo. Ni Queen pudo escapar a la sátira. Lo elevo a categoría de video clip oficial, teniendo en cuenta que con la edad que contaba no había visto el original. Así que para mí, el inédito siempre será este.
Tampoco Michael Jackson quedó sin parodia y su thriller se convirtió en una gran comedia.
Hay otros muchos hits en la historia de este programa que nunca debió desaparecer de la parrilla y menos de la forma en que lo hizo. Pero hoy tengo resaca post-San Juan así que sólo os dejo un pequeño aperitivo y una actualización más light de lo que me gustaría. Nunca está mal tener uno de esos días de "no pensar" y de trabajar lo menos posible. Hoy es el mío. Perdonad las consecuencias.
Gracias por leerme.
Nos vemos en la próxima conexión.
PD: Gracia por la ayuda con los vídeos. De agradecimiento ahí os dejo otros XDD
No sabía yo que esto de que me gustaran los chicos tenía un plus en mi carrera profesional. Por lo menos no recuerdo ninguna materia troncal ni optativa que me ayudase a mejorar como "periodista gay". Ni siquiera me viene a la mente una asignatura para "periodistas heteros", ni "periodistas mujeres", ni "periodistas inmigrantes". Ya decía mi madre que tenía que haber estudiado en una universidad privada. Seguro que tendría este tipo de asignaturas.
Lo de sacar la rubia que llevo dentro es secundario. Un tinte, y punto. Aunque no sabía yo que ser homosexual estaba relacionado directamente con lo femenino. Seguro que también me perdí esa clase.
Pero este casting de "El Intermedio" no es el problema. Ya os dije que cumplo todos los requisitos. Pero, ¿que haría yo con un casting para "Saca el machote que llevas dentro. Casting para reporteros heterosexuales"? No tendría ninguna posibilidad. ¿Qué clase de pruebas me harían?, ¿besar a una chica? Por eso no paso. Ante todo mi integridad como persona (gay), no?
Quizás al Intermedio se le pueda perdonar, teniendo en cuenta su tono satírico e irónico. Aunque un tirón de orejas nunca viene mal. El problema está en esos programas que ven en la homosexualidad un punto más de share o un monstruo más en el circo que montan. Esos programas que sólo muestran una visión de una realidad mucho más amplia y compleja de lo que vemos. Aunque pueda parecer asombroso (ironía, ironía) hay gays que juegan al futbol e incluso gays machotes. Hay heterosexuales sensibles y que les gusta eurovisión. Y no nos olvidemos de las lesbianas y las hetero. Todo un mundo por descubrir.
En fin, me dejo de tanto cinismo porque empiezo a parecerme a "De buena ley", ese programa donde los invitados parece que no se creen su papel...quiero decir, vida. Es lo que tiene comer con este tipo de programas, que acabo con indigestión. La misma que me quedó con Sexo en Nueva York y su visión nada estereotipada (ironía, ironía) de lo heterosexual y lo gay.
Perdonad por esta entrada tan homosexual pero es que me sale cada vez que veo que no me toman en serio.
Gracias por leerme.
Nos vemos en la próxima conexión.
Pero por suerte las cámaras no engañan. Sus objetivos funcionan como el retrato de Dorian Grey y muestran verdaderamente lo que enfocan. Ignorancia, profesionalidad, manipulación, éxito. Todo en uno. Los espectadores tienen ante sí un bufet libre de programación que engullen las 24 horas del día sin importar sabor, textura ni elaboración.
A mí me gusta masticar. Saborear poco a poco lo que me ofrecen y tratar de degustar cada programa. Sí, soy un freaky. Incluso, pruebo aquello que de antemano sé que no me gustará. Este finde: Sexo en Nueva York 2. Si, también hablaré de cine.
Este post es como una pérdida de virginidad bloguera que me permitirá coger experiencia. Me gustaría hablar de muchos temas: de novias que son acusadas injustamente de una derrota, de informativos que viven en un país lleno de asesinatos y desfiles de moda, de programas que utilizan una persona como moneda de cambio para el share, de cadenas que no saben ver más allá del circo e incluso de televisión. Si es que queda algo de ella en todo esto.
Gracias por leerme.
Nos vemos en la próxima conexión.