Una decepcionante "última guardia"

Ni sabía como titular esta entrada. Porque fue como el café descafeinado con sacarina, que a veces ni sabe a café, ni es dulzón y encima ni te pone las pilas. O como decía mi abuela, "sin chicha ni limoná". Así me dejó el estreno de "La última guardia". Se las prometía felices, pero me llevé un chasco; a pesar de que ya me intuía como iba a ser viendo las promos que había por Internet, esperaba que los guionistas se hubieran guardado un as en la manga para sorprendernos. Pero no, no había nada más aparte de lo que ya nos habían avanzado.

Si hay algo que eché de menos anoche fueron aquellas situaciones tan rocambolescas que nos representaban la variedad de clientes que entraban en la farmacia, aquellos clientes que eran el espíritu de la serie. Me faltó una Doña Paquita, la típica señora mayor que todo lo soluciona con sus gotitas. Me faltó un vendedor de cupones que estuviera todo el día de mala leche. E incluso eché de menos a la típica ama de casa sufridora, que mira con mal ojo a todo el mundo. Y sobretodo eché mucho de menos al Guille travieso, ese que tenía respuesta para todo y que a la que te dabas la vuelta te la liaba gorda. Hacer un homenaje a una de las mejores series españolas de los últimos 15 años tiene que ser algo más que montar una historia carente de emoción; yo creo que a los guionistas les falló no dar más cuartelillo a las historias que sucedían en la farmacia, la verdadera protagonista de toda la historia.

La historia en sí podría haber dado un poco más de si. La farmacéutica está a punto de quedarse sin su negocio, puesto que el local está alquilado con una renta antigua y los nuevos dueños del edificio van a hacer pisos de lujo y ahora le piden a la dueña del negocio un alquiler desorbitado o que compre el local por medio millón de euros (o eso me pareció entender entre tanto rollo). Como no tiene de donde sacar toda esa pasta utiliza la excusa de su cumpleaños para comunicar a toda su familia su decisión de cerrar para siempre. Para ello los reúne en la rebotica en una cena, en la que será su "última guardia". Y la cosa se quedó ahí, porque realmente no pasó mucho más. Kike, el hijo mayor, se había convertido en director de un parque natural en Costa Rica, y se pasó toda la película con un loro colgado del hombro. Isabel, interpretada en esta ocasión por otra actriz, no se aún que pintaba en la película; bueno quizás nos sirvió para ver la hija tan descarriada que tenía. Fani, la benjamina, se había hecho lesbiana, y tampoco contó nada más. y Guille convertido en político, le estaba poniendo los cuernos a su mujer con una compañera de partido. De este no me creí nada; ni lo de ser político, ni lo de estar casado con niños. Este no era mi Guille, me lo han cambiado.

Del resto de personajes poco más que decir. Adolfo, en su línea, metido en la cárcel, y yo aún sin saber por qué acabó con sus huesos en esas cuatro paredes. Es que no me enteré de nada de la historia del ex, ni de por qué de repente era tan amigo del novio/amigo de Lourdes. Porque, me vais a perdonar, yo aún no se que pintaba este personaje en medio de esta historia. Y hasta Sandra me pareció horrible, la Sandra pilingui ya no era la misma.

En fin, que me pareció una historia sin mucho sentido, aburrida en muchas partes y un tanto sosa. Una familia totalmente revuelta, cada una por su lado, con cornudas, góticas, divorciadas, delincuentes, lesbianas. Un guión bastante flojo, que tardó bastante en arrancar, y que había momento en los que no sabías qué estaba pasando. Le faltó el humor y la chispa de siempre. Una comedia que había dejado de serlo. Una historia bastante decepcionate que mató el fantástico recuerdo que yo tenía de la serie original.