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TVE prepara una miniserie sobre la vida del escritor Jovellanos

Domingo 9 de Enero de 2011 12:48
 

El productor asturiano Juan Gona , prepara para TVE una miniserie sobre la vida y obra del autor y político ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811) será inmortalizada en la pantalla a través de una miniserie de 3 capítulos con argumento de Juan Luis Cebrián y guión de Juan Carlos Rubio y Xecs Barceló y patrocinada por el Principado de Asturias. La productora tiene sus estudios en Morcin.

El actor Juan Luis Galiardo ha confirmado en una entrevista su participación en el proyecto.

La iniciativa forma parte de las actividades programadas para conmemorar el bicentenario del fallecimiento del filósofo gijonés. La alcaldesa de Gijón, Paz Fernández Felguerosom ha destacado que "Queremos humanizar aún más a Jovellanos sin olvidar sus aspectos más mundanos, sus debilidades y flaquezas, y, desde luego, sus fracasos, sus agonías y sus amarguras".

¿Quién era Jovellanos?

Bautizado como Baltasar Melchor Gaspar María de Jove Llanos y Ramírez, nació en el seno de una familia noble de Gijón. Tras cursar sus primeros estudios en Gijón, en 1757 marchó a Oviedo para estudiar Filosofía en su Universidad. En 1760, bajo la protección del obispo local, parte hacia Ávila para realizar estudios eclesiásticos. En 1761 se gradúa en bachiller en Cánones (Derecho canónico) en la universidad de Ávila en 1763. En 1764 fue becado en el Colegio Mayor de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá, para seguir sus estudios eclesiásticos, graduándose de bachiller en Cánones. Allí conoció a Cadalso y a Campomanes.

Después de licenciarse ocupó en 1767 la plaza de magistrado de la Real Audiencia de Sevilla, fue uno de los promotores de la Sociedad Patriótica Sevillana, de la que fue secretario de artes y oficios.

En 1778 consiguió el traslado a la Sala de Alcaldes de Casa y corte en Madrid, en parte gracias a la influencia del duque de Alba, a quien había tratado en Sevilla. En Madrid entró en la tertulia de Campomanes, a la sazón fiscal del Consejo de Castilla, el cual le encomienda distintos trabajos que le satisfacen especialmente, reconociendo en Jovellanos un hombre de amplia formación y reconocida solvencia en el terreno económico. En 1780 accede al Consejo de Ordenes Militares. En 1782 formó parte de la comisión que puso en marcha el Banco de San Carlos. Fue miembro de la junta de comercio de la Sociedad Económica Matritense y desde diciembre de 1784, su director. Redacta diversos estudios sobre la economía de España, entre los que tiene singular valor el Informe sobre la Ley Agraria en la que aboga por la liberalización del suelo, recogiendo el pensamiento liberal, norma sobre la que el Consejo de Castilla había volcado sus esperanzas para reformar y modernizar el agro peninsular.

Plenamente integrado en la vida cultural madrileña, fue miembro de la Real Academia de Historia (1779), de la Real Academia de San Fernando (1780) y de la Real Academia Española (1781).

Sin embargo, el inicio de la Revolución Francesa paralizó con Carlos IV las ideas ilustradas y apartó de la vida pública a la mayoría de los pensadores más avanzados.

Jovellanos cultivó varios géneros literarios como poesía y Teatro, pero sus escritos principales fueron ensayos de economía, política, agricultura, filosofía, costumbres, desde el espíritu reformador del Despotismo ilustrado. Entre ellas destacan el Informe sobre la ley agraria que escribió en una primera versión en 1784 pero que no envió hasta 1787 a la Sociedad Económica Matritense, quien la remitió al Consejo de Castilla y que se publicó en 1795. En ella Jovellanos se muestra partidario de eliminar los obstáculos a la libre iniciativa, que dividía en tres clases: políticos, morales y físicos. Entre ellos estaban los baldíos, la Mesta, la fiscalidad, la falta de conocimientos útiles de los propietarios y labradores, las malas comunicaciones y la falta de regadíos, canales y puertos. Para corregir esta situación Jovellanos propone que los baldíos y montes comunales pasaran a propiedad privada, disolver la Mesta, cercar las fincas, y que los arrendamientos estuvieran basados en el pacto libre entre los colonos y los propietarios, además de la limitación de los mayorazgos y la supresión de la amortización eclesiástica o de la eliminación de las trabas sobre los agricultores, además de la reforma de los impuestos. A esto habría que añadir la reforma de la enseñanza, para hacerla más práctico, dándole más importancia a las materias científicas, y la inversión del Estado en obras públicas. Estas medidas crearían las condiciones para la constitución de un mercado de tierras, un aumento de la producción y la creación de un mercado nacional unificado que posibilitarían que aumentara la población y su nivel de vida, lo que serviría de base para el inicio de la industrialización.

Durante su estancia en Sevilla fue uno de los participantes en la tertulia de Pablo de Olavide, lo que influyó para que comenzara a escribir poesía amorosa y redactó la primera versión de la tragedia El Pelayo (1769) y la comedia El delincuente honrado (1773). Pelayo o La muerte de Munuza es la única tragedia redactada por Jovellanos. Es obra de juventud, compuesta en Sevilla, en 1769, cuando su creador contaba con veinticinco años de edad, si bien fue corregida entre 1771 y 1772. La obra fue objeto de una reelaboración que dio lugar a una versión nueva, hecha entre 1782 y 1790. Se debió transmitir en manuscrito. Sólo en 1792 apareció una impresión, y ésta de carácter pirata. Su representación no tuvo lugar hasta 1782, trece años después de ser escrita; en aquel año se estrenó en Gijón. A principios de octubre de 1792 tuvo lugar su estreno en Madrid». La contribución de Jovellanos a la comedia se reduce a una sola obra, y ésta en los límites del género: El delincuente honrado, estrenada en Madrid veinte años más tarde, en 1767. Se trata de una comedia sentimental, de la comédie larmoyante, creada en Francia por Nivelle de la Chausée.

También tradujo el primer libro de El paraíso perdido de Mitcon. Fue el impulsor de una serie de mejoras en su ciudad natal, como la carretera Gijón-León, que aunque no vio terminada, significó el traslado del comercio marítimo asturiano desde el puerto de Avilés al de Gijón.Además, impulsó todo tipo de reformas en el ámbito nacional, siendo un ilustrado clave de la época.

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