Domingo 23 de mayo de 2010, esa es la fecha en la que finalizó para siempre mi serie de televisión preferida. La mañana del 23 al 24 decidí levantarme antes de tiempo antes de ir al trabajo, aproximadamente a la hora a la que medio mundo estaba presenciando las últimas escenas visionadas por la señal de la ABC para otras cadenas en exclusiva, mientras el despertador sonaba apasionadamente y lo programaba de nuevo para que sonase exactamente a las 8:15.
Mientras eso ocurría, me duché, me puse los cascos del ipod escuchando una y otra vez a Mamma Cash Elliot y su "Make your own kind of music" mientras me vestía y me ataba los cordones de las zapatillas.
Cuando terminé de prepararme esperé a que sonase el despertador. Todo había terminado ya, el final estaba escrito. Parecía mentira. Seis años de misterios, Seis años esperando ese momento, imaginando cómo me sentiría. Sentía vacío, mucho vacío. Y el que me quedaba aún por sentir. Quité la música y salí a la calle consciente de que desde ese momento me esperaba una semana difícil, andando entre personas, fans y no fans, recorriendo caminos, en el trabajo, intentando esquivar cualquier comentario acerca del episodio final...
Lo conseguí, conseguí que esas escenas finales que me llenaron con una sensación de pérdida y vacío fuesen únicas, parte de mi vida, poniendo fin a ese enorme puzle que llenó todo mi tiempo entre semana y semana durante seis largos años que nunca olvidaré.
Intentando mantener el espíritu de la serie intacto, como si aquellos años jamás hubieran pasado y me encontrase de nuevo frente a mi televisor de 14 pulgadas de tubo con mi tostada en la mano sobre la mesa de la máquina de coser de mi madre.
Lo que vivimos... fue real alguna vez.
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