Cuántas veces los seguidores de 'Mujeres y Hombres y Viceversa' nos hemos preguntado durante gran parte de estos casi 4 años de emisión (sí, 4 años, y al que le disguste que se aguante), qué sucedería con pretendientes y tronistas detrás de las cámaras, en la famosa Posada de las Animas. Emma García ya bromeó un día con la posibilidad de colocar una cámara allí las 24 horas del día para hacer seguimiento y seguramente hubiera sido muy divertido comprobar cómo una y otra vez nos mienten en nuestra sensible cara, aunque ya lo intuyamos y sea este uno de los motivos por los que nos encanta el programa, para detectar la mentira y disfrutar de la verdad.
'¿Quién quiere casarse con mi hijo?' comenzó con una mecánica que los seguidores del dating show matutino conocemos bien, algo así como 5 tronistas buscando el amor de su vida entre las 10 pretendientas para cada uno de ellos, 10 pretendientes en el caso del tronista gay. Si es que ya se lo dijimos y se han adelantado, que un trono gay al final da mucho que hablar, ahora 'Mujeres y Hombres y Viceversa' ya no tendrá la exclusiva por esperarse tanto. Una parte llena de similitudes entre un programa y otro pero con un aliciente principal, el condimento ideal e imprescindible: las madres.
Y uno se pregunta por qué las madres y no los padres para enfrentarse a este reto. Los padres por norma general son menos abiertos, los hombres no solemos abrirnos tanto a las emociones expresándolas en abierto, más reservados, menos televisivo. Sin embargo las madres tienen esa empatía, ese lenguaje casi no verbal que identifican unas con otras, porque lo expresan, porque lo cuentan y eso hace que el espectador se sienta identificado. ¿Qué madre no le ha dicho a su hijo que necesita una chica, sentar la cabeza o casarse ya a cierta edad? ¿Qué madre no ha sido cómplice de las historias que le contamos al llegar a casa sin que papá se enterase, la que nos ha guardado todos los secretos y la que nos ha dicho qué ropa debemos o no llevar, la que ha hurgado en nuestra mente con sabiduría para conseguir el bien (o lo que ella cree) de su hijo pequeño?
Las similitudes continúan con las expulsiones, aunque entre el programa de Emma y el de Luján Argüelles la diferencia estriba en que mientras que en el primero son por voluntad propia, en el segundo son obligadas, para al final quedarse con 6 candidatas/os con los que comenzar una aventura que hasta aquí se nos ha parecido mucho al reality de Telecinco y con el que se acaban diferencias y comienza la diversión.
No se escapa al ojo del espectador un detalle importante que se repitió en cada plantel de pretendientas/es, y es que de cada grupo, siempre había alguien que se salía de la norma y daba el pego, llegando incluso a pensar que pudiera ser un personaje colocado por el propio programa para hacer eso precisamente, por decirlo de alguna forma y que de ellos, curiosamente todos han pasado la primera criba, ya sea porque los hijos casaderos buscan emociones distintas a las que habitualmente se les presentan en la calle o algo que con tantos años de seguimiento de este tipo de gente carne de reality, no se nos puede acusar de pensar, que sólo busquen gente que les dé juego para hacerse un poco más famosos, que seguro que más de uno hay y eso se nota. Qué hace que un equipo de casting elija a una chica que lleva al extremo su estilo gótico diciendo en su primera cita que no le gusta la gente y que le encanta maquillar muertos, a otra que se contonea mientras habla como una gata en celo pidiendo guerra a la que sólo le faltó ponerse de rodillas delante de su tronista, o a otra que parece sacada de un musical de cabaret, si no es precisamente eso lo que buscan.
Lo cierto es que a nivel televisivo, los que seguimos estos programas ya hemos aprendido bastante y aunque intuyamos de qué palo va cada uno, al final sólo queremos divertirnos, porque además sabemos que entre ese % de falsedad al final siempre existe un otro % pequeñito de realidad que se engrandece y agradece cuando llega.
Una de las novedades más interesantes es la posibilidad de poder ver cómo transcurre el proceso más allá de un programa de televisión. No dejamos de observar cosas que ya conocemos, los típicos grupitos que se crean con el roce, en los que al final dos chicas de fuera que duermen en el mismo hotel se vuelven de la misma condición y atacan a las de otro hotel con más ahinco incluso si van más avanzadas en su camino, eso es y seguirá siendo así de por vida. Ayer entre ellas nacieron las primeras envidias, los primeros choques y reacciones que eran de esperar. Lejos de todo eso que conocemos, se nos abre esta nueva oportunidad de ver un desarrollo diferente en el cortejo por ambas partes, un proceso que se enriquecerá aún más cuando sus vidas comiencen a entrelazarse, cuando conozcan las personas y las vidas (y las camas en algún que otro caso) de aquellos con quienes pretenden casarse. Un rumbo delicioso y apetecible de ver.
Entre los perfiles de chicos en edad de casarse, en la variedad está el gusto, todos muy diferentes entre sí.
Daniel es quizá el perfil de chico que más conocemos, por mucho que a la gente le resulte raro que un chaval de su edad aún sea virgen, será que se sorprenden para evadir la realidad, que muchos son como él aunque no lo reconozcan. No es especialmente guapo, pero tampoco es excesivamente feo, un término medio para un tio instruído e inteligente que se ha visto envuelto en una situación poco común. De una habitación de pocos metros cuadrados y un ordenador ha pasado a estar en el mundo abierto con nada más y nada menos que 10 chicas que están por él, que quieren besarle y comérselo. Todo un sueño, ¿verdad? Por lo que muestran las imágenes de lo que pasará más adelante, su camino no será fácil y habrá lágrimas. Ahora uno se pregunta si todas esas chicas que dicen querer conocerlo, realmente están diciendo la verdad, porque en caso negativo, sólo conseguirían mermar la autoestima de su pretendido, aunque parece que el chaval ya lo tenía más que asumido antes de esto y eso fortalece, se quiera o no, ante petardas de este estilo que sólo buscan la ruina a la gente por conseguir llevar tetitas nuevas a costa de los sentimientos de los demás, nada nuevo tampoco.
David, un tipo lanzado, demasiado lanzado y poco creíble, parece que su meta sea el dar espectáculo para después poder seguir en su vida real dando espectáculos. Si hay algo de realidad en todo lo que muestra, la pregunta sería: ¿Está buscando una pareja con la que pasar el resto de su vida o un simple polvo de una noche? En la primera cita conjunta demostró lo segundo, además de pretender explotar sus dotes de trabajo como stripper en todo momento, bailando con las chicas y morreándose mientras se pasaba por el forro los sentimientos de unas chicas que, fingidamente o no, demostraban sus primeros celos. Lo de estas chicas y su chico, digamos que es algo así como un mal día.
José Luis queda innegable y absolutamente eclipsado por su madre, Toya, que bien podría haber sido la casera de la mansión de nuestro querido programa 'Las Joyas de la Corona'. Cuesta creer que aún quedde gente así en este mundo, que le dé tanta importancia a un vestido antes que a un gesto, a un objeto antes que a unas risas, que vayan tan de punta en blanco y sin mácula que parezcan no tener ni vida ni esperanza. Por decirlo claro, odio a este tipo de gente que parece, que quieren dar la sensación de que en su vida se han tirado un pedo, echado un buen polvo salvaje en la cama o rebañado el plato del postre con los dedos y la lengua. Lo mejor de todo es pensar que tuvieron que hacerlo, para crecer como niños, para procrear, el cómo... eso ya es otra historia.
Luis Ángel es el gay del programa y así se quedará, porque es una de las primeras veces que asistimos al cortejo de varios chicos hacia otro y esto marcará en un futuro alguna que otra comparación, esa es su suerte. Los que hemos vivido en alguna ocasión en entornos de personas con relaciones entre el mismo sexo, estamos acostumbrado ya a la situación de tensión que en este caso se produjo en la cafetería. No es la primera vez que veo una de estas discusiones porque haya tensión sexual entre un trío o un cuarteto de tios, es bastante habitual, enfrentamientos que tienen que ver con puyas, puñaladas traperas que se clavan a cuchillo por la espalda y a las que siguen otras tantas cuchilladas verbales, siempre respetuosas pero tan insulsas como una discusión de patio de colegio. Luis ya dejó claro que huye de estos comportamientos de niños y también dejó clara su inclinación hacia uno de sus pretendientes, al que sin duda se llevaría a la cama la primera vez que le vio (y la madre si hubiera podido también). Por cierto, le sientan muy bien las canas, todo hay que decirlo.
Llegamos al chaval más morboso y atractivo que tendrá hoy a todas las niñas locas, Rubén. Un tipo apañao, sin complejos, capaz de mostrarse con total naturalidad delante de las cámaras y que ayer nos mostró todas sus intimidades como si andase por su casa, y es que con ese cuerpo, puede permitirselo. Aunque tiene un físico similar al de David, menos musculado, es más reservado, aunque es una lástima que de vez en cuando saque esa vena Rafa Mora (que por cierto, no dudo ni un segundo en que todos estos se conocen entre sí de la noche) que lo hace prepotente en lugar de gracioso. Yo si fuese una de sus chicas lo tendría claro. Quizá no tan evidente como en el caso de David, sí despierta sospechas acerca de lo que ha ido a buscar, seguramente una experiencia que termine convirtiéndose en algo que él no espera.
Un intenso recorrido del que aún nos queda mucho por ver, pero uno de esos programas en los que mientras se disfruta, no se puede dejar de pensar en su apoteósico final. Un final que culminará con hijos que por fin vuelan de casa e inician su propia vida en un mundo de obstáculos diferentes, con otros a los que les cueste olvidar su habitación, ese cuarto que se hace frío, cada vez un poco más (como diría Marilia Casares). Un final en el que esas madres tendrán que decir adiós a sus pollitos y que quizá, ya en la soledad de su sofá, recuerden a ese niño que jugaba con los cochecitos a sus pies y sus ojos se humedezcan pensando en el día en que decidieron hacer la pregunta de ¿quién quiere casarse con mi hijo?
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