Cuando antes de comenzar un programa sientes es gusanillo por dentro que te provoca las ganas de volver a verlo sabiendo a aquellos con los que te reencontrarás y las sorpresas que aguardan, quiere decir que, al menos hasta que comienza, la ilusión vale la pena. ¿Volverá a gustarme alguien tanto como para defender su postulación hasta el punto de casi poner el dedo en el móvil para votarlo? ¿Qué nueva polémica se producirá hoy? La primera gala se saldó con alguna injusticia y grandes sorpresas musicales y en esta segunda entrega, por suerte, ya que al menos no baja de nivel, sigue en la misma línea.
La gala de los grandes descubrimientos vocales, así podría definirse a grandes rasgos la segunda entrega de este certámen que por segunda vez seleccionaba a otros 5 nuevos candidatos, 5 nuevas voces que se unirán a las cinco anteriores para pasar a la semifinal de la próxima semana. Sin tongos premeditados como más tarde veremos, la polémica vino servida con esas cantantes que tienen la vida de artistas más larga, más loca, más grande del mundo y más de todo, de familia de cantantes super reconocidas en nuestro país. Con tanta carrera y tanto éxito entonces, ¿qué hacen presentándose a este concurso para después echarlo por tierra a la mínima de cambio?
Presentado por una Anne Igartiburu sobria (que no es que yo lo diga, sino que ella misma ha reconocido en cierto momento que durante toda la gala no ha estado sobria, es decir, ebria, para pasar a estar sobria de nuevo así por arte de magia cuando le ha apetecido) que hoy iba vestida casi para salir del plató a casa y echarse a dormir con quien la espere en la cama, a juego con las Alazán que iban un poco más provocativas, algo que no les ha servido de mucho con un jurado pro gay y que no han tenido muy en cuenta, señal que no vieron la gala anterior (las cosas hay que verlas chicas).
Doce nuevos participantes que cuando uno es capaz de ver de forma global y generalizada, piensa en el tipo de casting que se hizo con ellos, si se hizo de una vez, si lo hicieron dos grupos muy distintos de profesionales o si es que directamente han querido hacernos la vida imposible. Porque de otra forma no se puede explicar que haya grandísimas voces unidas a despropósitos de grupos como We, a semejantes abanderadas del mal rollo por donde pisan como Alazán o a pésimas cantantes como Valeria Antonella. Uno piensa: ¿de verdad no había mejores cantantes que estos? ¿Les han puesto para martirizar nuestros oídos o para que el espíritu Chiquilicuatre siempre esté presente y los antifans del Festival de Eurovision tengan también ganas de votar y llenar las arcas mientras la cadena se enorgullece de hacer lo contrario?
De esta guisa y quizá en un paso intermedio entre una gran voz y el despropósito de un mal casting, aunque no lo hizo del todo mal, Pau Quero es un quiero y no puedo. Una gran voz sin duda, con una canción de estas agradecidas que en cualquier momento te hace mover los pies y que ya la puede cantar Rita o Manolo que siempre queda bonita, "A-ba-ni-bi". La intención del joven artista que por primera vez pisaba un escenario fue buena, muy buena, pero demasiado buena, sin nadie que le diese consejos en los ensayos para que dejase de gesticular con los ojos, con las cejas, con la boca, con todo a la vez. Sin duda Pau debe haberse tragado tantas valoraciones del jurado de OT todos estos años que ha aprendido que debe transmitir a través de la pantalla, pero en su desvirgamiento televisivo cuando esté en casa caerá en la cuenta de que transmitir sentimientos a través de la tele no es hacer el mono con todo el cuerpo, que es lo que él ha hecho.
Hace poco tiempo los concursantes de Gran Hermano en esta duodécima edición interpretaban precisamente este tema en el primer Gran Hermano Visión de la historia, resultando ganadores por votación "popular hermanil", con Marta como primera vocal, que sin duda lo hizo mucho mejor que este candidato a representarnos en el certámen oficial.
Un primer grupo variadito que se completaba con una insípida Lorena Rosales y un grupo finalmente rescatado por el jurado, Don Johnsons, un poco de ese espíritu que pudimos ver en la primera gala con Da Igual, esta vez con el mítico tema "Yo soy aquel" ligeramente versionado con gran acierto aunque sin muchas sorpresas, ya que como Boris dice, no deja de ser una repetición de algo que ya hemos visto antes.
Y es que la gala en sí, sólo es salvada de la rutina (rutina que ni tan mal está) gracias a las voces que estaban por llegar en la segunda tanda y sucesivas sorpresas, porque si bien no es la misma, deja el mismo sabor. Anne Igartiburu sobria ya no tuvo que coger un micro de mano, pero parece que nadie se percató de los cortes de sonido que se estaban produciendo con su micro de solapa a lo largo de toda la noche. Si la pasada semana el público ya entrado en años contrastaba demasiado con la edad de los participantes, esta semana nos encontrábamos misteriosamente con el caso contrario, cantantes ya adultos con un público más joven de lo habitual que se dejaba la piel (eso sí, ayudados del regidor que es el que manda y encima se le ve en pantalla) con actuaciones que no eran para tanto, algo que debería haber sucedido la pasada semana, en la que no estaban tan entregados por la edad.
Mucho de nivel y un poquito de polémica con el segundo grupo de participantes. Sergi Albert, experto cantante sobre todo en el mundo de los musicales y compañero en alguna ocasión de Diges, algo que no esconden al público (y es que Diges tiene la boca demasiado grande, parece que se va soltando y dice las cosas tal cual las piensa) y que lleva a inducir que será seleccionado, algo que finalmente no ocurre, a pesar de su gran voz, una de las más impresinantes que han pasado por el programa hasta ahora (bueno, y hasta el año que viene porque no hay más). Ni el público ni el jurado deciden rescatar a uno de esos cantantes que cuando lo ves sobre el escenario piensas que es el candidato perfecto para pisar el escenario en Alemania. Una actuación de diez, inmejorable y que te hacía sentir como si ya fuese mayo y España estuviera actuando en el Festival.
Más suerte tuvo su rival Mónica Guech con una magistral interpretación de "Believe" de Dima Bilan versionada al piano y sin embargo destrozada, así como las demás canciones extranjeras, al ser traducida al español horribilis. Porque hay canciones que no deberían traducirse jamás, rompen la magia y lo que pudo ser brillante se queda pegado a la sartén. Aún así una brillante primera parte con la letra original que encaja a la perfección en la entonación que se le pretende dar a la canción y merecido pase a la final rescatada por el público. Cabe preguntarse ahora qué ocurriría si a esta chica le sacamos del piano por completo, una respuesta que puede que obtengamos en breve.
Y llegó la polémica con las Alazán. Es verdad el dicho de "donde hay confianza da asco". Tanto tiempo merodeando la sangre de Azúcar Moreno por televisiones y festivales, les han dado suficientes tablas para perder ese miedo a la réplica, enfrentándose al mismísimo jurado en una televisión pública. Para ser honestos tanto con ellas como con la organización, la nefasta actuación ha sido un compendio de fallos garrafales y una actuación casi premeditada. Colocadas en el grupo más complicado junto a dos grandes voces, la reverberación dentro de la canción como parte del playback ha sido una mala pasada ya que al ser excesiva daba la sensación de desafine. Tampoco ellas han destacado, limitándose a cantar (o berrear) una canción trillada en la que no han hecho nada nuevo. Una expulsión que ha sentado como jarro de agua fría y que han achacado a TVE por seleccionar esa canción para ellas. ¿Quién la aceptó? Al final el perjudicado como siempre Boris, el culpable de todos nuestros males.
La gala se seguía asentando en la calidad musical con otras tres grandes interpretaciones en el tercer grupo, dos de ellos seleccionados por la audiencia por votación popular a través de las llamadas, Melissa (que ya estuvo en OT y fue eliminada en la gala 0) con "Apres toi" y Sebas con su bestial interpretación de "Molitva" a las que no hay nada que achacar, simplemente fueron como debieron ser, con calidad. Una calidad que también ofrecieron Sometimes con su versión a capella de "Waterloo", pero sin llegar a sorprender tanto como para derrotar a sus rivales directos.
El último grupo, a excepción de la última participante elegida por el público, Esmeralda Grao con "Nacida para amar" de la gran Nina, daba la impresión de ser los restos, esa parte con ese tipo de partipantes sacados de un casting de un mundo paralelo del que antes hablaba. Valeria Antonella, esa chica que cuando le preguntan acerca de si en Mexico se ve el festival responde con una evasiva (señal de que no sabía ni lo que era ni tiene por qué) que pasa sin pena ni gloria con un desafine anormal y el grupo We, que parecieron muy prometedores, venidos de tierras lejanas con muchos éxitos a sus espaldas, hasta que empiezan a cantar y te preguntas de dónde les vienen esos éxitos que ponen como carta de presentación.
La próxima semana comenzarán a pasar por nuestros oídos las primeras melodías inéditas y no hace falta pensar mucho para presuponer que encontraremos grandes canciones mezcladas entre otras que saben que van a ser descartadas automáticamente, como si presentar sólo grandes temas fuera una pérdida de tiempo y ofrecer demasdiada calidad fuese un insulto a nuestra inteligencia. Quizá es que nos toman por tontos y desean que lo tengamos fácil para elegir.
Sea como sea, que las mejores recaigan en quien lo merece y en quien encaje y que quien no tenga esa suerte defienda su eliminación lo mejor posible para no caer en el fracaso.
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