Si hubiera que resumir en pocas palabras esta primera gala, podría decirse que es el mismo sabor rancio para un público minoritario de siempre, pero aderezado con una puesta en escena más que decente y algún que otro participante de calidad.
Los fallos cometidos en el pasado normalmente sirven para no volver a tropezar con la misma piedra de nuevo. En el caso de "el ente" este dicho parece que no existe, lo que ha ocasionado que año tras año, tras año, tras año, hayamos tenido que aguantar a presentadores que parecían haber sido cogidos de la calle con pinzas y llevados directos al plató, errores de sonido de primaria, una realización penosa y unos participantes que más que fans de Eurovision pareciera que quisiesen destrozarla. Uno ya llega a cuestionarse si es que TVE no tenía demasiadas ganas y apenas escuchaba las críticas o es que directamente no sabían hacerlo mejor a pesar de sus décadas de historia.
Por primera vez hay que reconocer que ayer gracias a Gestmusic se hizo algo decente con las galas de preselección de Eurovisión, a la que de nuevo un año más han dado en llamar 'Destino Eurovisión'. Apenas un error de sonido que casi nos priva de las primeras valoraciones pero que quedó subasanado al instante con un micro de mano y poco más en lo que respecta a nivel técnico, donde el sonido lució a las mil maravillas al igual que las voces de los concursantes que por fin pudimos escuchar, después de año, más claras que nunca.
La gala adquirió un ritmo que en ningún momento se hizo pesado, muy lejos de aquellas casi cuatro horas que casi nos hacen odiar a Alaska, en apenas menos de dos horas conocimos a los cinco primeros finalistas candidatos a suceder a un cantante al que tristemente lo más importante que le ha pasado en su carrera musical tras el festival ha sido salir a hablar en programas del corazón sobre su encuentro con Jimmy Jump y copresentar cual Belén Esteban esta gala tras las bambalinas, vamos, que lo de cantar, cantar poco.
'Destino Eurovisión' quedó estructurado en dos grandes bloques, un primer bloque con los doce participantes actuando de tres en tres, con valoraciones y expulsiones y un último bloque con la presencia de cantantes famosos y otros menos conocidos, sobre todo por nosotros el público jóven, por mucho palmarés musical que tengan, y que hicieron de teloneros a la votación final del público y el jurado.
A pesar de los reconocimientos, la gala no estuvo exenta del mismo sabor rancio que le acompaña cada año como si de una peste se tratara. Un escenario pequeño con un público muy lejos de estar entregado a nada, sólo al bocadillo, cuando este acontecimiento en otros países goza de unos impresionantes decorados y puestas en escena y una entrega pasional de la audiencia, con millones de personas presenciándolo. Una presentadora que a pesar de su buena presencia física, a pesar de haber visto los errores de Pilar Rubio en OT con los que seguramente tan identificada se sentirá por lo sosas que son las dos, a pesar de intentar sobresalir de alguna forma haciéndose la graciosa en un par de momentos, no le valió para nada. Que ella estuviera o que hubiera una voz en off lo mismo hubiera dado para las circustancias.
¿Jurado cañero o jurado hipócrita? En lugar de quedarse a medias tintas y decir las cosas tal y como son, escogieron lo segundo: "todos lo habeis hecho estupendamente (aunque a alguno le hubiese arrancado el cuello), todos sois merecedores de pasar (a tí no te pasaba ni aunque me diesen trescientos millones), estamos encantados con el nivel y la profesionalidad de todos (no vales ni para cantar en un karaoke)". Desde las primeras valoraciones ya se intuía que la gala iba a ser un bálsamo de aceite, aunque debajo de esas palabras cosas bien distintas estarían pensando, porque lo que es dudar a la hora de eliminar y elegir a los dos últimos finalistas, no dudaron mucho, con lo cual sus meditaciones se correspondían con las nuestras (en parte, porque pasar a Gio debe ser algún tipo de venganza). No obstante alguna de las miembros del jurado destacó sobre las demás, esa mujer rubia y mayor cuyo nombre ahora no recuerdo, carismática donde las haya, debería haber formado parte del jurado de OT.
Concursantes conocidos, otros desconocidos, añorados, insistentes (por fin Coral no está, bendición), excepto algunos, el nivel fue muy aceptable, sublime en casos que se pueden contar con los dedos de la mano. La primera gala consistía en encontrar cinco voces y para ello cada uno escogió un tema eurovisivo y hacerlo suyo.
David Sancho abría la participación con "Vivo cantando", experto en orquestas, no hacía falta que jurase de dónde procedía musicalmente hablando, pensó que el escenario era el tablao y que la gente del público eran las parejas de viejecitos bailando y con poco oído ya. El jurado lo comparaba con Elvis Presley, aunque a mí no dejaba de venirme a la mente el Rey del Pollo con ese tupé y esa falsa comedia que se gastaba. A pesar de todo, debe ser que ese público de ancianitos que gusta de las orquestas le votó en masa, porque fue uno de los tres grandes elegidos.
Es David el que debería haber ocupado el lugar de Roima Durán, una experta cantante y estudiante de danza que, aunque no destacó sobremanera y ofrecía más de lo mismo, al menos le puso un empeño profesional, demasiado profesional, tanto que quedó muy triste y seco de cara a un público que pedía diversión a gritos. Su "Wild dance" que hizo mítica Ruslana, no le valió para pasar a la segunda fase.
Da Igual no dan igual. Una de las grandes sorpresas de la noche que logró meterse de lleno hasta el final al público presente en el plató interpretando una versión rockera de "Bailar pegados". Principales favoritos por su efusividad y ganas sin embargo no lograron ser escogidos por votación popular y tuvo que ser el jurado quien les rescatase, un gran acierto para poner las cosas aún más complicadas al resto de participantes. El único defecto del grupo fue sin duda la sobrada chulería de la que hizo gala su cantante, así como sus ganas desmedidas que le hicieron gritar más que cantar. Con un poco más de control en la voz y en el carácter les habría ido mejor.
El segundo grupo comenzaba con Lucía Pérez cantando "No tengo edad", una correcta interpretación que no pasó de más pero que sin embargo logró calar entre la audiencia, consiguiendo los votos necesarios para pasar de fase, todo lo contrario que las eliminadas de ese grupo, Las Miranda, que llevaron una coreografía demasiado estudiada y robótica (menos que la de Baltanás, que debe tener el arte del baile donde la espalda pierde su nombre, todo sea dicho).
Llegaba, al menos para mí, uno de los momentos más esperados y seguramente para todos aquellos que hace tantos años disfrutamos con cada gala de Eurojunior. Cinco de aquellos niños que nos hicieron disfrutar ya han crecido, alguno incluso intentó conseguir su pase en años anteriores a las galas de preselección del Festival de Eurovisión sin conseguir los votos suficientes. Carlos Marco, David Lafuente, Blas Cantó, Álvaro Gango y Dani Fernández se vistieron de gala para formar un quinteto llamado Auryn, basado en el cuarteto del mismo nombre, con sus voces entonaron una versión acústica de "Fly on the wings" que consiguió convertirse en una de las más votadas por la audiencia logrando así el pase a la final y emocionando, si bien seguro pueden dar mucho más de sí. Una entonación perfecta y una armonía de voces sublime que enderezó la gala en varios puntos.
Un grupo nóvel, un insistente que se salió con la suya a pesar de hacerlo peor imposible y una representación de una fracasada de OT que quiere ir a Eurovisión (porque sin alguien de OT en este programa nada sería lo mismo) serían los siguientes participantes.
Como recién salidos del horno y seguramente con una demanda de Karmele Marchante en el buzón al llegar a casa, salieron Sunami al escenario para cantarnos una versión de "Gwendolyn" del portero convertido en cantante convertido en la primera persona cuyo oficio es traer hijos al mundo y dejarlos desperdigados por ahí para que después nos taladren los oídos a los demás (quién pudiera metérselos de nuevo por los cojones).
Los chicos no tuvieron suerte, a pesar de contar con una chica a la batería. La misma suerte corrió (coincidencia de palabro) Guadiana, la representante de esos fracasados de Operación Triunfo que no tienen dónde caerse muertos (aunque algunos caen en el paso previo a la muerte, el programa de Maria Teresa Campos dedicado a la gente que ve la tele desde el más allá) y que sin embargo merece un aplauso porque al menos le puso energía y ganas y merece una oportunidad en el mundo musical y esto no es broma.
Pero no, el último participante, que además fue rescatado por el jurado en última instancia, se llama Gio, uno de esos seres insistentes que año tras año se presentan a estas galas de preselección por su gran devoción al festival, aunque no valen para ello (mi perro también era fiel seguidor y no por ello le dieron una oportunidad, las cosas como son). Tanta insistencia tuvo premio, a pesar de una pésima interpretación que logró destrozar a la canción ganadora del pasado festival "Satellite", no se sabe si por presión de ese reducto de fans de internet (y digo reducto porque muchos no serán, al menos no tantos porque no salió por votación popular) o porque el chico parece gay y parece que el movimiento llama al movimiento, logró hacerse con su pase. Pobre Lena, se mereció un mejor tributo.
El último grupo no tuvo tanta suerte, eliminados todos, tanto Paula Marengo y su dulce voz e impresionante estilismo según Boris como María López, una de las merecedoras de ese pase a la final con una magnífica interpretación de "Vuelve conmigo"que sin embargo le fue arrebatado, no gozaron ni de voto del público ni del jurado para seguir adelante. Otro de los insistentes de cada año tampoco gozó de dicha y fortuna. Baltanás no canta mal, canta muy bien, pero en un estudio. El escenario se le quedó demasiado grande y la coreografía no era un paseo en carricoche. Aunque el baile de "Fairytale" parezca sencillo, Alexander Rybak no se ha pasado tantos años estudiando para aprender ciertos pasos en dos días.
En resumidas cuentas la primera gala fue de notable, una calidad técnica a la altura de lo que Gestmusic nos tiene acostumbrados, pero sobre un entorno mucho más reducido a lo que los acostumbran a tratar para dar calidad musical, con participantes de sabor añejo a rancio, otros que fueron sorpresa y algunos viejos reencuentros que cuando uno echa la vista atrás y ve a aquellos niños de nuevo, logra emocionar. Lo que nos espera va para largo, aunque no mucho, una nueva tanda de elegidos y lo más importante junto a la voz, la canción que finalmente nos representará y se verá las caras con la mismísima ganadora vigente del Festival de Eurovisión 2010 entre otros.
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