
No nos olvidemos, ya lo hizo dos veces. Una fue cuando participó en Supervivientes y otra cuando al año siguiente decidió concursar su marido, , al que Rosa fue a ver en la recta final del programa para poder seguir estirando su única aptitud televisiva, la de venderlo absolutamente todo para seguir haciendo caja aunque para ello tenga que airear la más absoluta de las intimidades.
Pero Rosa debería contar ahora con la posibilidad de que los espectadores no traguen en esta ocasión su discurso. La gente está harta de que le tomen el pelo y Rosa es una especialista del engaño más absurdo. Mejor que espabile y se deje de películas de cuarta, o su tiempo en Gran Hermano puede ser más corto de lo que ella piensa. No podemos obviar que en este formato sí te graban las 24 horas, y las mentiras de la madre de Chayo tienen cada vez las patas más cortas, aunque a decir verdad, este hecho a ella parece importarle más bien poco.
Está claro que Rosa hará lo que haga falta para seguir estando de actualidad, sacado así rendimiento, ya que no solo asegura de esta forma su silla en 'Sálvame' sino que, además, su hija Chayo Mohedano se beneficia de la poca moral de su madre consiguiendo galas demandadas por ciertos imsersos de la geografía de nuestro país. En la familia Mohedano todo vale, y la próxima parada que será testigo de esta premisa tiene nombre de éxito: Gran Hermano VIP.
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