Hace ya más de diez años que Telecinco ponía en marcha uno de mis realitys favoritos. Por desgracia, no hemos tenido la suerte de poder volver a disfrutar de La casa de tu vida, y es que el programa fue cancelado durante la emisión de su tercera edición por sus bajos índices de audiencia. Quizás, la octava edición de Gran Hermano, que acababa de terminar no dejando con buen sabor de boca a los amantes del género, no ayudó mucho a que el programa presentado por Jordi González tuviera una buena acogida. Una lástima, pues sus dos primeras ediciones supusieron todo un éxito, igualando y superando a veces a las cifras de su hermano mayor.
El reality consistía en la convivencia de un grupo de parejas sentimentales (y de amigos). Los participantes competían por la casa de sus sueños, valorada en 790.000 euros; debían ser ellos mismos quienes construyesen una réplica de la misma, y también debían nominarse entre ellos ya que la audiencia elegía mediante sus votos que pareja abandonaba su sueño. Siempre he pensado que alguna cadena debería dar una nueva oportunidad a este reality, que tan buenos momentos nos dió.
Fueron míticos los concursantes de este reality los que se pasearon por la pequeña pantalla, ofreciéndonos momentos memorables. Y es que algunos como Mónica la virgen, Juanma y David, o Raquel y German, forman ya parte de nuestras retinas. Y no solo ellos; La Casa de tu vida sirvió como plataforma para algunos de los familiares de los participantes, ¿o alguien se ha olvidado de Rufino, el padre de Mónica.
Jordi González demostró en este concurso su gran versatilidad televisiva. Lo mismo vale para presentar un debate de política que para lidiar con padres que eclipsan a sus hijas y que se tiran los trastos a la cabeza. Además, Jordi fue el primer presentador de reality que presentó una gran final desde la misma casa de convivencia que había sido habitada por los participantes, y no sé cómo se las apañó, pero lo que prometía ser un coñazo (al tener la dichosa manía en este país de tragarnos cualquier formato con plató incluído), resultó novedoso y para nada aburrido. Eso solo lo consigue un GRANDE.
Originales también las expulsiones del concurso producido por Zeppelin (Gran Hermano). Jordi nunca desveló a las parejas nominadas el resultado de la audiencia votante. Eran las propias, las que mediante una llave, conocían la decisión del público. Sí la pareja resultaba salvada, al introducir la llave que contenía sus caras en una fotografía, se encendían unas luces verdes que iluminaban la puerta de expulsión. Si la pareja era expulsada, las luces eran rojas.
Podríamos hablar de un Gran Hermano a lo bestia, puesto que los concursantes de la casa de tu vida lo tenían mucho más complicado para desarrollar cualquier tipo de papel o estrategia. Entrar en un reality junto a alguien que conoces, te lo pone muy difícil si lo que pretendes es ser frio y racional, y más si la persona con la que juegas es tu pareja y tu relación no va muy bien que digamos. Ingredientes que convencieron a la mayoría de la audiencia, obteniendo un gran 39% de share en la final de su primera edición y un 32% en la de la segunda. Juanma y David fueron los primeros ganadores de este concurso, pero tan solo un punto por debajo de ellos se quedaron Vanessa y Verónica, pareja de amigas que se tiraron de los pelos nada más finalizar el concurso y que se reconciliaron años después en otro reality presentado también por Jordi González. (El Reencuentro), ¿No es maravilloso?.
Una pareja más tradicional fue la que se llevó la casa de sus sueños en la segunda edición: Curro y Chari. Típico matrimonio andaluz con una gran cantidad de churumbeles a sus espaldas que cayó en gracia a la gran mayoría de los espectadores; aunque lo confieso, yo era más de Tania y Bárbaro. Me encantaban.
No podía dejar que pasara el tiempo sin hablar de mi segundo reality favorito por excelencia. Ya sabéis que el primero es GH; pero no negaré que el día que me enteré de la cancelación de La Casa de tu vida me pillé un mosqueo del quince, y que aún conservo la esperanza de que alguien decida darle una nueva oportunidad. Que se abran el invernadero y la casa de obras cuanto antes. Me urge. Con Jordi al mando, por supuesto.