Gordura: Grasa de más que impide que algunos sean felices, que acompleja a otros, y hace sentir importante al resto.
Las negligencias médicas no solo las sufren los ciudadanos de a pie. Estrellas televisivas y juguetes rotos han pasado por el quirófano para eliminar las consecuencias que contrae el consumo de grandes dosis de grasas saturadas , o para demostrar que en cuestión de narices, son el modelo a seguir. Encontrar la eterna juventud no es tarea fácil, y algunas han pagado las consecuencias por obsesionarse con su particular búsqueda de la belleza. La pluma asesina cumple, una vez más, con el ejercicio de periodismo de denuncia, para reivindicar la necesidad de la cirugía, pero con sentido común.
Labios tocino: El exceso de colágeno es uno de los peligros sufridos por muchas de nuestras celebrities. Sin ir más lejos, la que fuese miembro del jurado de la pasada edición de El Numero 1, Ana Torroja, dejó ver una gran transformación física tras su paso por el quirófano. Su peor elección: rellenarse los labios como si no hubiera un mañana, haciendo que estos sufriesen una metamorfosis para lucir una brillante morcilla de Burgos con exceso de gloss; pero no es la única, Esther Cañadas (Torrente 2) bien podría echar un trozo de su morcilla en el cocido.
De mocos a canicas: La rinoplastia es otra de las operaciones más demandadas entre las presentadoras y ex concursantes de reality. Un claro ejemplo del peligro que puede acarrear esta cirugía, lo encontramos en Paula Vázquez, que se modificó las vías respiratorias a mediados de los noventa, cambiando su cara por completo, y no para mejor precisamente. Ella misma declaró su arrepentimiento ante tal desastrosa operación. La ultima víctima de este retoque no es otra que la polémica ex gran hermana Nagore Robles, que como si de un cambio de sexo se tratara, la vasca afirma no reconocerse cuando se mira al espejo. El asunto, cuanto menos, tiene narices.
Ojos pedorros: Si miras al frente sin problemas, ni se te ocurra pasar por el quirófano, porque puedes tener la mala suerte de salir mirando pa' Cuenca. Eso le paso a Loli Álvarez, musa del pop más indie&rumbero del año 2000. Tras pasearse por los platós para pelearse con su archienemiga Tamara, Loli decidió invertir en su cuidado personal todo lo que había ganado en sus finas disputas televisivas. Bien cara le salió la jugada a nuestra Loli, porque la pobre, abandonó la clínica de estética con un ojo a a la virule. A pesar de esto, seguimos queriéndola, y por eso estamos más que indignados, ya que Loli, no contenta con perder el equilibrio visual, decidió ponerse en manos del doctor Zelicovich para terminar como un cuadro de comedor, que diría nuestra erudita Bea la Marquesa.
Sin identidad de género: Eso es lo que le paso a Mónica La Virgen cuando salió del quirófano. Antes de operarse, la concursante, gozaba de ser el gran icono de la maldad justificada; con una cara difícil, eso sí, pero con unas facciones equilibradas. Pero tras su completa remodelación, nos vimos obligados a ingerir unos cuantos miligramos de lexatin, para ser capaces de gestionar la conmoción que sufrimos ante la imposibilidad, de no poder identificar, a una de las grandes villanas de la historia del reality Español. ¡¡¡Esto te lo voy a hacer por bruja!!!, debió pensar el frío y calculador cirujano, cuando anestesió a la hija de Rufino, -estrella contemporánea de la comunicación de masas- dispuestísimo a transformar la cara de pan de su retoño, en algo indescriptible.