Fortu e Isa se disputaran la expulsión de esta noche en una nueva gala de Supervivientes. El participante que obtenga menos votos de la audiencia, contará con una nueva oportunidad en el palafito, habitado actualmente por Lola y por Nacho Vidal. Si el votante se deja llevar por los contenidos generados por los dos nominados para efectuar su voto, me temo que será Isa la elegida, aunque hay que reconocerle a la hermana de Kiko Rivera un aumento de implicación en las dos ultimas semanas. Ha esperado a estar sola con el resto de los hombres para jugar un papel que está lejos de ser fundamental.
Fortu, sin embargo, se ha equivocado al intentar remarcar con tanto hincapié una situación de soledad e incomprensión que resulta poco creíble. El otro día hablé del supuesto ataque de ansiedad que el cantante había sufrido durante el fin de semana pasado, una escena que sin duda, puede hacerle perder el titulo de ganador. Y es que resulta complicado aceptar el hecho de que una persona que se recuesta sobre el suelo, esté sufriendo un ataque de ansiedad; más que nada, porque cuando uno sufre episodios de este agravante, actúa de manera completamente contraria al faltarle el aire. Tumbarse no ayuda, más bien al revés. Además, el médico que atendió a Fortu decidió irse tras echarle un vistazo. Si hubiera sido algo más grave, el concursante hubiera sido trasladado para ser observado durante unas horas.
Fortu ha protagonizado unos vaivenes donde la coherencia ha brillado por su ausencia. De decirle a muchos de sus compañeros que la convivencia para con ellos estaba acabada, a cambiar de opinión en cuestión de horas para terminar llorando y pidiendo un abrazo grupal. Es evidente que la nominación le está pesando demasiado y que sin pretenderlo está perdiendo cualquier atisbo de cordura. El juego no le está saliendo bien, y es que, entremezclar roles tan opuestos como el de la pobre víctima (mis amigos me han defraudado) y el del vil villano (no quiero saber nada más de ti), no puede sino ofrecer resultados tan funestos, despertando la antipatía del público y situándolo en la línea de salida frente a una rival que tiene mucho menos mérito que él para estar en la recta final de un concurso de supervivencia.
Y es que muchos se creen que el secreto para ganar Supervivientes, no es otro que el de ser, justamente, un buen superviviente; pero se equivocan, y lo hacen hasta el fondo. Que el formato aprecie valores como el esfuerzo y la superación, no indica que perdone a los que se pasan por el forro la realidad de que esto no deja de ser un concurso de televisión donde la suerte y el humor puntual que tengan los que votan, son elementos que pueden conducirte a la calle en segundos. Fortu no es consciente de esta verdad, pues de serlo, no tentaría tanto a la suerte como lo hace. Debería aprender un poco del compañero al que seguramente con razón, critica. Si el público quiere ver a Rafi Camino cada jueves, es porque está cansado de tanta contienda. El torero sabe lo que gusta, y es honesto en el juego. No ha engañado a los espectadores al intentar convertirse en un falso Crusoe, todo lo contrario; Rafa ha conseguido que los espectadores compren un papel en el que la pasividad ante el trabajo está presente; una pereza que es suplida por grandes dosis de humor y de positividad, dos ingredientes que pueden llegar a estar más cotizados que los que puramente pertenecen al campo de la supervivencia. Algo parecido sucede con Christopher. Aunque hay que admitir que este último ha trabajado algo más que Camino; los componentes que compra el espectador de este jugador, son exactamente los mismos: la disposición a la guasa y a la socarronería. Un conjunto de habilidades imprescindibles para ganar un programa de tanto recorrido que Fortu está demostrando no tener. Tendrá que cambiar de actitud si se salva esta noche, si no quiere que los que fueron sus amigos algún día, ocupen el pódium que tanto ansía.
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