I love Terelu. Sálvame es INVENCIBLE.

Cuando en la autopsia sólo encuentran restos de ti. Cuando vas en dirección contraria, cuando te equivocas y no lo reconoces...

Acaba el 2014 y es turno de hacer un poco de autocrítica. Hoy la pluma asesina va a acabar consigo misma. Voy a ser mi peor juez, porque al fin y al cabo equivocase es de humanos pero sólo los valientes se atreven a reconocer sus fallos y a disculparse. Son muy pocos los que admiten que cometen errores. Es complicado encontrar artículos donde alguien diga sí, esto lo dije yo y metí la pata hasta el fondo. Parece ser que lo único que interesa es presumir de éxitos que contar yendo de superhéroe en tu profesión.

Con este post quiero reivindicar el derecho a equivocarse. El derecho a fallar tomando pésimas decisiones, porque al fin y al cabo uno aprende mucho más de un error que de un triunfo. El éxito te sitúa en una posición cómoda rebajando en ocasiones tu humildad, mientras que una equivocación a tiempo te obliga a mejorar y a ser cada día mejor. Si reconocemos que de los errores diarios se aprende e incluso se mejora como persona, deberíamos entonces aclarar que en nuestra profesión pasa exactamente lo mismo. Yo no quiero que llegue el 2015 sin disculparme en este espacio por mis innumerables errores cometidos a lo largo de estos 365 días. Quizás el que más me pese es aquel post que escribí hace ya muchos meses sobre el estilismo de Terelu Campos. Y es que no solo le pido disculpas a la propia Terelu. También a los lectores que pincharon en el banner que conducía a dicho artículo; un texto repleto de chistes fáciles y de comentarios ofensivos, no siendo yo ejemplo de nada y con mucho camino por recorrer, y no citando para nada la profesionalidad de la persona a la que me refería, que va mucho más allá de un estilismo determinado, porque como ya se sabe, para gustos los colores.Lo que no se puede discutir es que Terelu cuenta con una trayectoria dilatada en el tiempo y con muchos exitos en las espaldas.

Aprovecho también este espacio para pedir a todas esas asociaciones que se esconden detrás de los derechos de algo o de alguien, en este caso utilizando a los niños, que los únicos que tienen el deber de educar a los menores son los padres de los mismos; en ningún caso la televisión que actualmente es variada y que cuenta con canales específicos para los supuestamente afectados. Hoy en día contamos con la libertad de elegir el canal y el programa que queremos ver y ninguna asociación debería decidir lo que podemos o no sintonizar en nuestra televisión. El oficio de estos que se quejan es de la reivindicación de la prohibición, un termino que me horroriza absolutamente, ya que nos hace retroceder y nos hace olvidar que vivimos en un país con libertad de expresión y elección. Así que váyanse todos ustedes y nunca mejor dicho, donde la espalda pierde su gracia. Espero que Sálvame dure muchos años más porque gracias a ellos millones de personas cuentan con la posibilidad de desconectar de sus problemas convirtiendo sus tardes en un colorido carnaval, donde las emociones y los sentimientos de los generosos colaboradores son la máxima de un programa que aunque muchos intenten destruir, seguirá en la vida de miles de televidentes; porque como su propio nombre indica, Sálvame salva a muchos de esa rutina gris que tan tediosa resulta.

Sálvame, al igual que otros formatos únicos de nuestra televisión es invencible, como invencible es el placer que sienten esas personas que se equivocan y no tienen problemas en bajarse los pantalones para pronunciar esa valiosa palabra que tanta falta hace en los tiempos que corren: PERDÓN.