Ayer asistimos al último debate de Supervivientes pero se me antoja más comentar las ultimas colaboraciones y entrevistas que Viviana Figueredo ha concedido en Sálvame. Esta pluma se ha cansado de leer comentarios en diversas redes sociales a cerca de las declaraciones de Vivi, donde ésta afirmaba sin reparo alguno sus juegos con la prostitución. Viviana Figueredo no tuvo ningún problema el pasado viernes en el deluxe, en afirmar su intención de irse a vivir con un 'viejo' a cambio de dinero y de una vida lujosa; y es aquí, donde entran los juicios de valor a los que tan acostumbrados estamos en esta sociedad. Lo que me ha conquistado de Viviana es su brutal sinceridad, sus declaraciones sin tapujos sin tener en cuenta lo que piensen o digan los demás. A la 'paraguayita' no le dolió en prendas afirmar que ha estado con varios hombres a cambio de dinero, una declaración que choca en una colectividad donde las personas están acostumbradas a sobrevivir más con medias verdades que con una sinceridad completa.
Yo, como pienso que la moral es un término muy subjetivo, y que cada uno tiene derecho a entender por la misma lo que considere, aplaudo a Viviana. La concursante de Supervivientes no se diferencia de muchas artistas de renombre que han acudido a cenas con empresarios poderosos a cambio de un favor profesional, o un beneficio económico, salvo que la primera no pasea por los platós una falsa honradez, arriesgándose, evidentemente, a ser peor vista por una audiencia que juzga, sin haber pisado el suelo con los mismos zapatos de la entrevistada. No es que critique a la gente que se escandaliza para ir luego corriendo a twitter a insultar a Viviana; en su derecho están, faltaría más, pero no por no compartir un modo de vida, o unos principios, debería ponerse en tela de juicio las elecciones de una persona con unas circunstancias complicadas o diferentes
Y es que a Viviana le resbala quedar relativamente mal por no ofrecer las respuestas esperadas, algo de lo que deberían aprender muchos concursantes de esta edición, como Chiqui, Katia o Nacho Montes, que afirman ahora enterrar el hacha de guerra que levantaron dentro de la isla; es mucho el miedo a las zancadillas dentro de la jungla televisiva, y muy poca la sinceridad y la autenticidad. Esto último le va más a Vivi, que no se esconde y se desnuda en la cama de señores mayores, pero también cuando es entrevistada. Algunos olvidan que hay varias formas de prostituirse. Hasta en el trabajo más usual y aparentemente sencillo, son muchos los que hacen cosas que atentan contra su dignidad, pero que se ven obligados a ejecutar porque el cabrón de su jefe así lo determina a cambio de un sueldo de mierda. Incluso en mi blog, donde siempre he tenido la máxima libertad por parte de la dirección de esta página, yo mismo he escrito cosas que no sentía para asegurarme una gran cantidad de visitas. Todos hacemos cosas con las que no casamos, y lo hacemos para alcanzar un objetivo, pero se nos da de lujo criticar a una mujer exuberante que está dispuesta a ser paseada por un hombre mayor a cambio de una propiedad y de unos cuantos billetes.
Y es que ahí están siempre los puritanos, esos que no se miran hacia adentro con asiduidad, con el cuchillo en mano, preparados con ganas de herir y de hacer sangre. Lo mismo da que ella no engañe en ningún momento, olvidándose de que tan beneficiada sale la que ofrece el servicio como el que lo contrata; pues anda que no hay hombres de dinero encantados de presumir de su conejito playboy, pero claro, es ella la indigna. Ella es la puta. ¿Y quiénes somos nosotros para determinar lo que es digno e indigno?, yo desde luego que no me atrevo ni siquiera a intentarlo. Viviana no se avergüenza de decir lo que dice porque la vida que ha conocido desde su infancia le ha ofrecido el arma de poder realizar favores sexuales a cambio de dinero y poder así ayudar a su familia, y llevar un nivel de vida cómodo. El mismo nivel que tienen muchos banqueros que desahucian diariamente a muchas familias de sus viviendas. ¿Quién es en este último caso la puta?, yo lo tengo claro. La conclusión viene a ser la misma de siempre: estamos tan acostumbrados al silencio y a la hipocresía, a tapar constantemente lo que está mal visto, que Viviana con sus declaraciones, sean o no compartidas por quien las escuche, no deja de resultar una bocanada de aire fresco..