"Pseudointeligencia" del espectador conformista

Disfrutar de la televisión no es sentarse delante del receptor, abrir los ojos y vaciar la mente. Va mucho más allá. Sobre todo ahora con la revolución televisiva.

Un buen espectador debe ver, opinar, juzgar, valorar y criticar el contenido que se le está ofreciendo. Sea positivo o no. Debe analizarlo. Especular sobre lo que se ofrecerá próximamente, y si el caso lo requiere, teorizar. No basta con verlo y olvidarse de ello al minuto siguiente. El problema es que muchos, muchísimos de los contenidos no lo ponen nada fácil. Te lo dan todo mascadito y preparado para digerir, no le plantean al televidente una serie de inquietudes que le hagan reflexionar sobre lo que ve.

No me refiero ni mucho menos a crear fábulas con moraleja en la televisión, sino crear productos que rompan el tópico de "la caja tonta". Y los hay, algunos pocos, pero los hay. El problema es que son demasiados escasos, las cadenas no apuestan por ellos. Pero no toda la culpa es de ellos. Las cadenas saben, que el espectador medio no quiere pensar mientras consume TV. Es así de triste.

Y no sirve la típica excusa de que algunos sólo quieren olvidar ciertos problemas mientras descansan frente al televisor pues… ¿qué mejor manera de olvidar que mantener la mente ocupada en otras cosas?

Las cosas están cambiando, pero a la fuerza, la gente no pone de su parte, la gente no quiere cambios, al menos parte de ella. Cuando un formato totalmente novedoso se presenta se hace con miedo, sin saber cómo reaccionará el público, y que ante igualdad de condiciones preferirán más de lo mismo, repetido hasta la saciedad.

¿Un magazine por la tarde o un programa atípico para la sobremesa? Adivina lo que elegirá la mayoría… Y al final los "jefes" elegirán un triste magazine… porque ellos por la audiencia ¡ma-tan! (es su misión al fin y al cabo). Luego lo sobreexplotarán indefinidamente mientras el público conformista lo respalde, haciendo lo mismo una y otra vez, perdiendo cada vez más fuelle y sentido, hasta que llege el día en el que inesperadamente desaparecerá por la puerta trasera. Desgraciadamente, suele pasar.

Esperemos que para este nuevo 2010 las cosas malas cambien un poquito al menos y las buenas se mantengan y mejoren. Pues eso, Feliz 2010 a todos.