La GRAN Final
Este año no quise cometer el error garrafal de la pasada edición en la que 'Zapeando' descubrió el pastel antes de tiempo invitando el día de la final a las Canarias al programa, dándonos a entender que no serían ellas las que se alzarían con el premio esa misma noche. Desconecté de A3Media en cualquiera de sus formas para vivir al máximo una final de infarto en la que todos los avances (y la propia lógica) parecían indicar que Pepe y Blanca iban a arrasar hasta el último momento. Gracias a Dios, la organización y realización del programa supo montarlo todo a la perfección para despistarnos a cada paso y generar incertidumbre hasta el último segundo.
Hasta los más opuestos a los aristócratas debemos reconocer que su paso por el programa ha sido envidiable a nivel de rendimiento. ¿Suerte? ¿Talento? ¿Labia? No sabemos el qué pero olé por ellos porque han hecho una carrera excelente a pesar de las salidas de tono más que censurables de Pepe. Sin embargo, el corazón de muchos estaba con los primos. Aventureros excelentes no a nivel competitivo en todos los casos, pero pura diversión, goce y disfrute de un formato que regala experiencias increíbles a concursantes y audiencia. Matías y Nabil nos han hecho reír como nadie y han llevado el frikismo a una nueva forma de entender la aventura. No ha habido ni creo que haya otros concursantes iguales, parecidos o que puedan llegar a hacerles sombra en ese aspecto. En la gran final hemos sufrido, reído y llorado con ellos siendo conscientes de que iba a ser el último día de carrera. El último día del Team Primos. Gracias por dejarnos conocer a Apu con vosotros, gracias por el amarillo Pikachu y por el poder de Goku. GRACIAS POR ESOS GUISANTES. Gracias por haber dado tanto juego con la ventaja de la bandera frenando parejas. Gracias por darle vida a 'Pekín Express'.
La final pasará a la historia del programa por ese momento en el que Nabil entra en la plaza de la final y a todo el público desde casa se nos ponen los pelos de punta. Su llegada sin creérselo demasiado es el espíritu único de 'Pekín Express'. La sorpresa, la incertidumbre la suerte y la desgracia de que todo puede cambiar en el último momento. Con el permiso de las Canarias, con quienes sufrí hasta el último suspiro el año pasado, los primos se han ganado un puesto muy digno en mi corazón y en mi amor por 'Pekín Express'.
Fallos y puntos débiles
Ha sido una edición en la que hemos puesto en duda la justicia e injusticia de salidas y entradas de parejas, pero en la que ha sido más importante que nunca ser los más fuertes para así nunca tener que jugárselas con la suerte. Los sobres negros han jugado un papel decisivo en esta edición, hasta el punto de molestar al espectador en incontables ocasiones salvando a parejas que queríamos quitarnos de arriba cuanto antes. Eso sí, tanta presencia de tarjetas verdes solo se explica con la mayor duración de la carrera este año. Una jugada que parecía acertada ya que la última edición se nos hizo demasiado corta, pero un error garrafal si tenemos en cuenta que no han sabido aprovechar las etapas organizando pruebas, más yinkanas y mostrando adelantamientos imprevisibles en momentos en los que todas las parejas coinciden en algún lugar. Los juegos de inmunidad han quedado en un segundo plano en muchas de las etapas en comparación con la pasada edición (las comparaciones son odiosas, pero 'Pekín Express 5' fue mucho Pekín Express). Ha faltado acción y no dejarlo todo en manos de los coches, ya que si las familias y los aventureros no hubieran contribuido, el formato habría quedado plano y aburrido en muchas etapas.
La directora de carrera
Por otra parte tenemos la gran disputa de todos los años: la directora de carrera. Mucha gente no olvidará nunca a Paula Vázquez, y sigue sobrevolando por ahí un amor sin barreras hacia Raquel Sánchez Silva que yo no consigo entender del todo... No pongo en duda su profesionalidad y pasión por el formato, pero no creo que merezca un altar por ello. De Jesús Vázquez mejor no hablamos, que aunque sea uno de los mejores presentadores de este país, ni 'Pekín Express' le hizo un favor a él ni él al programa... Cristina Pedroche ha sido la última en subirse al carro. Pedroche va a recibir críticas haga lo que haga, diga lo que diga y sea como sea... Haters gonna hate. A mí, personalmente, Cristina Pedroche me gusta. Me gusta mucho. Me gusta lo que me comunica, me gusta verla vivir intensamente su trabajo. No creo que haga nada con desdén, solo que vive con pasión y sentimiento toda la aventura, algo que no estamos acostumbrados a ver en televisión: sentimientos naturales. La pasada edición la vimos más atada al guión. Era nueva en esto y llegaba como la chica deportista que se sumerge en el mundo de la aventura. El guión la encorsetó hasta tal punto que los espectadores solo pudimos disfrutarla al 100% en las fabulosas entregas de 'Esto no es Pekín' que he echado en falta como agua de Mayo durante toda esta edición. 'Pekín Express 6' nos ha dejado a una Cristina Pedroche más natural, desenvuelta, conocedora de la aventura, estricta cuando ha debido serlo (ella y no la organización en muchos casos). Emotiva y alegre. Ha vivido cada derrota y cada victoria como si fueran suyas. Hoy hablo del trabajo de Cristina Pedroche en 'Pekín Express', no hablo de polémicas, ni de vidas privadas ni de tantas historias que tanto molestan a la gente como si fuera con ellos... Hablo de una chica que le ha regalado espontaneidad, sentimiento y pasión a un formato que amenazaba con desaparecer de nuestras pantallas.
En definitiva, despido 'Pekín Express' aun recuperándome de los microinfartos que padecí durante la final, orgulloso de que haya aguantado los huracanes del fútbol, LQSA o Allí Abajo y con la esperanza de que vuelva el próximo año con más aventura, más pruebas, más emoción y otro casting envidiable.
¡Hasta pronto!
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