Puja de sentimientos

Últimamente abundan los programas de televisión que obligan a inducir sentimientos. En realidad son juegos seriamente planificados para controlar nuestros sentimientos. Me estoy refiriendo a una serie de programas como sería 'La Caja' (Telecinco) o 'Supernanny' (Cuatro) y sus posteriores secuelas. Una nueva generación de programas que han convertido a la televisión en una ventana a la intimidad más absoluta de gente anónima.

Sin poner en ningún momento en duda las buenas intenciones de éstos espacios televisivos cabe preguntarse: ¿Hasta que punto es moralmente necesario exponer una terapia de una persona con graves problemas ante miles e incluso millones de espectadores? ¿Es absolutamente imprescindible emitir la terapia de un niño problemático? ¿Acaso no se puede llevar a cabo ésta práctica con la ayuda de un especialista en el entorno íntimo? La respuesta a estas preguntas podría tener destino en una cifra de dinero o quizá en una mente ambiciosa cegada por el orgullo de salir en la televisión, cegada también de darse cuenta de que se ha convertido en algo parecido a un conejillo de indias de un producto televisivo sin otra intención de montar un show que atraiga a cuantas mas personas mejor y sin importarle en ningún momento al problema de la persona.

La televisión avanza de manera rápida -dicen algunos- y es imprescindible innovar en todas las direcciones. Pero la verdad es que no deja de ser una guerra por la audiencia, emitir espacios que podrían ser sometidos a una verdadera crítica moral de la cual se escabullen gracias al apoyo de las grande masas. Todo vale si da audiencia.

Desencaja y desordena mi mente como de haber tomado ciertas sustancias como las consumidas por Samantha Villar en su exitoso programa '21 dias' (Cuatro) que tan buenas críticas ha encajado. ¿Es realmente necesario que una chica haga ciertas cosas para sensibilizarnos? Si lo que realmente quiere promover es que acaben ciertas prácticas o conductas debería exponer soluciones, en vez de mostrarnos un circo mental que nos pretende lavar el cerebro. No siempre el fin justifica los medios, aunque la protagonista consuma sustancias ilegales, lo exponga en televisión y no sea sancionada por ello. Todo vale en la televisión, y sinó que se lo digan a los cientos de multados por consumo de drogas.