Después de las continuas discusiones de madre e hija, participantes en la carrera por llegar a Bombay, es preferible mirar unas semanas atrás para recordar que apenas por unos minutos Alazne fue capaz de tocarnos el corazoncito cuando se emocionó ante la hospitalidad de una falimia china, con la que apenas convivieron unas horas que parecieran años.
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