[ACTUALIZACIÓN BREVE: Pocas horas antes del estreno del capitulo 10, se informó de la renovación de El Príncipe por una segunda temporada que ya estaba casi asegurada. Después de eso, la serie anotó su dato de audiencia más bajo, tanto en espectadores como en share desde el capítulo de estreno. Curioso, aunque esperable, dado que el mismo martes 8 finalizaba la serie Los Misterios de Laura, que hizo un gran dato como despedida.]
En mi opinión, el capítulo 8 de El Príncipe ha sido uno de los más completos (a nivel argumental) de los que hemos visto hasta ahora. Lleno de respuestas que conducen a nuevas preguntas (porque aquí unas y otras van ligadas siempre), y servidas ambas con la tensión justita, aunque con emoción suficiente como para irse content@ a dormir. Hubiera merecido la pena dedicarle un post completo y exclusivo a Pasar al otro lado, pero por problemas logísticos me he visto obligado a saltarme una semana.
En cuanto al 9º episodio, digamos que ha seguido avanzando un poco la senda que marcó el anterior: nuevos enfrentamientos, personajes desubicados, saludos y despedidas, un enemigo desenmascarado por completo...
Pasar al otro lado es lo que hicieron la mayor parte de personajes en el capítulo 8. Para alguno fue un viaje físico y emocional, para otros fue algo más mundano, pero de lo que no cabe duda es de que hubo mucho movimiento de fichas. Viajes y movimientos cuyo eco ha retumbado una semana después en La noche más larga, en la que se cierran caminos y (como ya es habitual en la serie) se abren otros sin dar apenas descanso.
(Contiene SPOILERS de los capítulos 8 y 9)
Empecemos el recorrido por Javier Morey.
El que fuera agente del CNI infiltrado como inspector jefe en el barrio de El Príncipe, ahora no tiene muy claro lo que es. Le contó a Fátima casi toda su verdad, y eso le ha costado su puesto de mando al frente de la investigación terrorista. Él es quien literalmente ha "pasado al otro lado", cruzando el Estrecho (aunque no nos lo enseñan, intuimos que en algo más confortable que un cayuco) para hacerle una visita en Madrid a su padre, viudo, para más señas. Estas breves escenas paterno-filiales humanizan a Morey mucho más que 7 episodios previos de romance con Fátima. Creí que acabaría la temporada sin ofrecernos una sola muestra de su entorno privado, pero se agradece este pequeño respiro, justo cuando Morey más lo necesitaba.
Por lo que respecta a su amada-enamorada, la hija mayor de los Ben Barek también da un gran paso "al otro lado": de parecer sospechosa de colaborar con los terroristas, pasa a ser reclutada por el CNI contra la yihad (y si me apuras, casi le otorgan un diploma de Anacleto, agente secreto). En el post anterior criticaba su forma de actuar, confiando en que fuera algo puntual, como si hubiera tenido un lapsus o una mala semana; he de decir que en estos dos capítulos vuelve a ponerse a su nivel habitual (lo cual no es mucho decir, pero como mínimo no me rechina su continua cara de pasmo, ni me hierve la sangre al oírla). Como torpe aprendiz de Fátima Bond logra parecer incluso semi graciosa, aunque su actuación siga patinando a ratos, sobretodo en lo que se refiere a la ausencia de química que desprende con Morey.
Turno ahora para Quílez, el amigo íntimo de Fran, el socio necesario, el cómplice de aventuras y desventuras, el que daría la vida por él... Pues bien, el hombretón que parte nueces con los meñiques (como poco) se ha ganado su propio pase "al otro lado", que en su caso es más bien un pase torero... Olé!!
Un giro de guión en toda regla, de manual, de los que sirven para cerrar temporadas y generar debates estivales
Aquí en El Príncipe, como se intenta llevar la contraria, y se hacen las cosas a un ritmo diferente, han decidido que hay que pulirse la trama en apenas unas escenas, que para qué vamos a seguir alargándolo hasta mayo... Pues bien por ellos.
Eso sí, la cosa tiene varios peros. El mayor de todos con un nombre que ya suena irritante y prefabricado: Jota. El hijo de Quílez surge de la nada, aparece ahora de repente metido en la piel de chico malo malísimo, encima trabajando para Aníbal, y justo cuando Fran empieza a tirar del hilo que lleva hasta el asesino de su añorado Alberto... He de reconocer que me tragué el anzuelo, que no logré anticiparme a la sorpresa del confidente contando que Jota mató al hijo de Fran. Se me abrió la boca y empecé a comprender una vez más que en esta serie nada ocurre porque sí. Entonces, ¿cuál es el problema?
¿Cómo coj... puedes ser tan mal actor, hijo mío?
El problema es que estamos tratando un asunto serio, de peso dramático, el clímax de algo que nos ha rondado durante dos meses... y por desgracia el actor que hace de Jota no da la talla en ningún momento (sólo cuando su padre le ahostia durante La noche más larga, que se le queda cara de tonto). Su primera aparición como chulito esposado, creyéndose el rey del mambo, ya activó mi alarma, pero pensé que junto al gran Aitor Mazo (Quílez) es imposible no crecerse como actor y dar lo mejor de sí mismo... Pues no. Es posible. Es posible joder uno de los mejores momentos de la noche hablando como el que recita una lista de la compra a gritos, sin apenas entonación.
Pues nada, qué le vamos a hacer, confío en que este joven (cuyo nombre no me he molestado en buscar) ingrese en la misma prisión de malos actores en la que por fin parece que van a encerrar a Elia Galera y su personaje de Raquel.
[Sí, por favor, que al menos nos libremos de ella y de él hasta la próxima temporada; que los manden a la Royal Shakespeare de Londres a pasar el veranito]
Otro que está pasando "al otro lado", sin prisa pero sin pausa, es el joven Driss, alias Wally (en este blog), y ahora también alias solamente me desprendo de mi camiseta deportiva robada para rezar. El que empezó siendo un extra que daba patadas al balón con otros jóvenes del barrio, que escuchaba atentamente las lecciones de su "señorita" e incluso saltaba en defensa de su honor, ha caído finalmente en las redes de la guerra santa. No ha sido difícil, el chaval parecía bastante predispuesto y ha bastado un empujoncito de Omar para volverse un malote que se enfrenta a su tío, falta a clase, ignora las reprimendas de su "profe", y poco a poco asume que tiene una gran misión en este mundo (que por el momento no sabemos exactamente si incluye abandonarlo saltando por los aires, aunque hay muchas posibilidades de que sea así).
Quiero ser optimista y confiar en que esta trama va a derivar en un final apoteósico, que no volveremos a vivir otro momento de decepción como pudo ser el encuentro entre Alfi y Rut del capítulo 6. Pero con esta serie nunca puedes confiarte, porque tan pronto te sorprenden con un giro apasionante, como cierran una historia del modo más burdo y facilón. Supongo que en breve lo veremos.
Hablando de decepciones...
Faruq anda perdido como nunca, y diría yo que hasta aburrido de sí mismo. En el capítulo 8 le vemos muy enfadado con su padre, dispuesto a marcharse de casa como el típico adolescente rebelde al que no le gusta que le reprochen que sea un narcotraficante y una mala influencia para su hermano pequeño. Pero tan enfadadísimo no debe estar, cuando por una simple conversación de tres minutos con su futuro cuñado, corre a abrazar a su papá como si no hubiera un mañana.
Y de nuevo se aburre. Por eso en el capítulo 9 le inventan una absurda mini-trama como espía de su hermana que se sacan los guionistas de la manga con poco atino, diría yo. La combinación parece simple: aburrimiento + GPS + ganas de tocar las pelotas. Pero se ponen sobre la mesa factores aleatorios demasiado bien alineados, lo que reduce la credibilidad del conjunto (espía y espiados) a la mínima expresión. Y todo para acabar el hermanísimo pillando a los amantes plastas dándose el palo en el coche, a la vista de todo el mundo, con su poca discreción habitual... Para eso mejor le hubieran abierto la puerta del apartamento y se hubieran tomado una copa con él, al menos le quitaban el aburrimiento.
En fin, una pena. Concluye todo con Faruq observándoles desde una esquina, e imagino (sin haber visto ningún avance) que su nuevo divertimento en el próximo capítulo será sacar a relucir toda clase de estereotipos machistas y raciales sobre los deberes de una buena musulmana, acentuando con ello la gran hipocresía social, y reafirmando mi sensación de que el suyo es uno de los personajes secundarios más desaprovechados que he visto en mucho tiempo.
Para concluir, un pequeño apunte. En estos dos episodios hemos tenido ocasión de conocer a nuevos personajes, como los jefes de Morey (además de una "compañera" con pinta de haber sido algo más, aunque de momento tan solo le ha prestado un teléfono); una nueva agente del CNI que enseguida se integra en la investigación; el fallido y mal actuado hijo de Quílez... Y también le hemos puesto cara a dos personajes de los que mucho se ha hablado: Alberto, el hijo fallecido de Fran, que aparece en un flashback (recurso inédito hasta ahora en la serie), y el desaparecido Abdessalam Ben Barek (al que ya nos habían mostrado inteligentemente en un video, pero hasta ahora no hemos sabido quién era).
Me gustan esos detalles, porque la imagen de ese joven sonriente con una metralleta en la mano me llamó lo bastante la atención como para sobreponer el título del 7º episodio sobre ella en mi blog, y ahora descubro con sorpresa que no era una simple imagen más, que en realidad volveríamos a verla cuando el CNI le mostrase a Fátima en qué anda metido su querido hermanito. ¡Chapeau!
La próxima semana, más. Y si puede ser, mejor.
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