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Making a Murderer: el reality show perfecto

Martes 2 de Febrero de 2016 18:25
 

Desde el pasado 18 de diciembre se subió a varios Netflix del mundo el proyecto original titulado Making a Murderer, vendido como un documental de protesta e investigación, que además ponía en duda el sistema legal de los Estados Unidos. Los protagonistas eran Steven Avery y su familia, esta última que poco a poco comenzó a cobrar más importancia en la historia conforme avanzaron los años, porque sí, pasan años en el transcurso de la temporada, 31 para ser exactos...

El morbo, que rosaba los límites de entretenimiento televisivo había roto todos los esquemas antes presentados y establecidos, este nuevo formato vendido como documental lo tenía todo, y conforme avanzaron los capítulos nos dimos cuenta que es simplemente El Reality Show Perfecto. Y quien mejor que Netflix para presentar "esta gallina de los huevos de oro" que ponía a debatir a millones a través de Redes Sociales, peticiones en firmas y marchas a las afueras de instituciones públicas y gubernamentales, todo un fenómeno. Es como si combinaron a las Kardashians al estilo Honey Boo Boo agregándole tomas de cámaras y soundtracks necesarios para llevarnos como espectador a sentirnos parte del reality. Solo que éste show tiene algo que todos los presentados con anterioridad no tenían: un presunto culpable que luchaba contra la policía de su pueblo por un supuesto crimen que no cometió ¿Acaso no es perfecto?

La vida en directo en situaciones extremas del ser humano, logrando que el televidente nos identifiquemos inmediatamente con Los Avery, una familia típica de campo que ha vivido desde sus ancestros en el condado Manitowoc, pueblo que les regalo a los camarógrafos tomas extraordinarias. Y a las guionistas Laura Ricciardi y Moira Demos movimientos increíbles para qué en cada capítulo "las reglas del juego cambien" y nos lleven hacia otra dirección. Simplemente con el intro, musicalizado por Gustavo Santaolalla (Ganador del Oscar por Brokeback Mountain y Babel) nos adentra en el drama y dolor que éste reality nos presentará.

Sumándole "los confesionarios" que realiza la familia en cada capítulo, donde explican cómo se sienten, además las llamadas que Steven realiza desde prisión para contarnos cómo está transcurriendo "su concurso". Las historias de amor no pueden faltar, y para no spoilearlos simplemente les advierto que son de lo más surrealistas y adictivas, pues nos muestran el amor desde otro punto de vista, a diferencia de los Realitys de Citas en donde todo se ve actuado. Como en todo buen reality show los villanos no pueden faltar, solo que aquí son de verdad y no tienen un apuntador que les dicta que hacer para dar juego, éstos villanos son capaces de todo, y al decir de todo es porque lo son, ya se darán cuenta de lo que fueron capaces con tal de continuar teniendo a Steven en prisión.

Los Abogados, que cambian conforme avanzan los 30 años de la historia, crean escenarios perfectos para ir desacreditando a la policía y al Estado, capítulo a capítulo juegan como si de estrategia, nominaciones y expulsiones se tratara. Confieso que en ocasiones me hacen creer que efectivamente Steven si es culpable del segundo crimen. Y justo cuando en los capítulos 3-4 se les empieza a caer la trama entra al programa Brendan Dassey, el sobrino de 16 años de Steven, al que la policía manipula para hacerle creer que el también formo parte del terrorífico crimen de asesinato y violación de Teresa, siguiendo órdenes de su tío; la audiencia joven y los padres que tienen hijos adolescentes se identificaron inmediatamente, te unes a la pena y coraje de Barb, madre de Brendan, mismos sentimientos que nos conectan cuando vemos una final de American Idol, La Voz o Gran Hermano, a diferencia que esto sí es 100% real y la producción no altera ni a los participantes ni al juego para obtener audiencia, la misma vida de los Avery tiene todo para que ni siquiera se necesite un Plató de Televisión, su misma Casa de Campo y su terreno de chatarra de autos agrega la perfecta escenografía para que todo encaje con el reality.

Reconozco que viví, sufrí, grité y lloré como lo hago con cada Gala de cualquier reality show de convivencia, talento o de celebridades que realiza MTV e E!, a diferencia que por momentos recordaba que Making a Murderer si es real, pero como está producido como reality show eso se olvida, ya que definitivamente de documental no tiene nada, pues no se consigue un avance y no existe un antes ni un después del caso; además se ve la intención de las escritoras y de Netflix de presentarlo como tal, como un show, cubierto y adornado para que pareciera un docu y los espectadores nos justifiquemos que estamos viendo otro tipo de TV, "mas profunda".

A PARTIE DE AQUÍ SPOILEO

Ya para calmar la emoción que tengo de escribir ésta columna me despido diciendo que durante el episodio 7 y 8 se revuelve un poco, es donde recolectan pistas y datos claves, aguanten que vale la pena llegar al 9 y al desenlace, en donde Allan y Dolores, padres de Steven, cobran un protagonismo increíble, mostrándonos más de su día a día y como su dolor y lucha continúan para en un futuro ver libre a su hijo y a su nieto, "ya estamos viejos, nuestro mayor deseo es verlo libre antes de morir", mencionan. Durante el 9 y 10 muestran una final a medias, dejándonos con ganas de más, en donde algunos de los villanos reciben su castigo, y como dejan abierta la posibilidad de una segunda temporada en donde no sabemos si Steven continúe preso o se agreguen nuevos dramas y personajes al caso.

Quizás ninguno de nosotros consigamos ganar una temporada de La Voz, ser una Belén Esteban o Sofía en Gran Hermano, vivir como las Kardashian o como los Osbournes, pero sí en cualquier segundo podríamos ocupar el lugar de Steven o Brendan; y sino tenemos cámaras y guionistas que nos sigan, el mundo no se enterará de nuestra injusticia.

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¡Mucha salud a todos!

ETN

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