¿Qué tendrá la Casa Blanca?

Siempre había leído maravillas acerca de 'El Ala Oeste de la Casa Blanca', la serie de Aaron Sorkin que consagró a su creador como uno de los maestros de la televisión. Esta serie triunfó durante siete años en la NBC, cadena que por entonces vivía su época dorada. Me daba pereza ponerme a verla debido a su gran número de temporadas y a que pensaba que era mucho más antigua de lo que en realidad es (data de 1999).

Sin embargo, el mes pasado no pude resistir la tentación de comprar la primera temporada en DVD. Y he de decir que, vista media temporada, me ha sorprendido gratamente a pesar de que empecé a verla con unas altas expectativas. El aspecto visual no es malo, a pesar de estar rodada en 4:3, y en este aspecto la serie ha envejecido realmente bien (otras como 'Buffy' o 'Ally McBeal' lo han hecho bastante peor).

Además, al contrario de lo que me esperaba al ser una serie política, el ritmo no es pausado como puede ser el de otras series como Mad Men, Los Soprano o Big Love, sino que es trepidante y en apenas cuarenta minutos la serie es capaz de desarrollar varias líneas argumentales sin que el interés por ninguna de ellas decaiga. Los seguidores habituales de 'House' no sólo verán familiar la presencia de Lisa Edelstein, sino el estilo "walk-and-talk", según he leído, creado por Aaron Sorkin. Si en la serie médica son los ayudantes quienes siguen por los pasillos al doctor debatiendo sobre el caso, en 'El Ala Oeste' las persecuciones siempre comienzan con Josh seguido por su secretaria Donna, a quienes suelen ir uniéndoseles diversos miembros del equipo de gobierno.

Los personajes se hacen de querer en seguida, y poco a poco vamos conociendo la personalidad que tienen y la que quieren aparentar. Prácticamente todos están dotados de un genial sentido del humor y una inteligencia envidiables que hacen que empatices con ellos casi desde el piloto y que cualquier problema nacional estadounidense ficticio pase a importarte como si fuese un problema nacional español real.

Los diálogos están tan bien escritos que no parecería una obra de ficción si no fuese por el adoctrinamiento demócrata que se respira en cada parrafada que el presidente suelta por su boca. Y, aunque a mí no me molesta demasiado, hace que coja cierta manía al "protagonista", aunque, como digo, no molesta demasiado ya que el personaje no tiene tanto protagonismo como podría parecer.

En mi opinión es una serie que todo el mundo debería ver.