"3, 2, 1... ¡Arranca Pekín Express!". Cuánto tiempo sin escuchar esta frase. En esta primera etapa de Pekín Express hemos visto complicidad, hemos visto roces, hemos visto a una hija preocupada por su padre, hemos visto egos de proporciones estratosféricas, hemos visto solidaridad... Hemos visto todo lo que esperábamos con ansia desde hace nueve meses y mucho más.
El programa afronta su tercer año sin aportar novedades en su mecánica. Pero tampoco las necesita. En realidad, las parejas siempre son las mismas: andaluces graciosos, padre-hijo, profesor-alumno, matrimonio, maduritos/as, etc. y sin embargo, es tremendamente difícil anticiparse a los hechos y reacciones de los concursantes. Sin duda, este año quienes más juego pueden dar son las cuarentonas liberadas, los azafatos (encantados de conocerse) y los adinerados, pues parecen tener una personalidad peculiar, por llamarlo de algún modo.
La primera etapa arrancaba por sorpresa en mitad de un trayecto en tren. Los concursantes, sin conocerse ni haber siquiera hablado en persona con Raquel, han tenido que buscar sus mochilas de viaje en una estación abarrotada, y meter el equipaje de sus maletas en ellas en tiempo récord. No había tiempo para las presentaciones, no había tiempo para conocerse, y el estrés se palpaba desde el primer minuto.
No podía faltar en una primera etapa de Pekín Express una violación de las normas, y la pareja de azafatos ha utilizado dinero para pagar un medio de transporte, con lo que no han podido disputar la prueba de inmunidad a pesar de haber llegado al libro rojo en tercer lugar.
Las pruebas, sin ser tan originales como otros años (tampoco se debe pedir tanto en la primera etapa), siguen siendo tremendamente originales. ¡Quién iba a pensar que con un huevo se puede conseguir un kilo de pescado! Los ganadores han sido la pareja de adinerados, que han conseguido la primera inmunidad de la temporada.
En la segunda mitad de la etapa, hemos visto como, mientras algunas parejas no tenían problemas en encontrar autobuses que les llevasen directo a su destino, otras lo han pasado realmente mal y parecía que no iban a llegar. Entre ellos, la pareja formada por el profesor y el alumno, que sin embargo quedaron en segunda posición en la primera mitad.
La prueba para encontrar la dirección de la meta ha sido de las más desagradables que he llegado a ver en este programa, y solo verles comiendo anguilas ha sido realmente repulsivo. Finalmente, los azafatos se alzaron con el amuleto, aumentando aún más su ego, convirtiéndose en los primeros ganadores de este Pekín Express, en un ranking final censurado por los monjes del templo.
A la pareja en paro, primeros expulsados de la temporada, no se les echará de menos. No eran de los más odiosos precisamente, pero no parece que fuesen a dar demasiado juego, así que me alegro de que no gaste aún tarjetas verdes, y las dejen para más adelante, cuando ya hayamos cogido cariño a alguna pareja.
No sabemos aún sus nombres, no nos hemos acostumbrado a Vietnam y no parece que tengamos tiempo de hacerlo, pero Pekín Express regresa calentito, al nivel de las expectativas generadas, y yo al menos estoy deseando que llegue el domingo próximo para ver con qué nos sorprenden. La ruta del dragón promete, y mucho.
¿Y a ti? ¿Qué te ha parecido el arranque?
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