Sí, lo confieso. Durante mucho tiempo he sido una seguidora más o menos asidua de El hormiguero, ese pseudo-espectáculo diario del "acces" de Cuatro. Hasta hoy, creo. A estas horas estoy cenando y no hay otra cosa más interesante. Incluso yo era muy fan del Pablo Motos de la radio, sobre todo una vez que Abellán desapareció definitivamente de las mañanas de Cadena 100. Al igual que el programa de televisión, el de la radio era un programa sano y divertido, donde te podían sonsacar una sonrisa y muchas carcajadas aunque te hubieras levantado con el pie izquierdo. Gran labor esa de hacernos empezar el día con buena cara, la que hacía Pablo, y la que hace cualquier otro locutor de cualquiera de las emisoras musicales del país.
Pero últimamente Pablo está muy desfasado. Desfasado no, está tonto. ¿Será que se le ha subido el éxito a la cabeza más arriba de lo que ya parecía? Es que hoy he podido comprobar que ya se le fue la pinza completamente con la visita de Matthew Fox, el Dr. Jack Shepperd de "Lost". ¿Es que este hombre no puede hacer una entrevista medio normal aunque sólo sea por una vez en su vida? La verdad es que después de ver la cagada que le hicieron al pobre de Jorge García me he sentado a ver el programa de hoy con bastante escepticismo. Y ha sido más o menos como me esperaba. No se de qué me sorprendo, ciertamente, pero tenía esperanzas de que después de las críticas de la vez anterior el individuo este se cortara un poco. Pues no. Mi gozo en un pozo. ¿Por qué le tienen que hacer unas preguntas tan sumamente estúpidas, como si "la gente te mira raro cuando te subes a un avión"? De verdad, a mí no me importa, Pablo.
Luego ha entrado el dinosaurio ese de pega que tienen suelto por el plató y el pobre Jack casi se muere del asco, más que del susto. La cara que ha puesto ha sido un poema; qué pena me ha dado. "¿Qué hace un dinosaurio aquí?" ha preguntado el pobre. Matthew tranquilo, yo me llevo haciendo esa pregunta desde el primer día que lo ví y aún no sé la respuesta. Lo de salir a lo tonto a la calle para ver dos hormigas gigantes ha sido la mayor chorrada de la noche, lo mismo que los experimentos de Flipi y la tontada esa del calvito (perdón, pero no recuerdo el nombre). El pobre Matthew estaba poniendo una cara de "madre mía que de gilipolleces me están diciendo estos tíos". Me ha dado la impresión todo el rato que su sonrisa era muy forzosa, como queriendo ser simpático sólo por quedar bien. Cuando ya mi querido Pablo se ha subido al cacharro ese con un arnés puesto en el trasero ya ha sido la culminación de la mayor de las tonterías que uno puede hacer en televisión. He llegado a pensar que si se pegaba un tortazo no me iba a importar mucho, igual y con un poco de suerte hasta por una vez en mucho tiempo me iba a reír con gusto.
He notado tímido a Matthew, pero eso no es culpa suya. Si Pablo Motos fuese un poco más listo se habría sentado un ratito a charlar un poco con él sobre la serie, que es lo que todos estamos deseando. El actor se ha querido sentar cuando Flipi se ha ido de plató, pero Pablo le ha dicho que ya no se iban a sentar más, que el resto del programa es de pie. Ahí es cuando yo he pensado que el desastre estaba a punto de caer y no me he equivocado. Pablo, de verdad te lo repito, a Matthew no le importa que tú seas un chulito, que Marron haga la estupidez esa del efecto mariposa, que siempre es igual, o que Flipi se disfrace de Spiderman. Ni a él ni a nosotros.
El final de la presencia en plató resume muy bien lo que ha sido la visita.
-Pablo a Matthew: "¿Te lo has pasado bien?"
-Voz de Trancas de fondo: "Yo creo que todavía no lo sabe"
Infumable. Yo creo que el actor hasta se ha ido mosqueado del estudio; seguro que se esperaba otra cosa.
He estado deseando mucho tiempo que se pasasen por España los protagonistas de
Anatomía de Grey, o la protagonista de
Entre Fantasmas, pero si va a pasar lo mismo de siempre casi es mejor quedarme con mi sueño en la cabeza y que no vengan a pasar por el suplicio de conocer a
Pablo Motos. No les merece la pena.