Cantabria nos pone

Cuando la tierruca tira, tira. Me vais a permitir que le dedique una entrada a mi centro del universo, sobretodo despues de ver el resultado de audiencia que sacó anohe ese programa de la 1 llamado "Destino España" que se han inventado como el inverso a "Españoles en el mundo". Después de pasar por varias comunidades autónomas ayer les tocó el turno a los extranjeros residentes en Cantabria, mi casa.

De una francesa que lleva más de veinte años en la Vega de Pas y que cuida vacas tudancas (una especie autóctona de la comunidad que se está recuperando en los últimos años), a un rumano que lleva diez remando en las traineras de la Bahía de Santander, primero en Astillero y ahora en Pedreña, la cuna de Severiano Ballesteros. De un simpático coreno que tiene una cosulta de acupuntura, da clases de taekwondo, juega al golf y se ha aficionado al billar, a un ingles que lleva treinta años casado con una cántabra y que es un guía turístico muy apasionado de las cuevas de Altamira y de Santillana del Mar, la de las tres mentiras, la que ni es santa, ni es llana, ni tiene mar. De una pareja formada por un francés descendiente de cántabros casado con una italiana y dedicados ambos a la fabricación artesanal de mermeladas, a un china residente en Laredo que canta en la coral, pasando por una camarera colombiana habitante de Comillas y aficionada al cocido montañés y a los cantos regionales.

Es bonito reconocer esos bellos rincones de la tierra de uno que resultan siempre tan familiares, pero hacerlo saboreando cada detalle desde el punto de vista de aquellos que llegan de muy lejos, los descubren y deciden quedarse.

Como decía Revilla, Cantabria nos pone.

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