Cuando me enteré de que Alaska y Mario Vaquerizo iban a protagonizar su propio reality en MTV pensé: "madre mía, menudos frikis estos dos". Me sorprendió que precisamente alguien como Alaska, que siempre había dado una imagen de mujer con la cabeza muy bien amueblada, se prestase a este tipo de espectáculo. Este fin de semana, después de oír varios comentarios en diversos medios sobre el mencionado programa me decidí, muerta de la curiosidad, a verlo a través de su web. Aunque al final, después de tanto tinglado, entiendes que lo que realmente han vendido es su reciente boda, he de reconocer que el programa mola bastante.
Tengo que decir en primer lugar que tanto uno como otra nunca habían sido grandes santos de mi devoción. Son dos personas totalmente opuestas a mí en cuanto a forma de ser y de pensar, y nunca había entendido sus rarezas cuando los veía en los medios. Ni siquiera he sido demasiado fan de la música de Alaska, salvo por las típicas canciones iconos de los años ochenta que fueron sido número uno y que todos hemos tarareado. "Ni tu ni nadie", "A quien le importa", "Mi novio es un zombi" y poco más. Y por supuesto, la etapa en "La bola de cristal". Pero me quedo ahí. De Mario Vaquerizo nada. Lo he conocido a raíz de la boda de ambos en Las Vegas y era simplemente la pareja de Alaska. Es muy difícil encontrar a alguien que no sepa quién es Olvido Gara, pero seguro que mucha gente desconoce a la mujer inteligente, consecuente y culta que hay detrás de toda esa fachada barroca en la que se esconde. Mario es el gran desconocido; el que sabe lo que es y lo que quiere ser. Sin importarle lo que piensen los demás.
Bueno, pues el reality este de nombre tan simple como "Alaska y Mario" está genial. Y no son personas tan distintas a mí, he encontrado muchos más puntos afines de los que me podría imaginar. Me ha gustado mucho, lo confieso. He descubierto una personalidad de ambos personajes que me ha dejado gratamente sorprendida. Yo pensaba que Mario Vaquerizo era raro. Pero muy raro, además. Ahora lo veo en la intimidad de su casa y bien podría ser una manera de actuar ante la cámara, pero no me creo que lo esté haciendo las veinticuatro horas, así que doy por sentado que él es realmente así. Es agradable y divertido, y tiene una complicidad con Alaska que me encanta. Se entienden los dos a las mil maravillas, a pesar de lo distintos que puedan parecer a simple vista. Me encanta la manera tan cariñosa de Mario de decir "Olvi" esto, "Olvi" lo otro. Ha sido todo un descubrimiento Mario Vaquerizo.
He conocido, por ejemplo, que la madre de Alaska, América, aún vive en México y que su hija no tenía la nacionalidad española ¡¡hasta hace unas semanas!! Por cierto, que genial América; tiene un feeling con su yerno que ya lo quisieran para sí muchas personas de este país. Llevarse bien con la suegra a veces parece imposible. Pues el tándem Mario-América es divertidísimo. Lo mismo que la familia Vaquerizo con Alaska. La hermana de Mario trabaja mano a mano con la cantante. Me parece muy curioso también ver como Mario Vaquerizo quiere ponerse a dieta, pero se la salta cada dos por tres. ¡Y todo por una cerveza! Es muy gracioso ver como entra en los sitios y pedir lo primero su cervecita. Eso sí, luego se compra una bascula nueva en El Corte Inglés para que sea más precisa ¡¡y asunto arreglado!! Me he reído mucho con muchos aspectos de este hombre que parece tan megamoderno para la mayoría de las cosas, pero luego resulta ser muy tradicional en muchas de ellas, como la celebración de la boda en un típico salón de eventos, o la ropita que elige para regalar al bebé de su asistenta. Estas cosas hacen que me haya caído genial. ¿Cómo decirlo? Es raro, pero adorable. Tiene muchas excentricidades, pero eso es precisamente lo que le hace ser genial. Una personalidad muy marcada, una persona que sabe muy bien lo que quiere y como lo quiere, y le da lo mismo lo que opinen los demás. Lo mismo se toma una copa con Vicky Martín Berrocal y una cena con Carmen Lomana, que se dedica a despellejar a Mariah Carey con la ayuda de Alejandro Amenábar.
Realmente Mario le roba mucho protagonismo a su mujer, que es la verdadera famosa de todo este tinglado. Además Alaska cada vez que habla te queda la sensación esa de "ya está todo dicho", aparte de que la veo más natural delante de la cámara. La hemos visto en pijama y sin nada de maquillaje en la cara. Mario aún no ha llegado a ese punto de naturalidad, pero resulta tan entrañable y gracioso que se lo puedo perdonar.
Si no lo habéis hecho aún, os recomiendo echarle un vistazo a los cuatro episodios que llevan emitidos. Podréis verlos
aquí. Pueden pasar dos cosas, que os parezca una auténtica gilipollez o que os enganche soberanamente. Pero os prometo que no os dejará indiferente. A mí me ha encantado. Quedan otros cuatro capítulos que prometen. Y mucho.
P.D. Os recomiendo echar también un vistazo al
blog que llevan escribiendo Alaska y Mario desde hace cuatro años. Genial también.