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Frases cómicas, "Los Hombres de Paco", capítulo 5x24, "¡Amor a bocajarro!"

Martes 14 de Julio de 2009 07:00
 

Las frases memorables vuelven una semana más con la exposición de las cómicas de Los Hombres de Paco, las correspondientes al capítulo 103, titulado ¡Amor a bocajarro!. En este capítulo el contenido cómico se verá incrementado con respecto al anterior episodio, en el que resultó ser bastante escaso. Se intercalará una escena que conjugará lo cómico y lo dramático en el final de la puesta en escena de las frases cómicas. A continuación, se procede a la exposición de las frases cómicas...

En la siguiente escena, Don Lorenzo llama por teléfono a Povedilla, por asuntos relacionados con la cercana boda de Pepa y de Silvia. Kike y Nelson se encuentran junto a Povedilla, adornando el coche nupcial, en el parking de comisaría...

Povedilla: Sí, Don Lorenzo, dígame (contestando a la llamada)

Don Lorenzo: (desde el otro lado de la línea, en casa de Paco) ¿Todo bien, Povedilla?

Povedilla: Todo perfecto, Don Lorenzo, tengo su coche limpio, encerado y debidamente ornamentado para la boda

Don Lorenzo: Quiero que me haga otro, otro favor, eh

Povedilla: Lo que usted mande, Don Lorenzo

Don Lorenzo: Necesito que me localices 32 gladiolos

Povedilla: Trein-treinta y dos gladiolos... (repite, pensando en el motivo por el que Don Lorenzo le pedía eso)

Don Lorenzo: Sí, la edad de mi hija, de Silvia. Es su flor favorita y como en la boda de Lucas... no-no la hubo... pues eh... (mientras tanto, Nelson estaba cogiendo un adorno con múltiples latas adosadas al mismo y llevándolo al coche nupcial... Así mismo, Don Lorenzo observó a Paco y Mariano, por si acaso estuvieran escuchando la conversación entre él y Povedilla, pero al darse cuenta de que no era así, reanudó dicha conversación) Ya-ya me entiende

Povedilla: S-, nada, pues... marchando 32 gladiolos, comisario

Don Lorenzo: Ah, y otra cosa. Alértales a esos mangarranes amigos suyos que no quiero ni una chapa, lata o globito de los cojones en el coche, bajo su responsabilidad

Povedilla: Ah, no-no se preocupe, Don Lorenzo, lo tengo todo bajo control

Don Lorenzo: Hasta luego (le colgó a Povedilla. Este último le hizo el saludo militar, a pesar de que no podía verle y también colgó la llamada. Acto seguido, suspiró)

Povedilla: 32 gladiolos... Kike, ¿tú me puedes dejar algo para la floristería? (dirigiéndose a él, que estaba cargando unas cajas con flores en su interior, llevándolas al coche nupcial. Al percatarse de la llamada de Povedilla, soltó la caja que estaba transportando y se dirigió hacia él) Es que con la tontería de los adornitos me he quedao si-sin un duro (le mostró, en su mano derecha, unas pocas monedas de Euro. Se los guardó en su bolsillo y le enseñó unos cupones, usados principalmente para sorteos de entidades como la ONCE, la Cruz Roja, entre otras) Como no me toquen los 125 kilos de lo del sorteo de la Cruz Roja yo no sé...

Kike: (interrumpió a Povedilla) Que no es por el oro. Se juega para ayudar a los demás. ¿Por qué no vas a la florista del cementerio? Ahí lo tienen todo a mitad de precio (Kike fue hacia la camioneta que contenía las cajas con las flores, a continuar metiéndolas en el coche nupcial)

Povedilla: Ahí-ahí-ahí le has dao, Kike, floristería del cementerio, perfecto (se giró hacia el coche nupcial y vio a Nelson que estaba colocando el adorno repleto de latas en la parte inferior del coche) ¡Eh! (gritándole al oído, alarmándolo) ¡Que te he pillao, negrito del colacao, eso fuera de ahí ya, este coche va a ir impoluto! (Nelson cogió el adorno y se reincorporó, ya que estaba prácticamente tirado en el suelo, para poder tener acceso a los bajos del coche), hombre, que-que-que esto es una boda de alto copete, por el amor de dios

Nelson: Vale, vale, que pensaba (se echó el adorno con las latas alrededor del cuello) que las latas eran un clásico

Povedilla: ¿Clásico, qué-qué clásico?, que luego me-me cuelga a mí Don Lorenzo de los pulgares si aparezco con toda esa... (abrió el maletero del coche en el que Nelson intentó meter el adorno con las latas por su parte inferior y metió dentro un pañuelo, sin mirar dentro del mismo, cerrándolo, mirando a Nelson. Dentro del coche había un par de cadáveres pero Povedilla, al no mirar en el interior del maletero, no reparó en ellos...) cacharrería colgando, venga, fuchi, fuchi, vice, vice (le dijo, para que se apartara del coche) Y tú no te rías (dirigiéndose a Kike en esto último, señalándolo con el dedo) Todo el día limpiando el coche para que ahora venga Don Lorenzo...

Nelson: (interrumpiendo a Povedilla) No te enfades, no te enfades, Pove (Povedilla se montó en el coche en el que había metido el pañuelo en el maletero segundos antes, y lo arrancó)

Povedilla llega en el coche nupcial a la entrada principal del cementerio, que tenía por nombre "Sacramental de Santa María", donde la florista le está esperando. Povedilla acudió a ella por consejo de Kike, para comprar 32 gladiolos que le había dicho Don Lorenzo que comprara, por motivo de la edad de Silvia, que era de 32 años. Povedilla se dispuso a conversar con la florista desde la ventanilla del coche...

Povedilla: ¡Es que-es que me da igual si son blancos, o-o-o nazarenos pero que sean gladiolos! ¿¡Me oye?, gladiolos! 32 gladiolos quiero

Florista: Ay, pallo, que si se me llevan los gladiolos sólo se le va a echar a perder el cento ("cento" o alguna palabra de índole similar utiliza) y la corona, ande, llévese también los crisantelmos y los claveles.

Povedilla: ¡Que no! ¡Señora, que no! (perdiendo la paciencia) ¡Que no me voy a llevar un-un-una corona muerta a una boda, por el amor de dios, que eso da mal fario, hombre, y además es homosexual! ¡Póngame usted 32 gladiolos, ya está, 32 gladiolos!

Florista: Ay, pallo, yo no le oigo. Le voy a poner un zurtidor (hablaba con acento gitano)

Povedilla: Señora (se vio obligado a salir del coche, ya que la florista había salido de su radio de visión y no podía alcanzar a hablar con ella desde la ventanilla) A ver, señora (fue hacia la florista, que estaba situada en un sitio, a pocos pasos de distancia de la entrada del cementerio, en donde tenía guardadas unas macetas con flores) Señora, escúcheme, escúcheme,no,no,no,no,no,no,no,no,no,no,no,no,no, póngame-póngame los gladiolos, solo los gladiolos, 32, por favor (entre tanto, un tipo se dirigió rápidamente al coche, que Povedilla no había cerrado con llave...) Le compro el puesto, venga, los gladiolos, ¿dónde están? (sacó su cartera, y la florista hizo un gesto como aceptando la oferta de Povedilla) Muy bien, muy bien, ahí está (la florista se dirigió al interior del cementerio y Povedilla la siguió. Justo en ese momento se percató de que se estaban llevando el coche nupcial, puesto que el ladrón del mismo ya lo había arrancado y ya estaba en marcha. Povedilla corrió tras el coche a toda velocidad, dejando plantada a la florista, mientras gritaba desesperedamente, mientras intentaba capturar al ladrón) ¡Eh, eh, eh, eh, al ladrón , al ladrón! ¡Eh, eh, eh, pare, (el coche realizó un giro brusco a la izquierda en una curva cerrada, luego aceleró y prosiguió su camino, con Povedilla detrás), pare, soy policía, pare! ¡Pare, pare, pare, pare, pare, pare, no,no,no,no,no (uno de los hombres que yacía en el maletero del coche, que Povedilla no vio antes, gritó pidiendo auxilio, pero Povedilla no alcanzó a escucharle. Tuvo que parar su persecución, debido a que el coche estaba demasiado lejos y no iba a poder alcanzarle a pie. Povedilla decidió llamar a Montoya para comunicarle el suceso)

Montoya: Dime, Jose Luís (respondiendo a la llamada de Povedilla)

Povedilla: Que me han-que me han robao el coche del señor comisario. Que- es que me he acercado ahí a comprar unos gladiolos que me ha encargado y pom, (haciendo un ruido como de un golpe con el "pom") me han robao el coche

Montoya: Espera, espera, espera, espera, dime la matrícula

Povedilla: 24, 10, G (diciendo los números dejando un pequeño espacio mientras los decía, para que Montoya pudiera apuntarlos ya de forma seguida), LF (la matrícula resultante, apuntada por Montoya en un papel, sería 2410GLF)

Montoya: Venga, Povedilla, ¿estás bien?

Povedilla: ¿Cómo voy a estar bien, inspector, por favor?,que-que-que me han robao el coche nupcial,... hombre, que voy a tener que llevar a la boda ahí, a-a-a-a borriquetas, hombre (dijo, claramente nervioso)

Montoya: A ver, Povedilla, voy a ordenar una búsqueda prioritaria en la zona. ¿Vale?, vamos a encontrar el coche, tranquilo

Povedilla: Gracias, inspector, gracias (colgó la llamada a Montoya, suspirando en cuanto lo hizo, ligeramente más relajado. Mientras tanto, el hombre del maletero del coche nupcial seguía pidiendo ayuda desesperadamente, mientras golpeaba con todas sus fuerzas la carrocería del coche por dentro, en un intento de abrir el maletero pero sin tener éxito en ello...)

En la casa de Paco, (casa que en la que también viven en la actualidad Don Lorenzo y Mariano), Pepa, vestida de novia, baila con Don Lorenzo algo parecido a un vals, con una melodía de ambientación...

Pepa: ¿Mmmmme permite que... que lo lleve yo a usted?

Don Lorenzo: ¿A-a... mí? ¿Cómo-cómo es eso?

Pepa: Es que... es que soy yo la que tiene que llevar a Silvia en la boda

Don Lorenzo: Ah, pues (se echó a reír, gesto con el que le acompañó Pepa)..., en ese caso... esta mano va... aquí (cogió la mano derecha de Pepa, y se la colocó en su cintura), esta aquí (colocó su brazo izquierdo sobre el hombro izquierdo de Pepa) y esta aquí (puso su mano derecha en la mano de Pepa, cogiéndola. Y así, el baile continuó) Mm, bien (dijo, viendo que el cambio de posturas había dado buen resultado)

Pepa: ¿Sabe? Me gusta como suegro. Me imagino una tarde cualquiera..., llegar a su casa y sentarme a ver el... tour de Francia con usted. O un Roland Garros o un Madrid-Barça. Y me gusta que tenga ese carácter de mierda. Porque dice las cosas a la cara

Don Lorenzo: Bueno, pues ya que me has sido sincera te voy a decir un secreto. Ni se te ocurra dejar abierto... el bote del champú, tu vida corre peligro (Pepa se echó a reír ante este comentario de Don Lorenzo) Silvia menos cuarto, eh, maravillosa, y hay cuarto, pega bocado a todo lo que se acerca. Y ahí,... es imposible. Tú me llamas, la dejas que se calme..., te vienes a casa y tu suegro te estará esperando con una... paella maravillosa. Y después, un Don, Periñón (dándoles a estas últimas palabras una separación. Pepa rió una vez más ante los chistes de Don Lorenzo) ¿Sí? (a Don Lorenzo también le entró un ataque de risa. Justo cuando la canción acabo, y tanto Pepa como Don Lorenzo finalizaron su baile, el móvil del comisarío empezó a sonar) ¿Qué? (le dijo a Pepa. Esta le asintió, alegre, dándole el visto bueno a Don Lorenzo para que atendiera a la llamada. Cogió la llamada. Era Povedilla) Sí. Pove... (tuvo que interrumpirse, ya que Povedilla no paraba de hablar, aunque no se le podía escuchar a este hablar, únicamente a Don Lorenzo) Pero eh, tranquilo, Povedilla. E-a-a-hábleme despacio

La siguiente escena se desarrolla en un cementerio, en donde Blackman refugia a la mujer de Bravante, que estaba llamada a declarar en los juzgados, pero que, en la ruta principal, según el propio Blackman, asaltarían a toda la comitiva que les resguardarían, así que, siguiendo el consejo de Don Lorenzo de seguir las instrucciones de Blackman, Curtis, el encargado de llevar a la mujer de Bravante, decide hacerle caso a Blackman...

Curtis: Bueno, yo es que me cago hasta en mi sombra, coño. Que yo tengo que estar en una boda y no aquí, en un cementerio con el señor de las tinieblas y con la testigo principal del puto caso del siglo, joder (refiriéndose al caso de la organización mafiosa regida por familias), eh. ¿Qué te pasa, Franscesca? (le dijo, ya que se apoyó en un árbol, dando notorias muestras de cansancio) A ver, siéntate aquí, mujer. Tranquila (la ayudó a sentarse en una de las numerosas tumbas de piedra que anidaban el lugar) Que no se porqué aquí no nos va a buscar ni dios (Blackman estaba con los ojos cerrados, en estado de meditación) Mira, pajarraco (dirigiéndose a Blackman), me vas a decir qué cojones hacemos aquí dando vueltas a las tumbas como si fuésemos zombis, eh

Blackman: Disfrutar del día..., de la paz de los difuntos... (se giró hacia Curtis y le miró a la cara sin remordimientos) Y conseguir que esta mujer llegue a declarar sin que la maten. (Curtis miró a Franscesca, que estaba sentada en la tumba, tomando un trago de una botella de agua que se había traído consigo. Blackman, por su parte, examinó la corbata de Curtis) Estamos a salvo (le dijo, después de estar satisfecho con la corbata, asintiendo con su cabeza para dar por bueno tal hecho)

En el laboratorio de la comisaría, Don Lorenzo, Montoya y Povedilla protagonizan la siguiente escena. Acababan de llegar unos cadáveres que se habían hallado en el coche nupcial y estaban tendidos en sendas camas recubiertos por unas sábanas blancas...

Don Lorenzo: Cadáveres... molidos a palos... desfigurados aparecen en el maletero de mi coche. ¿Por qué? ¿Quiénes son estos individuos, quién... quién los ha metido allí? ¿Con qué objeto...? (dijo, mientras reflexionaba, ya que le incomodaba el hecho de que aparecieran en su coche los cadáveres...)

Povedilla: Do-Don Lorenzo-Don Lorenzo. Por favor, mi-mire, míreme, míreme, yo le-le juro que yo no tengo nada que ver. Don Lorenzo, el co-, el-el-el coche ha aparecido ahí en la zona de pan bendito y han metido los cadáveres en el maletero pu-pues... no sé, p-pues para involucrarme a mí. Pero vamos, hágame usted la prueba del polígrafo, inyécteme pentotal, el suero de lo que usted qui...

Montoya: Povedilla. (interrumpiéndole) Tranquilo. Don Lorenzo, en el informe especifica que los cuerpos aparecieron sin ropas, sin ninguna identificación y con las huellas dactilares quemadas (recibió una llamada a su móvil. Lo sacó del bolsillo de su chaqueta y cogió la llamada) Sí. Un-un segundo. (dirigiéndose a Povedilla y Don Lorenzo, y se dirigió a la salida del laboratorio, bastante apurado. Abrió la puerta del laboratorio, disponiéndose a salir y deteniéndose por un segundo al escuchar a la persona del otro lado de la línea, a la cual sólo el propio Montoya la podía oír) Sí. ¿Cómo que Franscesca no está en la comitiva? (Montoya dejó abierta la puerta del laboratorio, ya que vio que venía Silvia, que entró en el laboratorio y vio el panorama, con los dos cadáveres, y Don Lorenzo examinando los dedos de uno de ellos. Montoya cerró la puerta, para continuar con la llamada)

Silvia: Estos son los cadáveres (Silvia cogió un par de guantes de latex, en disposición de analizar los cadáveres...)

Don Lorenzo: Silvia...

Silvia: Papá, no me digas nada, por favor

Don Lorenzo: Te digo que el forense está de camino, tú y yo nos vamos a la boda

Silvia: Papá, estos cadáveres han aparecido en el maletero de tu coche. Mi coche nupcial, creo que tengo derecho a saber qué ha pasado

Paco y Pepa descienden por las escaleras centrales de la comisaría mientras un tumulto de gente les aplaude. Cuando terminan de descender por las escaleras Pepa muestra su vestido de novia al personal, y Paco mientras tanto se queda esperando a que Pepa termine. En ese momento, pasa Povedilla por delante de él y Paco le para los pies...

Povedilla: ¿Eh, eh? (sin esperarse que Paco le detuviera)

Paco: ¿Se puede saber qué haces aquí, Povedilla? ¿Tú no tenías que-que ir por Silvia por su casa?

Povedilla: (miró por breves momentos a Pepa, que estaba de espaldas a ellos, y acto seguido se giró de nuevo a Paco) Pero si no-no está en su casa, inspector

Paco: ¿Qué? (dijo, en un tono que prácticamente no se oyó)

Povedilla: Est-está arriba en el CSI, que se ha liao a hacer la autopsia de dos cadáveres, pero así co-con el vestido de novia, con la liga, con la peine, con vamos, toda la parafernalia nupcial, y eso-eso es pa verlo, inspector, pa... (se dio cuenta de que alguien estaba al lado suyo, y fue a mirar en esa dirección, y descubrió que Pepa había oído esa última parte de la conversación. Esta miró muy seria a Povedilla, sin decir nada, se recogió el vestido de novia por la parte inferior para poder subir las escaleras centrales de la comisaría, y, seguidamente, las subió)

Paco: (suspiró, se giró por donde se estaba marchando Pepa...) Pepa (la llamó, pero esta miró a Paco y le dijo con la cabeza que qué quería. Paco no pudo articular palabra y Pepa prosiguió su camino hacia el laboratorio donde Silvia estaba trabajando...)

Povedilla: Inspector, yo le juro a...

Paco: Cállate (interrumpiendo bruscamente a Povedilla) Vete (Povedilla señaló una dirección a Paco con el dedo índice, y fue hacia allí, dejando a Paco solo. Este fue a ir tras Pepa por las escaleras centrales, pero se fijó en la comandante del CNI, Marina Salgado, que se hallaba cabizbaja, y se dirigió a hablar con ella) Marina... (la Salgado se levantó de donde estaba sentada inmediatamente, sorprendida por aquella aparición tan repentina de Paco) Te... te hacía ya camino de Bruselas (la Salgado sonrió en un acto instintivo)

Salgado: Sí, pues ya ves, un, un... cambio de planes, me voy a Barcelona

Paco: Unas vacaciones antes de reengancharse, ¿no?

Salgado: Me han relegado del caso y me han suspendido de empleo y sueldo. He metido la pata, Paco. Y ahora hay tres cadáveres encima de la mesa

Paco: Tranquila. Tranquila, Marina (estaba visiblemente afectada por lo ocurrido) Lo siento

Salgado: Tranquilo, no es nada (dijo, en tono de susurro)

Paco: Sssssssi-si puedo hacer algo...

Salgado: No,no,no

Paco: ¿Quieres algo, agua o... un café o...? (se interrumpió, viendo la pena y la tristeza por la cual estaba pasando la Salgado)

Salgado: No,... lo que necesito es... Tengo que salir de aquí..., ¿vale? (le dijo a Paco, intentando no ofenderle) Y... y nada, si... si vienes alguna vez a... a Barcelona pues me llamas y... y nos tomamos ese café, ¿vale? (cogió todas sus cosas de la mesa, las metió en su bolso, y se lo colgó al hombro)

Paco: Yo-yo no, yo no soy mucho de ir a Barcelona, aunque tendría que ir porque está allí mi-mi ex (en ese instante, la Salgado, que hace unos segundos se concentraba en que todos sus objetos personales estuvieran en su sitio, se detuvo, y observó a Paco) Y bueno, y... y así- y así de paso pues os veo a la-a las dos

Salgado: Adiós,... Paco (le tendió la mano para que Paco se la diera, pero el primer impulso de este fue darle a la Salgado dos besos. Finalmente, su despedida acabó con esto último, con dos besos)

Paco: Su-suerte (le dijo a la Salgado, justo después, esta se dirigió hacia el exterior de la comisaría)

En cuanto a las frases cómicas, esto es todo por esta semana. Espero que hayan sido de su agrado. Las frases dramáticas de este episodio, el 103 de "Los Hombres de Paco", titulado "¡Amor a bocajarro!" se expondrán a continuación. Las cómicas de la siguiente semana, (si es que las hay) estarán referidas al capítulo 104, el que culminará con la temporada, llamado "Todos los planes de Lucas Fernández"

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Sobre este blog...

En este blog, irán situados análisis principalmente de capítulos de la serie de \"Los Hombres de Paco\", pero también, a medida que vaya pasando el tiempo, implantaré análisis de otras series de éxito y que también me han acabado enganchando. Los análisis irán retractados mayoritariamente hacia mis gustos particulares sobre la serie, intentando ser lo más objetivo posible, analizando las situaciones que se hayan dado en el episodio en cuestión, explayándolas. En cuanto a analizar series se refiere, las analizaré en su conjunto, sin entrar en detalle sobre cada una de las temporadas, sino sobre la serie completa en sí misma. Por último, agradecer a Formula TV esta iniciativa de los blogs, y espero que mis aportaciones sean de su agrado
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