Esta sintonía me trae recuerdos lejanos y que creía olvidados desde hace casi 20 años ya…
Con tan solo 10 años, cada sábado por la mañana me despertaba el primero en casa. Mientras los demás dormían, cruzaba la casa para enchufar la antena sin hacer mucho ruido y volvía ilusionado pasito a pasito con los pies casi descalzos a enchufar la tele de mi habitación, me volvía a meter en la cama y me arropaba de nuevo con las mantas dispuesto a disfrutar de mi programa favorito.
El primer bloque estaba dedicado a los más peques. Aunque yo ya no pertenecía a ese bloque había cortos de dibujos animados muy graciosos como el señor Hiccup que siempre estaba hipando y otros muchos, recuerdo vagamente a un tigre, a un dibujito muy simple, pero todo como envuelto por un halo que me impide recordar ningún dato más, hace mucho tiempo de ello.
Difícil expresar lo que siento cuando escucho esta sintonía. Me despierta tantas cosas, todas buenas, tantas sensaciones juntas como ninguna otra.
De un lado me recuerda a tardes de merienda, en casa, con un bocadillo preparado a la espera de que empezase mi serie preferida. Con una ilusión tremenda que tan solo se experimenta ahora un poco más crecido en contadas ocasiones.
Por otro lado, me recuerda a tantos sentimientos que en mí despertó y que ahora viéndolo en la distancia me doy cuenta que fue ella quien me los aportó. En la televisión podrá haber de todo, pero hay cosas que realmente marcan un antes y un después, que te descubren sentimientos que de otra forma serían imposibles, puesto que nunca se tiene al alcance todo el conocimiento, al igual que nunca una persona podría tener tiempo suficiente para descubrir todos los rincones del planeta, son auténticas ventanas al exterior.
"Mofli, el último Koala", es la serie de dibujos animados que con más cariño recuerdo. Ante todo despertó en mí el sentimiento de PROTECCIÓN. Un Koala, el último koala, en un siglo dominado por la avaricia, el afán de conseguir trofeos y méritos sin importar todo lo que haya que destruir ni pisotear, consiguiendo las propias metas sin mirar las metas de los demás. Una niña y un niño, Corina y Bruno, representando la inocencia y a la vez la cordura dentro de todo ese mundo de intereses, intentando proteger lo que quieren, por encima del dinero, en ellos me reflejaba yo, así como otros tantos millones de niños del planeta seguramente. Por primera vez en la vida descubrí lo que era tomar partido por algo, ponerse en un lado, decidí que quería proteger a ese pequeño Koala.
Este fabuloso personaje que nos ha acompañado a muchos durante nuestra infancia y que nos enseñó la importancia de comer espinacas para estar bien fuertes, apareció por primera vez en 1929, concretamente un 17 de enero en la edición de The New York Evening Journal en la tira cómica de Teamble Theatre de King Features Syndicate, como un personaje secundario cuyo nombre, Pop-Eye significa Ojos Saltones, en la que fue contratado por los protagonistas Castor Olivo y Han Gravy, hermano y novio respectivamente de Oliva Olivo, para pilotar un barco en el cual pretendían dar caza a la "gallina mágica".
Tras esta primera aparición, semanas más tarde en la misma tira cómica, Popeye recibe un disparo, pero la gallina mágica le concede poderes sobrehumanos agradeciéndole así los cuidados que le dio. También Oliva pasaría a ser la novia de Popeye tras dejarlo con su antiguo novio Han Gravy, mientras que otros personajes comenzaban a aparecer como Cocoliso, comenzando a adquirir mayor popularidad.
Aquí os traigo una portada que tenia guardada desde hace muuuuuchos muuuuchos años, para llevar todo el conocimiento del Libro Gordo a todo el mundo en Trulalá y más lejos. La portada de la revista de Petete nº 1.
Por aquel entonces y hasta el año 2002 se pagaba con pesetas, la moneda oficial en España y esta revista costaba 120 pesetas.
En ella aparecen en primer plano Petete y el perro Pichichus. En esa primera revista se regalaba un álbum de cromos coleccionables y los primeros cromos para pegar. Ya veis lo contento que se puso Pichichus pasando páginas y usando el pegamento. Lo puso todo perdido y creo que al final había más cromos pegados por la habitación que en el propio álbum.